Responso por cuatro periodistas holandeses
‘Tulipanes de esperanza’, monumento erigido a los reporteros de televisión y sus guías asesinados por el Ejército de El Salvador en 1982, levanta un reclamo de justicia / Fotos: José Orlando Castro
Piedras Gordas, Chalatenango.– El 17 de marzo de 1982, cuatro periodistas de una estación de radio y televisión de Holanda desembarcaron en el caserío Piedras Gordas, Santa Rita. Planeaban ingresar a este montañoso departamento para conocer de cerca la situación de la población civil.
Pero nunca llegaron a su destino: fueron emboscados por elementos del ejército salvadoreño. Habían llegado a Piedras Gordas en un microbús conducido por un colega holandés. El vehículo portaba un rótulo que proclamaba claramente su misión: “PRENSA”.
La masacre ocurrió aproximadamente a cinco kilómetros de la 4a Brigada de Infantería, una de las bases más importantes del Ejército. Los asesinos, un comando del batallón Atonal, partieron de ese cuartel. Junto a los holandeses fueron acribillados sus guías campesinos: Óscar, conocido como “Oscarón”, José Mejía (“Rubéncito”), de 12 años, Carlos y Tello.
Jan Kuiper, productor y editor, el reportero Koos Koster, el camarógrafo Johannes “Joop” Willemsen y el sonidista Hans ter Laag habían llegado al país a finales de febrero enviados por Interkerkelijke Omroep Nederland (“IKON”), una estación de radio y televisión afiliada a la Iglesia protestante de Holanda. Un año atrás habían divulgado una primera cobertura del conflicto armado salvadoreño, y ese 17 de marzo regresaban para seguir documentando los efectos de los bombardeos y el asedio del Ejército en la población campesina.
Solo hubo un sobreviviente, «Martín», un guerrillero que tenía la misión de conducir a los reporteros al corazón de las zonas controladas por el FMLN. Su testimonio, ofrecido semanas después en Amsterdam, daría a la prensa y al Gobierno holandés los pormenores de la matanza.
Tulipanes y un sol de esperanza
La semana pasada, el embajador del Reino de los Países Bajos para Centroamérica, Arjen van den Berg, presidió un acto en Piedras Gordas para desvelar un monumento, “Tulipanes de esperanza” en memoria de las víctimas y la justicia indefinidamente pospuesta.
“Sucedió en este lugar, en las colinas que vemos detrás de nosotros… un crimen de lesa humanidad, un día oscuro para la libertad de expresión, para la libertad de prensa y para nuestros países”, dijo van den Berg en su alocución.
Recordó que al enterarse de la muerte de sus compatriotas, la población holandesa entró en choque. Al día siguiente, una nutrida manifestación recorrió las calles de Amsterdam. Los manifestantes exigían que se investigara el asesinato y que se hiciera justicia.
“Colocaron cinco cruces en la plaza de Amsterdam, uno por cada uno de los reporteros, y otra por las víctimas salvadoreñas. Esto fue hace más de 42 años y aún continúa en la impunidad… pero hay esperanza”
La jueza salvadoreña del caso, dijo, ha anunciado que este se elevará a juicio.
Holanda está a la espera de que se anuncie la fecha del inicio del proceso.
“Los ataques a periodistas y medios de comunicación deben de tener consecuencias”.
Matías Erazo, un profesor de la zona, reflexionó sobre las razones de estas muertes.
“¿Por qué no los capturaron? Tres soldados hubieran sido suficientes para capturarlos y llevárselos, y si no los consideraban persona grata, podían decirles: ‘Váyanse a su país’. El objetivo era matarlos. No puede haber perdón y olvido si no hay justicia”.
Al homenaje en Piedras Gordas también asistieron Francesca Gici, representante de la embajada de la Unión Europea en El Salvador y Carlos Urquilla, enviado de la Oficina en El Salvador del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, delegados religiosos, autoridades de la alcaldía de Chalatenango, pobladores de Las Vueltas, Guarjila, San Antonio Los Ranchos y otras comunidades. La fundación Comunicándonos, la Asociación Salvadoreña por los Derechos Humanos, la Mesa Contra la Impunidad en El Salvador han apoyado la búsqueda de justicia en el caso.
El sitio de memoria de Piedras Gordas se inspira en el monumento levantado en honor a los periodistas en la capital holandesa, erigido frente al edificio del consulado de Estados Unidos –país que entrenó, armó y asesoró al ejército salvadoreño durante el conflicto.
Militar refugiado en EE.UU.
La Comisión de la Verdad de la ONU que investigó los crímenes de guerra tras firmarse la paz en 1992, implicó directamente al coronel Mario Adalberto Reyes Mena en la muerte de los periodistas. El militar era el comandante de la 4a Brigada de Infantería en 1982. Reyes Mena, detalla el informe de la ONU, se reunió el 16 de marzo con otros oficiales para planificar la emboscada. El Ejército estaba al corriente del recorrido que seguiría la gente de prensa: días antes, el 11 de marzo, Kuiper y sus colegas fueron interrogados por el director de la Policía de Hacienda (PH), Francisco Antonio Morán, sobre su presencia en El Salvador. Ahí los militares se enteraron que el equipo de televisión pensaba transitar frente a la 4a Brigada rumbo a Santa Rita.
Tanto Kuiper como Koster habían hecho cobertura periodística en El Salvador un año antes. Sus reportajes, que tocaban el historial de abusos a civiles y el apoyo del Gobierno a los escuadrones de la muerte, los convirtieron en enemigos de los coroneles.
El 20 de marzo de 1993, cinco días después de hacerse público el reporte de la Comisión de la Verdad, el gobierno de El Salvador aprobó una amnistía general que amparaba a los implicados en crímenes de guerra cometidos por las fuerzas armadas y la guerrilla, y por ende a Reyes Mena, quien actualmente reside en Centreville, Virginia.
En 2022, un juez salvadoreño abrió causa por el asesinato de los holandeses. Varios exmilitares, incluido Reyes Mena, fueron acusados de la matanza del 17 de marzo de 1982. El exministro de Defensa, José Guillermo García y el exdirector de la PH, Francisco Morán, que se encontraban en El Salvador, fueron detenidos y guardan arresto provisional. Otros dos oficiales, el general Rafael Flores Lima, exjefe del Estado Mayor y el sargento Mario Canizales –quien dirigió la unidad que asesinó a los periodistas y a sus acompañantes– han fallecido y no harán frente a la justicia.
Reyes Mena ya no regresó a su páis por temor a ser arrestado.
Pero la impunidad podría terminar para él.
Gert Jannes Kuiper, hermano de Jan, ha emprendido una acción judicial contra el antiguo comandante en una corte federal del estado de Virginia. Se trata de una demanda por daños y perjuicios invocando la Ley de Protección de Víctimas de Tortura (TVPA, siglas en inglés) aprobada por el Congreso estadounidense en 1992. Esta otorga a estadounidenses y extranjeros el derecho a buscar desagravio en los tribunales federales por abusos a los derechos humanos cometidos por individuos que hayan encontrado refugio en Estados Unidos.
La demanda contra Reyes Moran, interpuesta por Gert Jannes Kuiper el pasado 9 de octubre, destaca que dos de los periodistas fueron acribillados, cayendo abatidos instantáneamente. Los otros dos intentaron escapar, pero también fueron alcanzados por el fuego del batallón Atonal.
“En cosa de minutos, los soldados mataron a los cuatro periodistas y a sus guías, excepto uno”, se lee en el texto de la acusación.
Los soldados enviados por Reyes Mena dispararon dos veces a la cabeza de Jan Kuiper. Estaba por cumplir 40 años. Gert Jannes, su hermano, preparaba una fiesta de cumpleaños en Amsterdam. En lugar de eso, asistió a su funeral.
Al cierre de esta nota, Óscar Pérez, director de la fundación Comunicándonos, informó que la jueza que sigue el caso de los periodistas asesinados ha determinado que el juicio abrirá en la segunda semana de febrero», y que el excoronel Reyes Mena podría ser juzgado en ausencia.
Roger Lindo es escritor y periodista.