Ron DeSantis, obtuso paladín del odio a los inmigrantes
En la carrera por quien muestra más odio en las campañas presidenciales republicanas el gobernador de Florida (casi) lidera
El odio contra los inmigrantes indocumentados como arma de campaña es una de las piezas más baratas, accesibles, comunicables y eficientes en el arsenal de los políticos republicanos.
Son un blanco perfecto: racialmente distintos, culturalmente “inferiores” (según la fantasía de los adeptos a MAGA), indudablemente extranjeros, desesperadamente ansiosos por entrar a Estados Unidos legal (solicitando asilo) o ilegalmente (cruzando la frontera entre los puntos de inspección), vienen de un país tradicionalmente despreciado por la misma chusma y finalmente, son, o mejor dicho pueden ser dibujados como agresores.
Como invasores.
Lo cual conviene totalmente, porque pone al público ferviente en ese fuelle de odio en su posición preferida de víctimas.
De allí que la palabra “invasión”, el término “los invasores” está en camino de reemplazar a “qué parte de ilegales no entiendes”.
Quién ha estado manejando el truquito casi tan bien como Donald Trump es Ron DeSantis, gobernador de Florida y aspirante junior a la presidencia de la nación por el partido Republicano. Hasta dice que sus ideas son “más agresivas”.
Recientemente, su campaña, junto con el grupo Good Fight que lo apoya y que financió el filme, publicó un video que muestra una caravana de migrantes camino a la frontera con un letrero superpuesto que dice “Invasión”.
Junto con su par de Texas, se ha lucido en el alquiler de autobuses que recogen solicitantes de asilo en Texas y los transporta a lugares del país que su propaganda caricaturiza por ser parte de los “woke”, de los liberales, de los débiles y de los vendepatria: San Francisco, Martha’s Vineyard – una isla de elegantes (y caras) mansiones en Massachusetts – Sacramento, la capital de California y Nueva York.
Gavin Newsom, gobernador de California y posible candidato presidencial desde cualquier momento que falle la salud de Biden hasta 2028, le contestó en este video.
“DeSantis”, dice Newsom, “utiliza vuelos de migrantes para ‘avance político’”. Por supuesto.
Fuera de una personalidad pastosa y poco impresionante y una actitud inocente detrás de la cual hay otra actitud inocente, DeSantis es un político disciplinado y dedicado a demostrar que puede ser más duro que Trump y que él pone en la práctica esa dureza en el gobierno de su gran estado.
¿? De diversas fuentes, entre las cuales descuella el mismo sitio del candidato, recopilé estos puntos, cuya base ideológica se puede encontrar en esta declaración que hizo cuando ya estaba en marcha la campaña presidencial:
“Debemos hacer cumplir las leyes que tenemos vigentes, asegurar nuestras fronteras y negar beneficios especiales a los inmigrantes ilegales, como las tasas de matrícula (universitaria) estatal”.
¿Cuál es el plan?
- DeSantis sugiere el uso de fuerza letal contra individuos sospechosos de narcotráfico o que muestren “intención hostil” en la frontera. Una propuesta desgraciada por ilegal pero que funciona con los gritones de MAGA. Porque ¿cuál sería la intención hostil? ¿Una madre que aferra al hijo con una mano y con la otra sacude el alambre de púa que la separa del Norte?
- Retorcer y destruir la Enmienda 14 de la Constitución. Es decir, poner fin al otorgamiento automático de la ciudadanía estadounidense a personas nacidas en el país. Otra quimera, porque para eso necesita las dos terceras partes de los estados, y en un país cercenado por la mitad es casi imposible aprobar enmiendas constitucionales. Pero no es imposible. Podría hacerse con un esfuerzo mancomunado de los tres poderes federales – si los republicanos se hacen con la Casa Blanca y el Congreso en noviembre, confiando en que la súper mayoría extremista en la Suprema Corte “interprete” de manera diferente la enmienda. Ya lo hicieron con la Enmienda 2, fallando que permite a cualquiera portar armas de fuego, cosa que no dice.
- Aplicar las leyes locales – municipales, condales, estatales – para fines de inmigración. Esa propuesta de DeSantis ya la está poniendo a cabo Greg Abbott, su par de Texas, que se está adueñando del control de la frontera luego de impulsar una ley que así lo permite a sus tropas. Hoy Texas está arrestando, deteniendo y deportando a inmigrantes, pese a una (débil) oposición del Departamento de Justicia. Es decir, ilegalmente, pero prácticamente no lo molestan.
- Obligar a los solicitantes de asilo a esperar la decisión de su aplicación (legal) en México. Es posible y ya se hizo durante la era Trump I, pero depende del visto bueno del presidente de México. AMLO lo permitió.
- Enviar tropas federales a la frontera. Es decir, reforzar a los 22,000 soldados de la Patrulla Fronteriza (a quienes promete además un sustancial aumento salarial) y los miles de otras dependencias federales y ahora, estatales, con infantes de marina, unidades blindadas, comandos, aviones de caza, etc. Solo que para eso se debe violar, ignorar, cambiar o quemar la ley Posse Comitatus que prohíbe la injerencia del ejército en los asuntos civiles, como fuerza policial. Esto no es la Centroamérica o Sudamérica de los regímenes militares… ¿o será? El mismo DeSantis parece desconfiar de su capacidad – si fuera Presidente – de violar la ley hasta tal punto y la propuesta es hacerlo hasta que su administración complete la construcción del famosísimo muro fronterizo. Unos años, nomás.
- Detener a los solicitantes de asilo hasta las audiencias en tribunales de inmigración, en lugar de dejarlos entrar al país, donde a menudo “desaparecen” y se abstienen de concurrir a los procedimientos legales. Esto asegurará que una parte de los indocumentados no se “filtre” por los resquicios legales.
Es una idea ambiciosa. Pero quizás demasiado ambiciosa. Existe un pequeño impedimento llamado el Acuerdo de Conciliación Flores de 1997, que obliga al gobierno federal a poner en libertad a todos los menores de edad que estén detenidos después de 20 días. Pero además, las más de 50,000 “camas” existentes en este momento para encarcelar a solicitantes (legales) de asilo son insuficientes. Además, no son camas.
Para llegar a esta meta DeSantis debería contratar la construcción de más cárceles privadas, donde los encerrados son rutinariamente abusados, o encargarle al Cuerpo de Ingeniería Militar levantar ciudades de carpas con alambres de púa para que allí viva la gente que tenía esperanzas de un trabajo y una cama de verdad aquí, en “América”. Y eso, ¿quién lo paga?
Finalmente, de ser ungido presidente (algo difícil de concebir porque él no es sino una copia tenue del original), aplicará a nivel federal las leyes que hizo pasar en su Legislatura contra los inmigrantes, más recientemente la SB 1718, que promete: “el uso obligatorio de E-Verify (la base de datos federal) para cualquier empleador con 25 o más empleados, impone sanciones ejecutables para quienes emplean a extranjeros ilegales y aumenta las sanciones por tráfico de personas. Además, este proyecto de ley prohíbe a los gobiernos locales emitir tarjetas de identificación (ID) a extranjeros ilegales, invalida las tarjetas de identificación emitidas a extranjeros ilegales en otros estados y exige a los hospitales que recopilen y entreguen datos sobre los costos de brindar atención médica a extranjeros ilegales.
Estos son sus primeros principios. Son un intento de cubrir todos los flancos con la frazada del extremismo. Sí, hubiese sido simpático si incluyera inversiones privadas y públicas en los países centroamericanos que expulsan millones de inmigrantes a nuestro país para crear allí fuentes de trabajo y estabilizar la sociedad, pero sería demasiado esperar algo racional de DeSantis. Después de todo, está tratando de convencer a una masa de votantes sedientos de escuchar declaraciones de guerra, promesas de violencia y frases de intransigencia.
Tercera de tres partes. Las primeras:
El odio republicano contra los inmigrantes desborda la cloaca
El odio elegante de Nikki Haley contra los migrantes
Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California y administrados por la Biblioteca del Estado de California.