Tijuana, entre el cielo y el infierno

Nunca dejará de sorprenderme el abanico de emociones que inspiran ciudades como  Tijuana. Su intensidad depende de cuándo y bajo qué circunstancias una persona llega a ellas. En el caso específico de mi ciudad hay un elemento más, una pregunta que se formula repetidamente, y que muestra una y otra vez la degradación que ha sufrido históricamente. Es la siguiente pregunta:

–Y tú, ¿para qué vas a Tijuana?

Es en mis familiares que han vivido en Estados Unidos desde siempre donde hallo casi todas las respuestas de ese “para qué”:

–A ver a mi mamá…

–Al dentista…

–A comprar la piñata y los dulces para la fiesta de “la gorda”…

–A ponerme botox…

Y también “al doctor», “a comer taquitouuus”, “al homeópata”, “a los Toros”, “a que me hagan un facial”, “a hacerme la lipo”, “a quitarme las arrugas”. Y así sucesivamente: para eso, eso y eso voy a Tijuana.

Pero hay más de una Tijuana. De hecho hay varias, que comparten el mismo espacio físico, sin siquiera interactuar entre sí. Y la mayoría de las veces, sin siquiera una percibir la existencia de la otra.

Está la Tijuana de los arraigados: los que nacimos y crecimos aquí porque a nuestros padres les resultó buena la decisión de quedarse y echar raíces. Somos los que queremos que esta ciudad mejore, aunque no sepamos qué vamos a hacer para lograrlo. Es la Tijuana de aquellos para quienes cruzar la frontera es una opción de esparcimiento y variedad, y no un imperativo de supervivencia.

Hay otra Tijuana: la de los migrantes, que a su vez es bicéfala. Tiene dos cabezas: la de los de “la Puerta del Cielo”, que es la Tijuana de aquellos que logran “saltar” el bordo hacia el otro lado, y la de los del “Precipicio al Fracaso”, que es la Tijuana de quienes, después de quebrar en añicos su sueño americano, vuelven por el sendero de la deportación.

Tienen un común denominador: desde el principio, Tijuana nunca fue su destino deseado. No quisieron venir ni quedarse. Pero llegan: humillados, cansados, vencidos, sin un quinto en la bolsa y sin nadie que te reciba de regreso a tu país con un “no te preocupes aquí puedes comer y pasar la noche, y ya mañana veremos como regresas a tu casa”.

Quienes sufren la deportación son como los refugiados de guerra. Aunque el migrante sea deportado a su propio país, llega con su esperanza rota y su dignidad en harapos, sin saber adonde ir, y sin medios para regresar a lo que en México había sido su casa.

Aquí va una propuesta: en el ayuntamiento de Tijuana, o en el estado de Baja California, se deberían establecer grupos de voluntarios, responsables de recibir a todos los “paisanos” deportados de Estados Unidos. Después de alimentarlos y de asegurarse que recibieron servicios médicos para corroborar su buena salud, los asignarían a algún lugar acogedor donde puedan pasar la noche. Al día siguiente y tras un merecido descanso, los llevarían en autobuses a sus lugares de origen.

La Casa del Migrante de los Misioneros Scalibrini ha cumplido esta labor aproximadamente desde 1985. Aunque es una Misión y sus recursos son muy limitados, cuenta con un eficiente sistema para acoger dignamente a quienes no han logrado cruzar a o han sido deportados. Les dan comida, ropa y un espacio para su higiene personal y descanso. Después, cada persona, por cuenta propia, se las ingenia para regresar a su lugar de origen.

Y sí, hay más Tijuanas. La de los oportunistas. Los que vienen por negocios, a quienes la ciudad les importa un bledo. Son los que viajan desde el interior de México pero prefieren aterrizar en el aeropuerto de San Diego, y ahí se hospedan o más, tienen casa. A Tijuana vienen por lo absolutamente necesario. La ciudad les da negocio y eso es suficiente. No los une ningún vínculo emocional con Tijuana. Pero derrumban edificios históricos y se apropian de espacios que son propiedad de la nación para hacer supermercados, por ejemplo.

Finalmente, está la Tijuana de la nota roja, la de los criminales, para la cual no hace falta mayor presentación. Todos sabemos algo acerca de esta versión de la ciudad, de oídas o por propia experiencia.

Pero esta última Tijuana es para muchos, lamentablemente, la primera y única. Esta es la Tijuana que les da de hablar, de comentar, de escandalizarse, de opinar y juzgar a Tijuana.

¿Cómo me afecta, entonces ser tijuanense en estos tiempos violentos?

Hay una canción de tiempos pasados, cuya belleza descubrí no hace mucho: “This guy’s in love with you”, en la versión interpretada por Herb Alpert, la que además le daría su primer Número Uno en el Billboard, cuando destronó a la entrañable “Mrs. Robinson” de Simon & Garfunkel, en junio de 1968.

Herb Alpert era uno de los ídolos de mi padre. Lo admiraba profundamente; decía que su música le daba lo que nada ni nadie le había dado en este mundo. Así de fuerte. Para mi padre, encontrarse con las melodías de Alpert era una experiencia inolvidable. Era además, decía mi papá, un gran trompetista, siempre cambiante y perceptivo a nuevas ideas. Sin embargo, Alpert fue un artista poco valorado, que no recibía el respeto que merecía su gran talento.

“Pero además de todo tiene una banda que se llama Tijuana Brass”, me decía mi padre. Alpert se había hecho acreedor automático al cariño de mi padre por haber elegido un nombre querido: Tijuana.

Aquí está la respuesta, entonces. Cuando quiero expresar mis sentimientos hacia esta ciudad donde nací, crecí y me convertí en la mujer que soy, pienso en lo que decía mi padre acerca de Herb Alpert.

Tijuana es mi Herb Alpert y un poco mas.

Y a pesar del narco, de los oportunistas y de todo aquello que se apropia de nuestra ciudad y la convierte en algo que no significa nada para mi, ni para mis recuerdos, a pesar de “ellos”, yo quiero a Tijuana y me gusta ser tijuanense.

Perfil del autor

Aprendiz de Madre, Malabarista del tiempo, Exiliada por Opcion, Cuestionadora de todo, Objetora de muy Poco, Activista de Closet, Escritora sin oficio.
Marga nació y creció en la ciudad de Tijuana, México. Actualmente radica en la ciudad de Pasadena, CA. junto a su esposo e hija de 18 meses. Es Licenciada en Comunicación egresada de la Universidad Iberoamericana, y comparte su tiempo entre vivir su maternidad a tope y escribir una columna semanal en su blog www.madresinsumisas.com.

10 comentarios

  1. Marga, mil gracias por enviarme el link. Estoy leyendo tus textos y me han dejado una sensación agridulce, triste, pero muy esperanzada en que un día podamos hacer la diferencia en este país, para nuestra gente. Será un placer seguirte leyendo aquí y en TW. En este nuevo año, deseo lo mejor de lo mejor para ti y tu familia. Abrazos afectuosos.

  2. Buen día,

    Me siento muy feliz de haber ledio esto. Yo amo Tijuana, no soy tijuanense pero la ciudad me ha adoptado y me ha formado. Por Tijuana, por su gente, por sus opotunidades, por su increible diversidad cultural, por esta ciudad soy la perosna que soy. Nunca dejare de manifestar mi fe por esta aunque la mayoria de la gente a mi alrededor se sienta cansada.

    1. Gracias por tu comentario, creo que es muy importante lo que dices, porque es una realidad: mucha gente esta cansada y no es para menos, sin embargo, los únicos que realmente van a hacer que las cosas cambien, son la gente como tu, la que quiere a Tijuana.

      Un abrazo

      Marga

  3. Deseo agregar que también hay otra Tijuana, y es la de las personas que hemos sido adoptadas por esta ciudad. Yo ni intente cruzar al otro lado, ni me deportaron, ni naci aqui. Simplemente por cuestiones personales decidi venir a estudiar a Tijuana y supongo que tome agua de la presa porque aqui me quede, he formado una familia y me siento tijuanense. La quiero tanto como el que mas, aunque a veces me mal pague.

  4. Es cierto, muchos quieren volver, pero a sus casas en Los Angeles o los otros lugares de donde los deportaron. Aquí dejaron un pedazo de vida. Allí no cambiaron las condiciones que les hicieron emigrar. Sin embargo, el cruce se ha hecho dificilísimo: tan caro que hasta vendiendo lo poco que les queda en su lugar de origen no lo pueden pagar; peligroso porque el paso por el desierto atenta contra su salud y su propia existencia; y riesgoso porque el porcentaje de aquellos que son interceptados y devueltos otra vez también sube y es altísimo. Hace un par de años un ‘cuate’ del otro lado que esperaba que se formara un grupo para cruzar me contaba que era su décimo intento. Había vendido las vaquitas para venirse y… las perdió en el primer intento fallido, con coyote. Ahora cruzaba sin coyote… «Si esta vez no paso me vuelvo», me prometió. Quizás ya se lo había prometido a otro reportero cinco veces antes. Seguía dándole con su intento.
    Pero ya no. De modo que se pueden quedar para otra vez intentar cruzar, pero deben ser menos, o al menos eso creo.
    Pero me uno al saludo de Marga a la gente de Re-acciona Tijuana y la invitación para que, a través de ella publiquen aquí sus inquietudes.

  5. Marga, el otro dia en un cafecito alguien hizo un comentario , no cualquiera puede decir que es tijuanense…..solo los que vivimos aqui lo entendemos…..otra cosa escuche en el radio que si existe un programa de gobierno para que las personas deportadas sean trasladadas a su ciudad de origen, y decían que muchos de los deportados no quieren regresar y prefieren quedarse en TJ e intentar cruzar de nuevo.
    Y por ultimo quiero felicitarte de nuevo y ya quiero que sea jueves de nuevo.

    Saludos.

    1. Gracias por leer mi columna, por tus comentarios y por las porras. El programa del que hablas lo conozco y nada mas te digo que la gente prefiere ir a la Casa del Migrante, ademas no hay servicio medico, y si efectivamente hay gente que prefiere quedarse en TJ, por esa parte no podemos hacer nada, estan en su derecho.

      Felicidades a todos los que se unieron a la campana de Re-acciona Tijuana.

      Un abrazo

      Marga

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