Venezuela: reflexiones de la cuarentena

Estamos en casa, aislados físicamente del entorno social, pero conectados con los acontecimientos de Venezuela y el mundo.

La pandemia del Covid-19 nos confinó, pero las informaciones fluyen incesantemente por la TV, las redes sociales y los comunicados oficiales. Estos son los de un pésimo y oportunista gobierno que se engancha en el momento actual para intentar demostrar gobernanza. Decreta la emergencia sanitaria con lógicas medidas de restricciones a la circulación de personas, suspensión de la actividad laboral, reuniones públicas y manifestaciones, más la obligatoria cuarentena en el hogar.

Aun proviniendo de un gobierno de muy discutida legitimidad y de reiterada actuación dictatorial y represiva, entendemos que son medidas necesarias para procurar contener la expansión del contagio del virus.

No obstante, también debemos tomar en cuenta que con un servicio público de salud ruinoso y desabastecido es poco lo que se puede hacer. Es ruinoso porque la planta física de la mayoría de los hospitales no tiene suministro de agua ni ascensores que funcionen. Los baños no son aptos para uso humano. Los generadores eléctricos están inservibles y si funcionan no tiene el diesel.

Ruinoso y desabastecido

Está desabastecido porque la generalidad de ellos carece de medicinas y tiene poco material de primeros auxilios. Los tomógrafos, resonadores, respiradores y demás equipos con que fueron dotados tiempo atrás no funcionan desde hace varios años. En todo el país no hay más de 170 camas en las Unidades de Cuidados Intensivos.

Supongo que muchos pensarán que todo se debe a las sanciones. Pues bien, naturalmente que las sanciones tienen efecto nocivo para el gobierno y la población. Imposible negar eso. En este momento y desde mediados del 2018, cuando las sanciones dejaron de ser personales y se dirigieron a bloquear el movimiento financiero de los entes del estado, particularmente del Banco Central de Venezuela y Petróleos de Venezuela SA (PDVSA), las operaciones de pago a las importaciones se restringieron y encarecieron.

Para PDVSA vender el poco petróleo que extrae sólo es posible con costos adicionales de transporte y con descuentos de precio considerables. La consecuencia es que el gobierno recibe menos divisas para su funcionamiento, lo que debe incluir también la dotación de los hospitales públicos.

De manera que se castiga al gobierno pero también el pueblo sufre.

Sin embargo, el planteamiento objetivo del problema nos lleva a preguntar por qué los hospitales llegaron a este deplorable estado. Si para los años 2007, 2008, 2009 los nosocomios venezolanos fueron repotenciados, dotados de equipos y mantenían un flujo constante de medicinas y otros insumos médicos, ¿qué sucedió? No es que no existiesen sanciones en esos años pero nada parecidas a las actuales.

Cómo llegamos a esto

Entonces se limitaban a restringir visados para ingresar a Estados Unidos y a bloquear cuentas bancarias personales de funcionarios del gobierno de Chávez. También existían otras, menos directas, como las que publicitaban las conclusiones de las Calificadoras de Riesgo. Pero nunca fueron óbice para que tirios y troyanos hiciesen buenos negocios con los bonos de la deuda pública y de PDVSA.

Nos debemos preguntar igualmente, ¿es que la PDVSA de ayer tenía un desempeño como el actual? Sabemos que no. PDVSA producía 3.5 millones de barriles por día (B/D) en 1998 y cerró con 3.2 millones de B/D el año 2013. Esto no significa que andaba bien puesto que los planes del gobierno era que tuviese una producción de 4 millones para la fecha. Pero lo grave no está en que no creció sino en que sostenidamente comenzó a disminuir a 2.5, a 2, a 1.5, a un millón de B/D, hasta llegar a los 650 mil barriles diarios que hoy produce.

La decadencia no sólo fue en materia de producción petrolera, también lo fue aguas abajo. Las cinco refinadoras comenzaron a tener problemas operativos con paros forzosos por incendios, daños generados por impericia, falta de mantenimiento programado. Esto ya ocurría desde la época de Chávez. Fue agravado con la llegada de Maduro en 2013 y su plan de Chamba Juvenil que obligó a contratar a jóvenes sin preparación que pasaron de tareas de jardinería a operadores de válvulas.

PDVSA perdió su personal técnico porque no tenía caja para satisfacer sus justas aspiraciones salariales, sobre todo por las exigencias del proceso hiperinflacionario que afecta al país desde 2016. Si a esta relación le añadimos la rampante corrupción de los funcionarios de este insaciable gobierno, el resultado es una industria petrolera hecha jirones.

Pronóstico sin soluciones

Hicimos un rodeo largo, pero necesario. Retornemos al planteamiento de origen, relativo a las lógicas medidas tomadas por el Gobierno de Maduro para frenar el contagio de Covid-19 y a si existe la posibilidad de que tengan éxito como todos deseamos.

En resumen, queremos decir que si dependemos de la acción del gobierno, es poco probable que se salga adelante. Eso es porque la infraestructura hospitalaria está en muy mal estado y no hay fondos para atender la emergencia dada la poca capacidad de PDVSA de proveerlos.

De manera que la población depende de sus propios medios para solucionar sus necesidades habituales y sus urgencias. Ya lo viene haciendo. La inmensa mayoría de los venezolanos tiene o no un trabajo fijo que en su mayor parte depende de una institución pública. En consecuencia, tiene un sueldo bajo, probablemente el salario mínimo. Pero  también tiene otro oficio: revendiendo bienes, haciendo mecánica, reparaciones eléctricas, jardines, limpieza, taxista, etc.

Claro, esto se pudo hacer hasta antes del Decreto que declara la emergencia y restringe la circulación de personas.

El Gobierno no puede hacerse cargo

El panorama es muy oscuro, porque son muchísimas las personas que no podrán generar el complemento de ingresos que usan para comprar comida y, además, atender la emergencia. Comprar un broncodilatador para una madre y abuela enferma con neumonía, por ejemplo, será difícil y angustiante en estas condiciones. Eso es porque debido a ello tal vez los hijos no coman completo o, simplemente, no lo hagan. Acotamos que actualmente no hay notable escasez de medicinas en las farmacias. Pero si son muy costosas.

La conclusión de estas reflexiones recala en un escenario según el cual, el Gobierno de Venezuela no puede atender una emergencia de la magnitud que se avizora. Pero tampoco la población tiene los medios para hacerlo desde su casa.

Este sombrío ambiente puede llevar a una eclosión social de protestas violentas, incluyendo saqueos a tiendas de alimentos, farmacias u otras. Tampoco se puede descartar que se extienda a sectores residenciales de clase media, élites millonarias y los llamados “enchufados” que hacen dinero negociando con el gobierno.

Si el gobierno aprovechó la circunstancia de la pandemia para sacar a la gente de la calle y apagar las protestas, es probable que se haya equivocado. Podemos estar por presenciar un levantamiento popular caótico y violento impulsado por el hambre y la necesidad de atender emergencias de salud en el hogar, derivadas del contagio con el Covid-19 de sus seres queridos, sobre todo si son de la tercera edad.

¡Ojala no resulte así! Pero con el equipo gobernante actual, somos pesimistas.

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Autor

  • Fernando Vegas T.

    FERNANDO VEGAS T. Nació en Caracas, Venezuela en mayo de 1946. Casado con Violeta Clavaud. Tiene cuatro hijos e hijas, todos profesionales. Estudio Grammar y High School en los EEUU.  Obtuvo el título de Abogado en la UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA (UCV) de Caracas, el 18 de mayo de 1971. Tiene un Magister Scientiarum en Integración Internacional Económica en la misma UCV y una Especialización en Solución de Conflictos en el INSTITUTO DE ALTOS ESTUDIOS PARA LA DEFENSA NACIONAL (IAEDEN) de Venezuela. Entre los años 1971 y 1979 fue profesor de Sociología del Derecho en la Escuela de Derecho de la UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA (UCV). Es autor de dos novelas publicadas por Editorial Planeta: “LA VENGANZA DE LA MEDIA LUNA”, 1999, y “ALIANZA PERVERSA”, 2004. También: “COLOMBIA, LA PAZ SE NEGOCIA NO SE CONQUISTA”, Editorial Panapo, Caracas, 2007. Entre 2005 y 2015 fue magistrado del TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA de Venezuela como miembro de la Sala Electoral. Durante el período 2013-2014 presidió la Sala Electoral y fue Primer Vicepresidente de la Junta Directiva. FERNANDO VEGAS T. was born in Caracas, Venezuela on May 11, 1946. Married with Violeta Clavaud. Has four professional sons and daughters. He studied Grammar and High School in the United States. His grade of lawyer was achieved in the UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA (UCV) of Caracas in May, 18, 1971. He also has a Master Degree in International Integration of Economies in the same UCV and a Specialization in Solution of Conflicts in the INSTITUTE OF HIGH STUDIES FOR THE NATIONAL DEFENSE (IAEDEN) of Venezuela. Between 1972 and 1979 was professor of SOCIOLOGY OF LAW in the Law School of the UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA (UCV). Author of two novels published by Editorial Planeta: “LA VENGANZA DE LA MEDIA LUNA” (Revenge of Half Moon), 1999, and “ALIANZA PERVERSA” (Perverse Alliance), 2004. Also: “COLOMBIA, LA PAZ SE NEGOCIA, NO SE CONQUISTA” (Colombia, Peace has to be Negociated and not Conquered), Editorial Panapo, Caracas, 2007. Between 2005 and 2015 was Justice of the SUPREME TRIBUNAL OF JUSTICE OF VENEZUELA, as member of the Electoral Chamber. During the period of 2013-2014 chaired the Electoral Chamber and was First Vice-president of the Board of Directors.

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