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Zurciendo el Planeta, por Adriana Briff

Una respuesta colectiva para una vida sustentable

Este 22 de abril fue el Día de la Tierra, nuestro planeta, nuestra casa. El artista plástico Aldo Ciccione-Chacal aportó con su obra “El Planeta nos necesita”, una consigna imprescindible. “Es una frase que enunciamos al unísono y sin conocernos todos los habitantes del planeta, porque necesitamos cuidarlo. Es nuestro hogar, el único que tenemos».

«El cuerpo humano es el Planeta, somos el Planeta Tierra». Dibujo del artista plástico Aldo Ciccione-Chacal, diseñado para Hispanic LA.

Es bueno saber que somos muchos los que sentimos de esta manera, aunque vivamos sintiendo a diario una indiferencia suicida ante este exterminio. Nuestra especie ha llegado a límites alarmantes y las cifras lo confirman. Se sabe que la temperatura climática global para el año 2030 no puede subir en más de 1.5 grados centígrados, y hoy ya estamos en 1.3.

Salvar el planeta

Salvar el planeta es una tarea diaria de concientización y sabemos que ya vamos muy tarde. Por eso cada intento, cada proyecto comunitario para transformar y revertir esta hecatombe planetaria es una página de esperanza que se escribe en la historia de la humanidad. Una de esas páginas la viene escribiendo Dora Napolitano, una de las tantas mujeres fundadoras y miembro del grupo comunitario “Zurciendo el Planeta”.

Antropóloga, madre, maestra en salud pública y activa defensora de los derechos de las comunidades indígenas en la Amazonía peruana, Napolitano fue seleccionada en el año 2018 por el programa “Women4Climate” (Mujeres por el clima) para una tutoría de apoyo a fin de llevar adelante el proyecto de Familias Sostenibles “Zurciendo el Planeta”.

Dora reside en México y junto con cientos de mujeres y algunos hombres ha conformado talleres de bordados reutilizando telas y materiales reciclables.  Los tapices que allí confeccionan, unidos, pasan a ser muestras colectivas de conciencia ecológica.  Este colectivo está formado por mujeres que van desde los cinco a los 80 años de edad, prácticamente de todas las profesiones y ocupaciones.  No son bordadoras profesionales ni artistas en exclusividad, sino seres con la intención de unir con sus puntadas la conciencia por la vida. La tarea es reparar las tramas rotas que las corporaciones, la codicia y la soberbia de pensar que somos los dueños de este planeta, causan y llevan nuestra existencia al borde de la extinción.

‘Bosque de Esperanza’

Bosque de Esperanza es el nombre del proyecto que este año»Zurciendo el Planeta» lleva a cabo en América del Sur. Organizado desde una concepción de vida igualitaria, como es la tarea de coser, incluye obras originales de artesanas que van uniendo trozos de telas en diseños de árboles y paisajes de la naturaleza. Estas piezas conceptualizan la importancia de la vida y transmiten el mensaje fundamental:  la conexión del semejante con su hábitat.
Noemí, artista plástica y una de las bordadoras integrantes del proyecto, reside en la ciudad de Rosario, Argentina. Nos dice: “la idea es generar desde la interacción, la ayuda mutua, de igual manera que lo hace el bosque. Sus raíces se entrelazan y nos ayuda, junto con otros microorganismos y otras especies como los hongos y la flora más pequeña, a formar un todo. Los árboles pasan información por sus raíces y se ayudan mutuamente”.

«Esperanza es algo con plumas que se lleva en el alma» frase de Emily Dickinson, bordada para el Bosque de Esperanza por la artista plástica Noemí Torriggino.

Noemí explica con estas palabras la esencia de «Zurciendo el Planeta». Este proyecto itinerante se viene realizando en diferentes partes del mundo. Este año se lleva a cabo  en Argentina, en ciudades como Buenos Aires, Pergamino y Rosario. Esta última en los últimos años ha sido brutalmente castigada por incendios intencionales en  terrenos en las islas del Paraná. Estos siniestros son amparados por la  impunidad que da  la ausencia inexplicable de una ley de humedales que regule y proteja el medio ambiente.
“Es triste volver de la muestra, nos cuenta Noemí, y sentir el olor a quemado que viene desde las islas, te irrita y hasta no te deja dormir”. Pese al desánimo, la tenacidad se impone. Así como las puntadas pueden ser casi invisibles, no lo son estos testimonios de tela. El reciclado artesanal se convierte en conciencia comunitaria  en vez de contaminar suelos convirtiéndolos en desechos tóxicos.

Estas manos desde sus bordados silenciosos se unen. Muestran al mundo la conciencia que necesitamos internalizar para cuidar de nuestro planeta y de nuestra  especie.
“La idea general», nos cuenta Noemí, «es que en cada lugar donde se expongan las muestras de nuestros bordados, se comience un bosque originario local y quede allí para ser mostrado. Desde hace un tiempo se incorporaron árboles quemados, sumando también un bosque oscuro”. La consigna es mostrar la dura realidad pero bordando desde el tenaz optimismo y esperanza de cambio”.

Desde México al Sur pasando por Glasgow

En el año 2021 «Zurciendo el Planeta» con la participación de más de 150 bordadoras de Latinoamérica y Europa, fue parte de la COP 26 de Glasgow, Escocia.

Desde allí “Zurciendo el Planeta” difundió su concepción de activar en el mundo el reciclado de prendas usadas, revitalizando la idea del remiendo para evitar el consumo y la creación tóxica de cientos de basurales. Tristemente hoy muchos de ellos cubren el planeta como sucede en el desierto de Atacama.

Informar, educar y conectar

En cada una de estas muestras no sólo se exponen los diseños de bordados. También se realizan talleres de bordados y se imparten clases para enseñar la reutilización de telas. Las actividades son abiertas para todo aquél que quiera participar. Todas las muestras incluyen la  elaboración de un bordado colectivo con participación del público. Al mismo tiempo,  especialistas de temas ambientales y artistas ofrecen charlas sobre temas específicos de cambio climático o problemáticas de la región. 

Durante este mes de abril y mayo, la exposición, con el apoyo de la Municipalidad y la Universidad de la ciudad de Rosario, mostrará los trabajos de cientos de mujeres de Latinoamérica en el “Bosque de Esperanza”. Este es un proyecto de reciclaje textil que incluye  millones de puntadas por un futuro con la naturaleza. Como nos explica Noemí, «es la llamita de un fósforo encendiendo conciencias».

Autor

  • Adriana es educadora en el Distrito de San Carlos, California.Tiene una licenciatura en Comunicación Social de la Facultad de Ciencias Políticas, de la Universidad Nacional de Rosario. Madre de Dante, un joven autista de 23 años, Adriana disfruta en escribir crónicas diarias, que ella ha titulado "Fotos con palabras". Sus textos pueden verse en Facebook. También ha publicado en las revistas Urbanave y en Brando, del Diario Nación y Página 12 Rosario.

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