Bitcoin, el Gran Fraude
El 7 de noviembre del 2021 un Bitcoin se cotizaba a 67.414 dólares americanos, ese día publique en HispanicLA un artículo titulado “Bitcoin es una estafa”, lo pueden encontrar aquí.
El que avisa no traiciona
El análisis se basaba en la comparación entre las monedas criptográficas y el esquema Ponzi, ya que los altos rendimientos ocurrían a medida que se agregaban nuevos inversores y, se mantendría, mientras los que “ingresan” al sistema superan a los que “salen” del mismo.
El 12 de mayo del 2022, el Bitcoin cotizo a 26.755 dólares americanos, es decir que cayó un 60% en 6 meses, estimando que esta caída continuara por varios días, y llegara a los $20.000, ya que la estampida de inversores dio vuelta la balanza, superando con creces a los pocos que aún desean entrar.
Para ser claro, en noviembre del 2021 la capitalización del mercado mundial de criptomonedas superaba los tres billones de dólares, frente a un billón y medio que vale hoy.
Todos pierden
La caída del Bitcoin del 60% arrastro al Ethereum un 25%, a Solana, NEO y Cardano en un 35%, al Avalanche en un 40%, al NEM un 74%, al Dogecoin un 81% y a Terra y a Luna un 98%.
Incluso la principal moneda estable, el Tether, perdió su paridad, cotizando por debajo del dólar, demostrando que las monedas estables no son “tan” estables, confirmando la idea que no existe un espacio seguro en las criptomonedas.
Consideremos, por tomar un caso, que los inversores de Terra han perdido 45.000 millones de dólares en unos pocos días.
Si bien es verdad que los grandes inversores en criptomoneda son empresas o personas multimillonarias, que superarán rápidamente este mal trago, existen fondos de retiro que perdieron parte de la jubilación futura de sus socios, y cientos de miles de pequeños inversores, que han perdido los ahorros de toda su vida, tras una “zanahoria” inalcanzable.
Moneda antisistema
En realidad, muchos pequeños ahorristas creyeron en una moneda antisistema, que evade las regulaciones bancarias y burocráticas de los países, con la idea de que el crecimiento desmesurado de su valor les daría pingues ganancias, pero olvidaron que, al ser antisistema, también escapa de los derechos y garantías que las leyes regulatorias internacionales proporcionan.
Recordemos que en un principio las criptomonedas fueron un refugio para los capitales mal habidos, como el narcotráfico y la corrupción, porque su sistema descentralizado permite blanquear fondos espurios, sin pagar los impuestos que los gobiernos imponen.
Lo que ocurrió es que, como en cualquier esquema Ponzi, el ingreso de nuevos inversores hace crecer el valor, en base a la vieja regla de la economía de oferta y demanda, más demanda sube el precio, más oferta baja el precio.
Debacle y aprendizaje
Así como la crisis financiera del 2008, golpeo fuertemente a un gigantesco número de ciudadanos de clase media, que perdieron sus propiedades y ahorros, la crisis de las criptomonedas de mayo del 2022 puso un freno a esta loca idea que “la inversión remplaza al trabajo”.
En los últimos cinco años vimos nacer y desaparecer a más del 50% de las 36.000 diferentes criptomonedas, arrastrando ilusiones y ahorros de muchos incautos.
Personas como Elon Musk y Jeff Bezos han perdido varios miles de millones de dólares en esta crisis de criptomonedas, pero ellos comparan esta crisis con las caídas del mercado de valores, donde los inversionistas saben que las acciones que poseen pueden perder o ganar valor en cualquier momento.
En cambio, este colapso hizo chocar el Titanic de los inversionistas contra el iceberg, que todos sabían que existía, pero que nadie quería ver.
Futuro incierto
Indudablemente los cripto inversores han perdido la batalla por considerar a la criptomoneda como una alternativa de inversión y reserva de valor, pero debemos ser conscientes que aún está vigente la idea de que las criptomonedas reemplazarán las formas tradicionales de intercambio financiero, por ser prácticas y de fácil control.
Los cripto inversores saben que, en esta “guerra” perdieron la batalla económica, pero ganaron la batalla ideológica.