Cruzando Líneas: Un año sin cruzar

ARIZONA – Hace un año creíamos que esto del coronavirus era una exageración. Los casos eran aislados y casi siempre lejanos. Lo minimizamos. Planeamos viajes y vacaciones de Semana Santa, fiestas familiares y graduaciones. Pensábamos en ir y venir; dábamos por sentado que cruzaríamos la frontera para ir al supermercado, a partidos o festivales. Pero de un día a otro, siempre no.  Se cumplieron los rumores de un cierre fronterizo impuesto por una crisis sanitaria.

Dijeron que sería solo un mes. Y luego otro. Después uno más. Los mal pensados aseguraron que sería hasta las elecciones. El entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hacía hasta lo imposible para detener la migración y la pandemia le daba la excusa perfecta para formalizar sus intenciones. Él se fue, otro llegó y nosotros nos quedamos… y en el muro, todo sereno. Ya vamos por los doce meses así, ¡y lo que nos falta!

Pero no todos la sufren.

La pandemia ha demostrado que la brecha social se vuelve abismal incluso -quizá más- en la frontera. Los de allá no pueden cruzar y los de aquí podemos ir y venir. Estados Unidos se protege; México, recibe. En la Unión Americana se encierran; en México, se aguantan.

Las restricciones fronterizas no aplican para todos. Los más adinerados son los que viajan de un país a otro por turismo médico. Los de aquí van al dentista, a cirugía o a la farmacia. Los de allá llegan en busca de especialistas. Los que tienen más recursos, tienen acceso a mejores servicios de salud; los que pueden costearse un boleto de avión viajan, se vacunan y se atienden. No todo es parejo.

Y mientras, las ciudades fronterizas agonizan. Como muestra, Nogales. Del lado arizonense, los negocios sobreviven con el respirador artificial de la ayuda gubernamental; en el mexicano, vibran con los dólares que los turistas no han podido cruzar a gastar. No sabemos hasta cuándo o si vayan a sobrevivir.

Mientras tanto, las restricciones de cruce a Estados Unidos se extienden un mes tras otro con la esperanza de minimizar la propagación de un virus que ya nos marcó la vida.

Nunca nada volverá a ser igual. Sobrevivimos el uno sin el otro, muy apenas, pero lo seguimos haciendo. La apertura de la frontera quizá no llegue hasta que la mayoría estén vacunados y, como siempre, los más privilegiados seguirán siendo los primeros.

Autor

  • Maritza Félix

    Maritza Lizeth Félix es una periodista, productora y escritora independiente en Arizona. Nació en Magdalena de Kino, Sonora, México. La frontera ha sido su hogar y su inspiración por más de 15 años. Su trabajo ha sido publicado en importantes periódicos de Estados Unidos, México y otros lugares del mundo, así como en las principales cadenas de televisión de habla hispana Univisión y Telemundo. Actualmente trabaja de manera independiente para la Organización Editorial Mexicana, Channel 4, Proyecto Puente, Uniradio Noticias, Telemax y Prensa Arizona. Fue reportera en el documental “Misterios de la Fe”, de Discovery Channel y fungió como productora del documental de la frontera de Estados Unidos y México para la serie televisiva “The Wall”, un trabajo investigativo mundial realizado por Rondo Media, del Reino Unido. También ha sido productora de proyectos especiales como coberturas políticas, electorales y de inmigración para Al Jazeera y fue la productora de investigación en el galardonado reportaje “Risking It All For America – Riding The Train Of Death”, de Channel 4 en Inglaterra. En 2011 fue nombrada por Chicanos Por La Causa como una de los “40 Líderes Hispanos menores de 40 años” en reconocimiento a su trabajo periodístico e influencia en el estado. Félix ha ganado cinco premios Emmy y fue la primera ganadora del premio a la “Mejor Crónica Escrita en Estados Unidos”, de Nuevas Plumas. También ha recibido múltiples galardones del Arizona Press Club por sus reportajes. En 2012 y 2013, la revista Phoenix New Times la nombró como la “Mejor Periodista de Habla Hispana” en Arizona. Maritza está felizmente casada y es mamá de unos mellizos curiosos que retan y alimentan su imaginación todos los días y llenan su vida de alegría, amor y carcajadas.

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