Día de la Madre: «Y si les falto…»

En el Día de las Madres, preguntas sobre las dudas y temores que acechan a hijos y madres en la incierta experiencia de vivir.

ARIZONA – No le tenía miedo a la muerte. En mi casa hablamos de ella bastante seguido. Es inevitable. El año pasado se fueron varios de nuestros seres queridos más cercanos. Mis hijos vieron cómo la abuela lloraba en silencio por sus hermanos; nunca la habían visto así de desconsolada. También saben que  mi papá “se convirtió en estrella” cuando yo era muy pequeña y se imaginan que, irremediablemente, todos terminaremos en el cielo.

Los mellizos saben que la vida se nos va en un instante. Ellos no piensan que nos desaparecemos, sino que nos transformamos: del cuerpo al alma; del alma al cielo; del cielo a las estrellas. Eso -dicen- ni la pandemia lo para. El encierro los ha hecho más conscientes y nos ha convertido en una bola de empalagosos enamorados. Vivimos sabiendo que no tenemos el tiempo comprado; pero ninguno queremos que se nos acabe. Por eso me pegó tan duro la realidad en una tarde de caminata.

-Mamá, prométeme que cuando te conviertas en estrella buscarás mi ventana, todas las noches, TODAS, para que yo pueda pedirte un deseo -dijo Matías, de la nada, mientras correteaba por el canal que hay detrás de nuestra casa. Me apretó la mano y me vio a los ojos con intensidad.

-No solo me voy a acercar a tu ventana, me voy a meter a tu cuarto y te voy a jalar los pies y a tronar todos los ejotes, hasta los del pícaro gordo -bromeé.

Nos reímos, ellos con carcajadas y yo con nostalgia. No quiero convertirme en estrella todavía, ¡no! Tenemos tantas aventuras por vivir y cuentos por contar; quiero ver sus caras cuando aprendan a andar en bicicleta sin llantitas o se enamoren o se gradúen de la universidad. Quiero que sembremos flores y no se mueran.

Cuando nacieron prometí amarlos desde su primer suspiro hasta el último mío, pero me aterra quedarme a medias. Apenas van cinco años. Y si les falto, pienso y se me encoje el corazón, se me enredan las tripas, se me va el aire y se colapsa la boca de mi estómago.

Tampoco quiero ser fatalista, pero viene el Día de las Madres. Pienso en la suerte que tengo de vivir lo que nunca soñé: las guerras de almohadas, las noches de desvelo materno, las carcajadas y las bobadas, las ocurrencias infantiles, las manitas pintadas y la bendita oportunidad de repetir todas las frases que tanto le criticaba a mi mamá.

Qué privilegio es poder rezongar porque no se duermen temprano o no juntaron los legos; qué maravilla es poder usar la imaginación para decirles que no son vacunas, sino súper poderes y que el brócoli se convierte en los músculos de Batman. Qué bendición es cerrar los brazos con ellos dentro.

Qué responsabilidad es saber que muchas madres no tienen eso, que sus pechos están fríos y sus párpados arrugados por la tristeza, la separación y la culpa. También pienso en aquellas que sobaron panzas y nunca escucharon un llanto, y en las que tienen hambre en las entrañas; quisiera abrazarlas, sin decirles que todo estará bien, porque no siempre es así. No necesitan compasión, sino amor, mucho, es que a mí por alguna buena fortuna, me desborda. Y me descubro muy egoísta porque no quiero que se me acabe.

Y vuelvo a tener miedo. Ese nunca se va. Pero luego los escucho roncar quedito o saltar con carcajadas escandalosas, y los observo jugar haciendo voces y llorar con las greñas enredadas; los veo vivir felices, con tanto descaro, que decido hacer las pases con mis fantasmas. Estoy aquí, con ellos, encerrada y abrumada, pero enamorada hasta el tuétano.

Y si les falto, que se acuerden que me hicieron muy muy muy feliz. Y si les falto, que les quede todo el cariño que les di. Y si les falto, que sepan que me convertiré en estrella, luna y sol para acompañarlos en esta y otras galaxias. Y si les falto, que les sobren mis recuerdos. Y si les falto, que les florezca el amor.

Feliz Día de las Madres… toda mi admiración y respeto a las miedosas como yo.

Autor

  • Maritza Félix

    Maritza Lizeth Félix es una periodista, productora y escritora independiente en Arizona. Nació en Magdalena de Kino, Sonora, México. La frontera ha sido su hogar y su inspiración por más de 15 años. Su trabajo ha sido publicado en importantes periódicos de Estados Unidos, México y otros lugares del mundo, así como en las principales cadenas de televisión de habla hispana Univisión y Telemundo. Actualmente trabaja de manera independiente para la Organización Editorial Mexicana, Channel 4, Proyecto Puente, Uniradio Noticias, Telemax y Prensa Arizona. Fue reportera en el documental “Misterios de la Fe”, de Discovery Channel y fungió como productora del documental de la frontera de Estados Unidos y México para la serie televisiva “The Wall”, un trabajo investigativo mundial realizado por Rondo Media, del Reino Unido. También ha sido productora de proyectos especiales como coberturas políticas, electorales y de inmigración para Al Jazeera y fue la productora de investigación en el galardonado reportaje “Risking It All For America – Riding The Train Of Death”, de Channel 4 en Inglaterra. En 2011 fue nombrada por Chicanos Por La Causa como una de los “40 Líderes Hispanos menores de 40 años” en reconocimiento a su trabajo periodístico e influencia en el estado. Félix ha ganado cinco premios Emmy y fue la primera ganadora del premio a la “Mejor Crónica Escrita en Estados Unidos”, de Nuevas Plumas. También ha recibido múltiples galardones del Arizona Press Club por sus reportajes. En 2012 y 2013, la revista Phoenix New Times la nombró como la “Mejor Periodista de Habla Hispana” en Arizona. Maritza está felizmente casada y es mamá de unos mellizos curiosos que retan y alimentan su imaginación todos los días y llenan su vida de alegría, amor y carcajadas.

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