En el Día de la Mujer: aumentó la mortalidad materna mundial

Cada día 800 mujeres fallecen al dar a luz

Esta trágica cifra planetaria se considera con relación al 8 de marzo, día internacional de la mujer. El indicador lo brinda un reporte reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La sorpresa es mayor al considerar que muchos de los datos de los países todavía no toman totalmente en cuenta las circunstancias después de la pandemia. Lo más probable es que los escenarios actualizados nos brinden números más sombríos.

Datos de marginalidad y pandemia

Los datos en el caso de América Latina y el Caribe (ALC) tampoco se apartan de las tendencias mundiales, aunque para variar, existen diferencias significativas entre países. De esa cuenta se tiene que, en el ámbito regional, el promedio del indicador de mortalidad materna -número de mujeres que mueren por cada 100,000 niños nacidos vivos- es de 85.

Los países mejor posicionados como era de esperarse son los más funcionales de la región: Uruguay, 14 por cada 100,000 nacidos vivos; Chile, 22; y Costa Rica -relativamente distanciándose- con 38. En el otro extremo, los países menos funcionales, es decir que dan muestras de ser sociedades más excluyentes son: Haití, 380; Bolivia 200; y Guatemala, 140.

El reporte de la OMS, dado a conocer este recién concluido mes de febrero de 2023, muestra datos más actualizados por parte de los países que tienen sistemas estadísticos más funcionales. Por ejemplo, se puede apreciar que en Europa, este índice de mortalidad materna se incrementó en 3.8% al año, al considerar el período entre 2016 y 2020. En este caso sí se estaría contemplando el impacto de la pandemia, situación que puede actuar como un “cisne negro” -un acontecimiento extraordinario- afectando el desempeño de la variable.

Estimaciones basadas en datos preliminares estarían evidenciando que en Latinoamérica, en ese mismo período (2016-2020) este indicador de mortalidad materna se habría incrementado en un 3.5% de manera anual. Desde luego este resultado es producto de una apreciación basada fundamentalmente en la tendencia, toda vez que existen países en los cuales las estadísticas son difíciles de precisar.

África y la extrema vulnerabilidad

Al considerar números totales, se hace notoriamente trágico el indicador de que el 70% del total de muertes de mujeres ocurrió -en 2020- en los países de África, al Sur del Sahara. Es más, según un análisis dado a conocer por la revista The Economist, 1 de cada 40 mujeres en la región subsahariana muere durante el proceso de parto.

Como se sabe, en general en las clasificaciones de las regiones mundiales, se tiende a agrupar a Norte de África y Medio Oriente -por lo general países petroleros- y por otra parte, a distinguir a los países más pobres al sur del Sahara.

Las causas de estos números trágicos se ubican en el contexto de la pobreza, tanto total como extrema. Se tienen recurrentes carencias básicas y aún muchos gobiernos no aceptan que este indicador pertenece a los derechos básicos de salud en particular entre los sectores más vulnerables, que coinciden con ser grupos en los cuales se tienen altas tasas de fecundidad y natalidad.

La maternidad durante la infancia

Como parte de los problemas de la pobreza se ha identificado también variables asociadas, tal el caso de los matrimonios con niñas, matrimonios infantiles, así como embarazos de adolescentes.

Producto de un estudio realizado en América Latina, tomando en consideraciones 68 variables cualitativas, se intentó determinar cuál era el factor de mayor efecto multiplicador, es decir el aspecto estratégico o de amplias repercusiones reiterativas. Aunque existe un gran conjunto de factores interdependientes, lo que aseguraba más la permanencia de las personas, especialmente mujeres, en los círculos de pobreza era el embarazo de adolescentes.

Este componente que se refiere a prácticamente niñas teniendo niños, impide la continuidad de la educación -si es que se alcanza cobertura y se tienen mínimos aceptables de calidad. A partir de esto se compromete también la posibilidad de conseguir un trabajo con notable remuneración, de allí que muchos de estos sectores sobrevivan en los vericuetos de la economía informal. Relacionado con ello, los embarazos de adolescentes también hacen más factible las carencias de cuidado y de alimentación de los pequeños.

Desnutrición y marginalidad

Un ejemplo dramático en relación con esto último: en Guatemala no menos de un 47% de los niños menores de 5 años, padecen cierto grado de desnutrición. Es posible inferir que carencias en la formación cerebral en la primera infancia hacen que después, aunque la alimentación sea aceptable y se tengan servicios educativos, el daño es ya irreversible. Se trataría de generaciones pérdidas, de un futuro que se nos ha esfumado.

Como parte de los indicadores de desarrollo económico-social en Latinoamérica, la mortalidad materna a pesar de algunos avances da muestras de empeorar. Muchas veces –en particular en áreas rurales- las mujeres no tienen acceso a servicios de salud o bien prefieren la atención de comadronas.

De nuevo he aquí un doloroso resultado de la ineficiencia de instituciones. Las víctimas por lo general pertenecen a sectores pobres. Ellas engrosan ese total de muertes evitables en este Siglo XXI que nos ha tocado vivir. Para muchos sectores en varios países se impone la realidad mediante la cual los sorprendentes avances tecnológicos de salud existen, pero no están al alcance de todos. Esa brecha se manifiesta en pérdida de vidas que de otra manera no ocurrirían.

Autor

  • Giovanni E. Reyes

    Giovanni Efrain Reyes Ortiz, Ph.D. en Economía para el Desarrollo y Relaciones Internacionales, de la Universidad de Pittsburgh, con post-grados de la Escuela de Altos Estudios Comerciales -HEC- en París, Francia, y de la Universidad de Harvard. Ha sido Director de Integración Latinoamericana y del Caribe en el Sistema Económico Latinoamericano y Director de Informe en Naciones Unidas.

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