¿Directo al matadero?
Todo vuelve a la normalidad en Arizona a pesar de estadísticas que muestran que casos de COVID-19 han aumentado un 115% y expertos del sector de salud suenan la alarma
ARIZONA -Pareciera que la pandemia fue (es) un sueño. En las calles, la mala memoria colectiva hace de las suyas; en los hospitales todavía se vive la pesadilla y muchos no despiertan de ella. Así es Arizona a poco de un mes de la reapertura gradual: Protestas masivas, bares a reventar, centros comerciales abiertos y restaurantes atiborrados; ya hay fiestas, muchas, como si hubiera sido hace tanto eso del coronavirus.
Pero no.
Lo estamos pagando caro; así pasa cuando nos ganan las prisas y las carencias. Pudo más el bolsillo que la sensatez. Le apostaron al sentido común porque es siempre lo más fácil de hacer, pero con los seres humanos es lo más difícil de conseguir; así se culpa al que no lo tiene y se sacrifica al que le sobra. Así es nuestra sociedad… y los que toman las decisiones lo saben bien; están dispuestos a asumir los riesgos porque, al sacar las cuentas, ellos nunca terminan pagando. Qué fácil es siempre es dar como ofrenda al otro.
Situación crítica en Arizona
En Arizona ya se han sacrificado a muchos. Los casos de Covid-19 han aumentado en un 115%. En un “buen día” solo se reportan 500 casos, pero son los menos; casi a diario se confirman más de mil infectados. Y nada lo para. Desde el 15 de mayo, el día que expiró la orden de quedarse en casa, se han cuadriplicado las hospitalizaciones. Arizona está, aunque el gobierno no lo quiera aceptar, en un estado de emergencia sanitaria.
Y aún no sacamos cuentas de las protestas o las largas noches de fiesta en los bares. Dos semanas más para saber los resultados. Entonces, para julio podríamos estar en ese pico de la curva que -dice el gobernador Ducey- que poco a poco se está aplanando. Los médicos tienen otros datos.
Un futuro incierto
Mientras las autoridades de salud defienden la postura oficial, los médicos en el campo no presagian un buen futuro: quizá en menos de un mes no habrá camas ni ventiladores; tal vez no se den a basto. Entonces, solo quedarán dos opciones: Retroceder y obligar a la gente a permanecer en sus casas o empezar a instalar hospitales temporales para evitar que se mueran los menos. Quizá las dos.
Lo que preocupa más es el contagio silencioso. Con más pruebas disponibles, más resultados positivos; pero, ¿qué pasa con aquellos que no tienen un seguro médico?, ¿quién cuenta a los indocumentados que por miedo se aguantan los síntomas en sus casas?, ¿quién suma a los desamparados?, ¿quién sabe cuántos asintomáticos siguen en las calles?
Las cifras oficiales nunca demuestran la realidad social, siempre hay que sumarles: más casos, más niños enjaulados, más deportaciones, más dinero extraviado, más políticos corruptos, más fondos desviados, más campañas políticas, más intereses disfrazados, más, más, más para ellos y, por consiguiente, menos, menos, menos para el pueblo.