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El lucrativo negocio de guiar migrantes en el Darién

En la frontera entre Colombia y Panamá se ha establecido un millonario emprendimiento comercial que asiste a los migrantes a sortear la difícil travesía por la selva

Para los migrantes que escapan pobreza, guerras y desastres naturales, hay muchos caminos que conducen al Sueño Americano. Uno de ellos es el que pasa por el Tapón de Darién. Una franja de 66 millas entre Turbo, Colombia, y Yaviza, Panamá que está poblada de junglas, ríos, montañas y todo tipo de peligros que algunos de los hombres, mujeres y niños no sobreviven.

En los últimos meses el tráfico humano de hombres, mujeres y niños de todas partes del mundo es tan intenso que ha atraído el interés de los lugareños que ahora ya no lo ven como una molestia, sino que como una oportunidad. Una oportunidad comercial que provee comida, equipo, guías y transporte a los migrantes que estén dispuestos a pagar.

Transporte, guías y comida

Como lo sugiere Julie Turkewitz en un artículo que publicara en el New York Times, hay todo tipo de servicios. El transporte en bote para llegar al estrecho cuesta alrededor de $40 dólares. Por $170 se puede contratar un guía para el tramo inicial de la caminata que llega hasta la frontera con Panamá. Si se busca un poco de comodidad, un maletero puede cargar la mochila por $100. Por supuesto no puede faltar la comida: un plato de pollo con arroz, $10.

La iniciativa es tan sofisticada que, para quien cuente con dinero, hasta se ofrece un paquete con toda una variedad de servicios, incluyendo una carpa donde dormir, botas apropiadas para el terreno y otros extras. Servicios que hasta se anuncian en internet.

Lo interesante, aunque nada sorprendente, es que si bien los lugareños aportan su conocimiento del complicado terreno y la logística necesaria, detrás de todo esta iniciativa empresarial estarían prominentes figuras del mundo comercial y político de la región que están haciendo millones de dólares por mes.

Como Turkewitz reporta, estas figuras destacadas de las comunidades locales no tienen ningún problema en reconocer que ellos están detrás del emprendimiento comercial. Es más, no lo ven como algo ilegal o contribuyendo a un problema, sino que como una asistencia humanitaria a un fenómeno que está fuera de su control y en el que ellos aportan su granito de arena para aliviar la difícil situación que experimentan los migrantes.

Y por supuesto, ese granito de arena se traduce también en grandes beneficios económicos para estas comunidades perdidas en regiones inhóspitas que hasta ahora no tenían ningún tipo de incentivos económicos.

Crisis humanitaria

Años atrás, no eran muchos los que se atrevían a cruzar el Darién. Las historias de esqueletos en el camino de los que no llegaban disuadían a muchos. Un estudio indica que entre 2014 y 2021, alrededor de 253 personas murieron intentando cruzar. Pero crisis políticas en diferentes países sudamericanos y la desesperación ha incrementado monumentalmente el número de migrantes a quienes no les queda otra opción que enfrentar el peligro.

Las 66 millas del Darién incluyen los peligros de la selva, montañas, ríos, dengue y malaria. Foto: NYT

En los primeros ocho meses del año, las autoridades panameñas registraron el paso de 360,000 personas. Un récord que sobrepasa el cuarto de millón que cruzaron el Darién en 2022.

Esto ha alarmado a las autoridades estadounidenses y en abril representantes del gobierno colombiano y panameño, con el apoyo de Estados Unidos, firmaron un acuerdo de seguridad que llevaría a un patrullaje intensivo de la región a fin de limitar el flujo de migrantes que cruzando América Central y México buscan entrar en Estados Unidos.

Pero después de las fotos y los discursos poco o nada ocurrió. Ni Panamá ni Colombia intensificaron las patrullas y el control de migrantes, ni Estados Unidos se quejó. Todo lo contrario, de acuerdo a la investigación del New York Times, parecería que las autoridades policiales locales no tienen ningún interés en intervenir e indican que no es su responsabilidad, sino que de las autoridades migratorias nacionales. Hasta el mismo presidente colombiano Gustavo Petro confirmó que el estado no tiene control de la región y se lavó las manos del asunto apuntando a las políticas estadounidenses, en referencia a Venezuela, como causantes del problema.

La Fundación

Y como el estado colombiano y el panameño brillan por su ausencia, los locales tomaron las riendas del asunto y crearon una entidad, la Fundación Social Nueva Luz del Darién, que provee servicios para los migrantes que llegan a Acandí y con destino a la frontera panameña.

Con el crecimiento masivo de migrantes, especialmente venezolanos, la fundación creció y tiene más de 2,000 guías y cargadores de mochilas que visten camisetas numeradas de diferentes colores.

Los servicios incluyen desde el básico plato de comida hasta un paquete con guía, cargador y carpa. Después que el migrante abona por los servicios, recibe un brazalete que identifica el servicio que ha adquirido.

¿Un negocio legal?

La pregunta que se han hecho muchos es si lo que la Fundación hace es legal. Sus líderes enfatizan que ellos proveen servicios dentro de Colombia y nunca llegan a cruzar la frontera.

Legal o no legal lo que queda claro es que las autoridades no intervienen. Y se ha sugerido que esta inacción estaría relacionada con que se estarían beneficiando del millonario negocio.

En el campamento de Las Tecas, Colombia, cientos esperan para emprender la peligrosa travesía. Foto: NYT

Además, hay que tener en cuenta que la región se encuentra en un territorio remoto que es controlado por las Autodefensas Gaitanistas de Colombia. Un poderoso grupo de guerrilleros conectados con el narcotráfico que están asociados con el Clan del Golfo.

Aunque las Autodefensas emitieron un comunicado asegurando que no se benefician del flujo migratorio, por otro lado, esto parecería estar desmentido por el ´impuesto´ de $80 dólares que los migrantes deben pagar para atravesar la región. Una transacción que queda formalizada en un recibo que los mismos guerrilleros emiten.

Una nueva Darién

La región ha cambiado dramáticamente. De una zona selvática olvidada en un rincón del continente, ha pasado a ser un punto estratégico con repercusiones políticas en Estados Unidos. Y por ahora, parecería que no se percibe ninguna solución a corto plazo. Es más, no sorprendería si antes de fin de año se llegue a medio millón de migrantes que crucen el Tapón de Darién.

El cambio que experimenta la región, por supuesto, está conectado en gran medida con las crisis que impactan países como Venezuela y Haití, las repercusiones económicas de la pandemia y los cambios en las reglas migratorias que, por ejemplo, prohíben que migrantes tomen un avión a México u otros países cercanos a la frontera estadounidense. Lo que deja como única alternativa el tener que caminar hacia el Sueño Americano.

Lo que nadie cuestiona es que la introducción de todos estos servicios y logística que la Fundación provee ha redundado en beneficios para la población local en materia de empleos y una robusta actividad económica que nunca nadie se imaginó. Y, al mismo tiempo, un ordenamiento del flujo migratorio que ha disminuido las muertes de migrantes.

Pero esto se da solamente hasta la frontera con Panamá. Más allá, sigue la selva. Una selva que en la porción panameña es aún más peligrosa. Y accidentes, el dengue, la malaria, siguen sumando víctimas. De acuerdo a un reporte de las Naciones Unidas, en este segmento final de Darién, el año pasado hubo 140 muertes. El triple del año anterior. Pero para quienes buscan la esperanza de una vida mejor, lejos de la pobreza, lejos de la inseguridad, no hay nada que los pueda disuadir.

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Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California, administrados por la Biblioteca del Estado de California y el Latino Media Collaborative.

Autor

  • Martín Ocampo

    Escritor y periodista de Paysandú, Uruguay, quien actualmente reside en Nueva York, EE.UU., en donde ha trabajado en diversos medios. Su corazón es charrúa y su pluma es latina.

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