Hay que cancelar los juegos olímpicos

En Tokio, Japón, comenzarán este viernes los Juegos Olímpicos, postergados en marzo del año pasado por el azote del coronavirus. 

Miles mezclados entre sí

Aunque no se admiten visitantes del extranjero y se limita severamente la asistencia del público local a los juegos, llegan 11,000 deportistas y más del doble entre periodistas y funcionarios. 

En las próximas semanas, miles de ellos se mezclarán entre sí y competirán con un ojo puesto en los resultados de sus últimos exámenes del coronavirus.

La idea de que un país tan próspero como Japón está por encima de las preocupaciones del COVID es falsa. Solo el 25% de su población se ha vacunado, y las vacunas escasean al punto que el país reduce su meta diaria de 1.5 a 1.2 millones de vacunados. Y si bien los organizadores dicen que la mayoría de los participantes estarán vacunados, esto no es un requerimiento para la participación. 

Diez mil voluntarios japoneses renunciaron a participar. No por nada el 80% de la población se opone a los juegos. 

Y el Departamento de Estado recomienda a los estadounidenses no visitar Japón. 

Esta no es la manera de celebrar los juegos olímpicos. 

Cancelar los juegos olímpicos

Por la salud de los deportistas y demás participantes; por el espíritu olímpico, es necesario cancelar estos juegos y dedicar el esfuerzo a vencer el coronavirus a nivel mundial. 

No sería la primera vez. No se celebraron juegos olímpicos durante los años de las guerras mundiales; de hecho, entre 1936 y 1948.

Es absurdo que slos gobiernos envíen delegaciones solo para resaltar su prestigio, cuando muchos de ellos son incapaces de reducir el ataque del COVID-19 en sus fronteras. 

La razón por la que se postergaron los juegos en marzo pasado todavía subsiste. 

A principios de semana, se detectaron los primeros casos entre los atletas dentro de la Villa Olímpica. Dos jugadores de fútbol de Sudáfrica dieron positivo, previo al partido inaugural con Japón. Son al menos 67, entre atletas, funcionarios y trabajadores los que han dado positivo en julio hasta el día 20. 

Lo mismo un jugador de voleibol de playa de la República Checa, cuya federación pidió postergar el partido del lunes.  Y hay más. 

El deporte del dinero

La concentración de deportistas, periodistas, personal auxiliar y su cercanía física generan peligro de transmisión del virus, por lo que lamentablemente los casos de contagio aumentarán. 

Pero la salud de los participantes parecen no ser lo más importante para los organizadores. 

Becca Meyers, una nadadora estadounidense sorda y ciega, se retiró de los Juegos Paralímpicos paralelos después de que dijo que el Comité Olímpico denegó su solicitud de traer a su madre para que fuera su asistente de cuidado personal.

Lo que está sucediendo en Tokio es una muestra del estado deteriorado del deporte mundial, en donde lo que menos importa son los principios olímpicos.

Prevalecen en cambio los deseos del Comité Olímpico por asegurarse los ingresos por transmisión y patrocinios, y la ansiedad de los organizadores japoneses por recuperar las inversiones. 

El COI – Comité Olímpico Internacional y el gobierno japonés decidieron realizar los juegos a como dé lugar. Independientemente de los resultados, perderán los atletas y el deporte mundial.

En gran medida, estos juegos carecerán del espíritu olímpico, de la vitalidad característica. Serán  unicamente un espectáculo para TV, en donde se ponen en riesgo miles de vida para no perderse los contratos existentes. 

Pero aunque podrían pagar un alto precio, no tienen ni voz ni voto. 

Gastos gigantescos y alza en los contagios

Se han gastado hasta ahora más de 20,000 millones de dólares, incluyendo proyectos gigantescos de infraestructura, como ser ocho nuevas sedes, incluyendo, a un costo de $1,400 millones,  el nuevo Estadio Nacional, que es donde inician y terminan los juegos. 

Las disposiciones de seguridad implican que los atletas vivirán de hecho confinados y sin contacto con los de otros países, todo lo cual atenta contra el verdadero espíritu de los juegos, los vacía de contenido y deja en su lugar solamente la huella del dinero. 

Sí, le temen al coronavirus y pretenden hacer todo para confinarlo, aislarlo, doblegarlo. Algo imposible mientras se realicen los juegos.

En el último mes, cada día se reportó un número más elevado de nuevos casos de COVID-19 que la semana anterior, para 1,410 casos diarios solo en Tokio. El aumento semanal es dramático: 40% y para mediados de agosto llegarán a 2,400 casos diarios. De hecho, la capital nipona vive un estado de emergencia hasta el 22 de agosto.

En mayo, seis mil médicos japoneses firmaron un petitorio demandando cancelar los juegos. 

El Comité Olímpico Internacional y el gobierno japonés le han dado prioridad al éxito financiero de los juegos por encima de la salud del público y de paso haciendo añicos el espíritu olímpico.

 

 

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