Justicia con las víctimas de crímenes en Los Angeles
El apoyo y los servicios para las victimas del crimen deben ser proporcionados por la comunidad, no por las agencias policíacas
California pone en riesgo la seguridad de sus residentes cuando exige demasiado a su sistema de justicia penal.
Sin embargo, nadie experimenta más daño y recibe menos ayuda, que las víctimas del crimen, debido a su actual y enorme dependencia a la política de encarcelamiento. En lugar de la prevención y la sanación, en particular las personas pobres, de color, sean jóvenes o muy mayores, o bien LGBT, todas las cuales tienen un mayor riesgo estadístico de verse afectadas por la delincuencia o la violencia.
Lo sé, porque después de que mi cuñada, Laura Sánchez, fuera asesinada en 2007, ayudé a fundar una organización, llamada en su memoria: «L.A.U.R.A.» (Life After Uncivil Ruthless Acts), que apoya a los sobrevivientes del crimen en el centro-sur de Los Ángeles.
Una de las lecciones que he aprendido de este trabajo, es que los servicios para víctimas ofrecidos por el estado de California, a los que se accede a través del sistema de justicia penal, rara vez llegan a las personas latinas que experimentan daños y pérdidas. Por ello, L.A.U.R.A. participa en la Campaña Yo Soy/Somos Sobrevivientes, una iniciativa innovadora que ofrece servicios a las víctimas a través de organizaciones comunitarias sin requerir que la policía o los fiscales actúen como encargados de la ayuda.
La comunidad latina, que comprende la mayor parte de las personas con las que trabaja L.A.U.R.A., es especialmente vulnerable a ser excluida de los servicios para víctimas.
Las razones son manifiestas.
La interacción con la policía u otros funcionarios del sistema de justicia, hace surgir el fantasma de las acciones de inmigración, que pueden poner a las personas en riesgo. Incluso latinos que son ciudadanos de Estados Unidos o que están completamente dentro del estatus legal, pueden ser reacias a ponerse en contacto con las fuerzas del orden, por temor a que hacerlo, pueda generar involuntariamente consecuencias negativas para un familiar o un amigo.
Además, existen predisposiciones culturales, que hacen que los latinos sean menos propensos, a preguntar a los representantes de autoridad cómo acceder a la ayuda, cuando esta información no se ofrece fácilmente.
Por último, es posible que los organismos encargados de hacer cumplir la ley, no tengan la competencia cultural, incluido el dominio del idioma español, necesaria para comunicar esta información de manera eficaz.
Las consecuencias de esto son graves. A principios de este año, una encuesta realizada a víctimas de crimen en Los Ángeles, reveló que sólo una de cada cuatro afirmó haber recibido información sobre los servicios para víctimas de crimen. Y quienes ganan menos de $75,000 al año, tenían incluso menos probabilidades de haber recibido esta información.
La Campaña Soy/Somos Sobrevivientes corregirá esta injusticia, administrando el apoyo a las víctimas a través de organizaciones comunitarias como L.A.U.R.A.; sin necesidad de cosas como informes policiales o evidencias de cooperación con las fuerzas del orden e inmediatamente después de un incidente violento.
Las organizaciones comunitarias participantes no tienen la carga autoritaria asociada con el sistema de justicia penal. Son culturalmente competentes y se sienten completamente cómodas atendiendo a las personas, que no pueden hablar inglés. Lo mejor de todo, han pasado años desarrollando una reputación como socios de confianza dentro de las comunidades a las que sirven.
No tengo ninguna duda de que este enfoque aumentará el acceso a los servicios y la sanación que rompe los ciclos de crimen y la violencia. Esto, a su vez, hará que todo el mundo sea un lugar más seguro.
Dado el actual clima político, es importante subrayar que este plan no es antipolicia. Obviamente, los californianos necesitan que las fuerzas del orden investiguen y resuelvan los delitos graves y la violencia. Lo que no necesitan, sin embargo, es que la policía determine si una persona herida o en duelo tiene derecho a recibir ayuda.
Por otro lado, encontrar un refugio temporal donde uno pueda sentirse seguro tras un incidente violento, es un problema de vivienda, no una cuestión de la aplicación de la ley.
Conseguir tiempo libre en el trabajo, para enterrar y llorar a un ser querido es un problema laboral.
Conseguir asesoramiento para procesar y sanar una pérdida es una cuestión de salud mental y espiritual.
A principios de este año, el capítulo de California del grupo nacional Sobrevivientes de Crimen por la Seguridad y la Justicia publicó un plan de diez puntos, basado en las experiencias de miles de miembros, que mejoraría los servicios a las víctimas del crimen y la violencia.
La Agenda de las Víctimas de Crimen de California reclama tres áreas generales de reforma:
- Ampliar los derechos de las víctimas de crimen,
- Poner fin a la discriminación que enfrentan muchas víctimas y
- Brindar ayuda real a las víctimas cuando la necesiten.
La eliminación de las fuerzas del orden del proceso de prestación de servicios a las víctimas, ayudará a alcanzar todos estos objetivos.
Todo el mundo quiere y merece seguridad. El antiguo enfoque de la seguridad pública, basado en el encarcelamiento, pudo haber proporcionado seguridad a algunos.
Pero reaccionar al crimen después de que se produce, no sirve para interrumpir los ciclos de crimen y la violencia. Y los costos exorbitantes asociados con el encarcelamiento masivo durante décadas, desplazaron las inversiones en alternativas posibles, como el apoyo a la salud mental y la vivienda.
Me entusiasma que L.A.U.R.A. forme parte de la Campaña Yo Soy/Somos Sobrevivientes. Relevar a las fuerzas del orden de los servicios para víctimas, ayudará a los sobrevivientes latinos a acceder al apoyo que necesitan, y liberará a las fuerzas del orden para que se concentren en aquello que hacen mejor. Eso ayudará a que todo el mundo esté mucho más seguro.
Adela Barajas es madre, sobreviviente del crimen, y fundadora de “Life After Uncivil Ruthless Acts (L.A.U.R.A.),” una organización sin fines de lucro en Los Ángeles dedicada a mejorar la calidad de vida de los residentes del sur de Los Ángeles.
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