La doble cara en la política de Estados Unidos
En Centroamérica las imágenes del ex presidente de Honduras Juan Orlando Hernández siendo arrestado han provocado gran estupor en muchos. Aunque era esperado, sorprendió la celeridad en que se desarrollaron los acontecimientos. Nuestro presidente desde su instalación en el poder mostró su rechazo al presidente golpista, que conducía un narco estado, mostrándose muy digno en contraposición de un presidente que había tomado el poder realizando un fraude electoral.
Lo irónico del caso es que el presidente Bukele ha seguido los mismos pasos de su homologo hondureño. Ha destituido a los miembros de la Corte Suprema de Justicia y violado la constitución en numerosas ocasiones. Ahora como individuo que se asusta de su propia sombra, se queda callado, y ante el anuncio de que congresistas han pedido al presidente Biden que investigue los flujos de capital que se mueven por medio de transacciones con el bitcoin, se enfurece y despotrica en contra del gobierno norteamericano acusándolo de intervencionista, diciendo que nuestro país no es patio trasero de nadie y que somos una nación soberana.
Indudablemente las imágenes de ver al otrora hombre fuerte de Honduras arrestado por las fuerzas de seguridad, con grilletes y conducido a su encierro, no es nada agradable para aquellos que consideran que el poder que ahora ostentan va a ser eterno, que nada ni nadie se los va a arrebatar. En esta acción Estados Unidos fue contundentes, para que todos los gobernantes de la región se vean reflejados en la imagen del ex presidente hondureño, acusado de facilitar el envío de quinientas toneladas de cocaína a la nación norteamericana.
También esto envía un mensaje a todos los pueblos del mundo que la administración Biden está decidida a combatir el narcotráfico sin importar que tenga que capturar a sus obedientes socios, a los que ha patrocinado para que lleguen al poder en la región, a los que les ha permitido realizar acciones que van en detrimento de los derechos humanos de sus ciudadanos.
La región de Honduras que ocupa una posición geoestratégica desde muchos años, fue cabeza de playa en la región para combatir al régimen sandinista.
También el ejército hondureño participo en muchas acciones militares en contra de las fuerzas insurgentes del FMLN.
Además de participar en las masacres del rio Sumpul el 13 de mayo de 1980. La población civil que huía de la persecución del ejército salvadoreño debía cruzar el rio. Pero por uno y otro lado de sus riberas se apostaron ambos ejércitos con el fin de masacrar a unos seiscientos campesinos. Sus cuerpos no fueron recuperados debido a que se los llevó el rio. Una situación similar se produjo en la masacre de Santa Marta, ejecutada el 17 y 18 de marzo de 1981, en donde se reportaron entre 20 y 30 asesinados y 189 desaparecidos, todo esto dentro de la estrategia contrainsurgente de sacar al pez del agua, diseñada por los estrategas en Washington.
La historia se repite desde los recuerdos
En una ocasión me encontraba en una óptica y un señor con vestimentas para la equitación, pegándose en las botas con el látigo, se dirigió a mi para trabar conversación.
En ese momento no reconocí que se trataba de un personaje famoso en la vida del país, y hablamos. Sólo me llamó la atención que le llamaban «general», posteriormente me di cuenta de que se trataba del general José Alberto Medrano, conocido por todos como “El Chele Medrano”.
Corrían los rumores que El Chele Medrano, sacaba a los reos que debían ser asesinados para luego meterlos en sacos de yute para tirarlos luego al rio Lempa. Un compañero que era hippie y le gustaba fumar marihuana, y que en una oportunidad se entrevistó con María Sabina, mujer chamánica que vivía en la sierra mejicana y que realizaba curaciones con hongos alucinógenos que los denominaba “mis niños”, se hizo amigo de aquel ilustre personaje.
Considerado héroe de la guerra de las cien horas contra Honduras, ostentaba el poder de ser el hombre de Washington. Por consiguiente se le había ofrecido la presidencia de la república, pero por luchas de poder se le otorgó al coronel Arturo Armando Molina. Esto derivó en serias contradicciones entre los capitanes, conduciendo a un frustrado golpe de estado en el año 1972, liderado por el Coronel Benjamín Mejía y con participación del Chele Medrano.
La amistad con el compañero hippie condujo a probar la hierba por el general; a este le encantó, y luego nuestro amigo hippie llegaba al cuartel en donde el general ejercía sus funciones para entregarle la hierba.
Le gustó tanto que organizaba reuniones de hippies en su finca y era de dominio público que en ese mismo lugar cultivaba el cannabis.
Posteriormente me conducía en autobús con un compañero internacionalista estadounidense cuyo seudónimo era Lucas y su nombre verdadero era Peter Joseph Sanderson. Me señaló una cafetería y me dijo: «ahí venden muy buen café». Me la estaba mostrando porque en ese lugar acostumbraba a tomar café el famoso Chele Medrano, que a inicios de los años ochenta es ajusticiado supuestamente por comandos urbanos de la guerrilla, pero por las connotaciones del personaje, no puede tomarse este dato como cierto tan a la ligera.