La flor más bella del ejido

No está usted para saberlo ni yo para contárselo, pero resulta que yo cocino bien rico.

Cuando llegué a vivir a Los Ángeles, hace seis años, una de mis principales preocupaciones fue encontrar un lugar donde pudiera comprar los ingredientes para poder guisar como a mí me gusta. No es que yo sea de esas herederas de las abuelas que muelen en metate y desvenan los chiles a conciencia, nada por el estilo; pero lo poquito que sé, me queda sabroso y lo hago bien. Y una de esas cosas, es la sopa de hongos con flor de calabaza.

El mejor mercadito

Así que uno llega a esta ciudad y empieza a preguntar dónde comprar las cosas; entonces todo el mundo lo manda a uno al lugar que cada quien frecuenta asegurando que es el mejor: el “farmer’s market” de tal lugar; el mercadito de El Faro por donde estaban los campesinos de South Central; Liborio de la Vermont y la James Wood; Vallarta del Este de Los Ángeles, o de plano la central de abasto en la Séptima y Alameda. Todos los recorrí y fui eligiendo a cuáles ir, qué comprar y en dónde. Y como ocurre en esta fascinante ciudad, encontré de todo lo que buscaba excepto una cosa: flor de calabaza.

Mi primer problema fue que la gente la conociera. Al parecer lo que en el centro de México nos parece muy normal, comernos las flores que da la planta de calabaza en sopa o en quesadillas, no es precisamente común en otros lugares. En donde me atendieron personas latinas no mexicanas, ni siquiera sabían que la calabaza tiene flores. Lo peor es que me preguntaban si esa flor sale en las “pumpkin” o en las “squash” y yo: “Oiga, pues ni idea, porque yo siempre la he comprado ya cortada en los mercados”. Peor era el asunto si quien me atendía sólo hablaba en inglés: “Buenas, míster; fíjese que ando buscando… ¿pumpkin flowers?”.

Gracias a Google mis sobresalientes habilidades de investigación me di cuenta de dos cosas: que en inglés se le conoce como “squash blossom” o “zucchini flower”, y que la flor se da prácticamente en todos los tipos de calabaza, aunque la que venden comúnmente en México nace de la que allá conocemos como “calabacita italiana” y que acá se conoce como “mexican squash”.

Flor de calabaza todo el año

Una vez sabiendo cómo pedirla, me lancé a buscarla. El primer lugar en donde la encontré fue en un mercado al sur de Los Ángeles. Ahí me advirtieron: sólo en octubre, porque es cuando viene el Halloween y por eso nos llega. Así que ahí me tienen, contando los meses y las semanas para darme mi vuelta al mercado y regresar con mi ramote de flores anaranjaditas, más orgullosa que si fueran exóticas orquídeas traídas de allende el mar.

Tuvieron que pasar cuatro años para que un día, como venida de un sueño, me llegara la noticia: en Liliana’s, en el Este de Los Ángeles, venden quesadillas de flor de calabaza todo el año. Y a Liliana’s me lancé, cómo no. Las quesadillas, perfectas, impecables:

…pero cuando les pregunté si me podían vender sólo la flor, me dijeron que naranjas dulces. Entonces me quedé en la misma: para hacer mi sopa de hongos con flor, hay que esperar hasta octubre.

Con todo lo anterior, adivinará el lector mi regocijo cada vez que se acerca el Halloween. Lo que para los niños es la época de preparar los disfraces y llenarse la panza de dulces, para mí es el momento de preparar las ollas y el paladar. Allá afuera las calles se llenan de brujas y arañas. Los adultos encuentran pretexto para vestirse de vampiro, de enfermera sexy, o incluso ¡de calabaza! Mientras, acá adentro, en mi cocina, corto en rebanaditas unos hongos firmes, escojo los aguacates para acompañar el caldo. Me preparo para disfrutar la que para mí es, indiscutiblemente, la flor más bella del ejido.

Autor

  • Eileen Truax

    Periodista mexicana con más de 25 años de trayectoria. Inició su carrera en México y en 2004 se mudó a Estados Unidos, donde durante 18 años se especializó en la cobertura de migración y política. Su trabajo se ha publicado en medios como The Washington Post, Vice, El Universal (México), Proceso, El Faro, Gatopardo y 5W, entre otros. Ha cubierto cuatro elecciones presidenciales en Estados Unidos y ha publicado tres libros periodísticos con ediciones en inglés y español: Dreamers, la lucha de una generación por su sueño americano; _Mexicanos al grito de Trump. Historias de triunfo y resistencia en Estados Unidos; y El muro que ya existe. Las puertas cerradas de Estados Unidos. Sus textos se han incluido en otros ocho libros colectivos, y es editora de Una Lucha Compartida, un texto biográfico sobre la activista feminista Lucha Castro. Eileen es directora de contenido del Congreso Internacional de Periodismo de Migraciones, que se celebra anualmente en España. Ha impartido talleres y conferencias en más de 30 universidades en América Latina, Estados Unidos y España, y para entidades como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), DW Akademie, Thomson Foundation y European Press Prize. Es fellow del programa Knight-Wallace for Journalists de la Universidad de Michigan (2019-20), y miembro vitalicio de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos de Estados Unidos (NAHJ). Actualmente vive en Barcelona, donde imparte clases en el Máster de Periodismo Literario y en el programa StudyAbroad de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB)./

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18 comentarios

  1. Hola Eileen, me gusto mucho su escrito , me trasporto a mi pueblo, recorde a mi abuela
    las cinco de la manana preparando las famosas quesadillas.
    un abrazo desde Oxnard

  2. «Naranjas dulces» (‘nada’, en chilangol); eso puede confundir a tus lectores no chilangos que, creélo o no, también los hay; ¡mira que si le añaden naranjas dulces a la quesadilla! Lo que te digo, ahora en serio, es que las quesadillas de flor de calabaza son una exquisitez de la que muchos que se precian de comer «Mexican food» en Los Angeles, pues no tienen ni idea y no entiendo bien porqué no la incluyen en más menús, si no es un platillo superpicoso que asuste al profano; yo las comí en La Paloma Market, en el centro (debí decir el downtown, para no confundir). Pero cuando quiero comer quesadillas de huitlacoche (el hongo negro y dulce que le crece al maíz/elote) ahi sí se me pone difícil. Suelo terminar parada frente a un carrito del barrio coreano. Sigo viendo cosas que no conozco en los menús, ahora que mi hija y yo nos vamos a explorar los restaurancitos familiares de oaxaqueños, chapines etc. Me doy cuenta de la gran riqueza y variedad de la comida mesoamericana y de las diferencias entre áreas gastronómicas contiguas (Guatemala/México p.e., con lo del ‘mole’ que al parecer es dulce en la 1a). Las enfrijoladas de las ex pandilleras de HomeGirls me parecieron muy sabrosas y fueron una novedad para Teresa y yo. Siguiendo tus periplos culinarios por L.A., ¿podrías escribir algo sobre el huitlacoche y dónde saborearlo y porqué no abunda?

    1. ¡María, cómo me he reído con aquello de ponerle naranja las quesadillas! No estaría mal…
      Me encanta tu idea sobre el huitlacoche; empiezo mi trabajo de campo (¡yom, yom¡) y prometo escribir los resultados.
      Gracias por leer :)

  3. Yo pase las mismas penurias queriendo conseguir la receta de jericallas hasta que una maestra en Mexico me la consiguio, quienes la sabian no me la daban.

    1. ¡Qué bonito comentario! En el Facebook de Gabriel Lerner alguien dijo que las flores deberían de ser un alimento reservado para los dioses. Es que si uno lo piensa bien, qué exótico y sensual es eso de comer flores. Y luego unas tan bonitas…
      Gracias por la visita :)

  4. Híjole qué antojada me acabas de dar. Yo aluciné las flores de calabaza en un mercado en Rennes, pero nanais, eran otras flores no comestibles snif snif.
    Buen provecho y que te quede re buena.le tomas una foto

    1. Le tomo una foto y te la comparto, cómo no! Ojalá pronto se invente la tecnología que nos permita compartir sabores y olores, ¿te imaginas?
      ¿Cuándo regresas a México, Sofi? Ojalá algún día coincidamos.

  5. Deliciosa columna! Degusto tus letras tanto como la flor de calabaza. Tu estilo sencillo al relatar me llega. Aprendo. Y eso para mi es lo máximo. Soy devota admiradora de tu orgullo por lo simple y cotidiano. Esas pequeñas cosas que nos hacen tan únicos, y eso que no soy mexicana pero cómo me gustan tus semblanzas!

    1. Mil gracias, Victoria; con esa porrista hasta dan gangas de seguir escribiendo, jajaja.
      Vi la entrevista que te hicieron y a mí no me engañas: eres bien mexicanota :)

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