La igualdad en un atolladero: el pantalón de Minnie Mouse
Las noticias no paran. Ponen en jaque a todos y todas y todes los que sienten la igualdad hasta el tuétano. Nos asalta, primero, el nuevo traje pantalón igualitario de Minnie Mouse, listo para estrenar en París el Día Internacional de la Mujer, 8 de marzo, que además coincide con el 30 aniversario de la inauguración de Disneyland-París. A la noticia, se viene a sumar la queja de las nadadoras de la Ivy League, que se han alzado indignadas para que se impida competir a la nadadora trans Lia Thomas con “mujeres biológicas”. La lucha por la igualdad no va a ser tan “sencilla” como un cambio de chaqueta o una visita al quirófano.
Esto es serio. Aquí no caben cuchufletas. A Minnie le llegó la hora, no más faldas ni abalorios femeninos. Ha sido Stella McCarney, la hija del músico, la encargada de diseñarle un traje pantalón a la jovencita. Es de un color azul espeso que recuerda al del Eeyore de Winnie-the-Pooh, difiere del diseño original en que los lunares quedan dispersos en el fondo de la piyama igualitaria. El lazo-diadema, hace juego. Los zapatos, de tacón recortado. Curiosamente, le han preservado las pestañas: único vestigio femenino. Resultado: una Minnie biológicamente opaca.
El nombre del personaje no lo han cambiado, pero convendría: por su origen, pues nació del de la esposa de John Cowles, importante inversor en la empresa Laugh-O-Gram Studios de Disney. Una forma de agradecerle su financiación. Un fiasco desde cualquier óptica feminista que se mire.
Se ha acusado de los cambios a “izquierdistas”, dizque por destruir el tejido genuinamente americano. Nos preguntamos si le llegarán a Mickey los cambios también. Si Minnie refleja a Hillary Clinton o Kamala Harris con su piyama-pantalón, ¿se debería vestir con falda a Mickey? ¿Intenta alguien cambiarle el vestuario al presidente Biden?
Lía Thomas es una nadadora transexual de la Ivy League. Como hombre era el número 462 de la liga; como mujer, la número uno. Un grupo de 16 nadadoras de UPenn con Nancy Hogshead a la cabeza ha pedido su exclusión de las pruebas de la NCAA. Las nadadoras levantiscas alegan “ventajas biológicas”. Las características de fuerza, altura y capacidad pulmonar de la nadadora trans no se asemejan con las correspondientes de las féminas “nacidas mujeres”. Contra su descalificación, se han recogido 300 firmas que apoyan la participación de Lia en la liga, al tiempo que se amenaza institucionalmente con expulsar a todo el que se oponga.
No parece que sea solo cuestión de testosterona. ¿Cómo se puede compensar la desigual fisiología? Las mujeres biológicas se ven indefensas. No van contra la transición biológica de quien así lo decida, sino que se barruntan una competición escasamente deportiva.
Luis Silva-Villar es profesor de Lengua y Lingüística