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La Navidad: Una celebración sin odios ni venganzas

El pesebre navideño contiene una simbología en la cual se representa la llegada de un redentor que con su sacrificio va a permitir acceder al cielo eterno a los mortales: es el Mesías, el Cristo, el Ungido.

En Belén

Las cosas no pintaban bien cuando nació y la familia a la que llegaba tuvo que huir a Egipto para salvarle de manías infanticidas. El rey de turno, Herodes, se temía lo peor: la llegada de competencia “real”.
El establo retrata el deseo de escenificar a una madre inseminada divinamente, un padre que no podía pedir una prueba de ADN, un ángel sin sexo, por definición, y un pastor con la oveja al hombro. Pastoras, todavía no.
Los Reyes Magos, llenos de sabiduría –»wise men» en inglés–, le rinden pleitesía. Cargados de oro, incienso, y mirra, se procedía a reconocerlo como Rey de los judíos, bañarle en perfumes, y proporcionarle remedios para el botiquín de urgencias. Que uno fuera de procedencia africana, en algunos relatos, acentúa la universalidad y lejanía de los embajadores. El séquito nunca aparece, pero no hay rey sin séquito.
Entre los animales figurantes, destaca el buey o toro emasculado, la mula estéril, camellos y ovejas. Y un burro seguro que también, el que sale en todas las Huidas a Egipto. San José, a pie.

Mujeres no hay, salvo la Virgen. Estarían entre bambalinas sin papeles estelares: pues no hay mundo sin mujeres. El concepto de mundo machista todavía no se había inventado, por lo que no había conciencia de ponerlas. Los LGTBI+ no tenían los problemas de ahora, todo se resolvía por dominio en la jerarquía. El de clase más alta satisfacía sus gustos con los de clases inferiores, contando entre ellos a siervos, esclavos y extranjeros. La familia de Jesús era de profesión humilde. No podían abusar de nadie.

Jesús nació en Belén, que hoy es zona palestina, esto es, zona de guerra. Las bombas de entonces eran las de los enviados de Herodes. Es la famosa historia de “la matanza de los inocentes” menores de dos años. Los sabios hicieron los cálculos a medias y Cristo emigró, por si acaso.

Al lado del stand donde se denuncia el genocidio en Gaza, se conmemora Hanukka, reclamando la restitución de los rehenes israelitas tomados por Hamas. Universidad de Stanford en Palo Alto, California. Foto: Adriana Briff

Los romanos también están en esta historia. Recuérdese que cuando se juzga a Jesús le llevan a don Poncio Pilatos, prefecto del Imperio. Don Poncio es el que “se lavó las manos” a la hora de decidir el destino de Cristo. No se quiso responsabilizar por la sangre derramada. La muchedumbre le tranquilizó: “que la sangre caiga sobre nosotros y nuestros descendientes”. Espero que haya sido verdad. Explicaría algunas muertes inexplicables. Barrabás, feliz.

Cristo nació en medio de una persecución de niños y murió por un crimen de odio continuado. Hay que entender, sin embargo, que aparecer y decir sin pestañear “soy el hijo de Dios” no es tan fácil de procesar. El Sanedrín o Consejo supremo religioso lo consideró una blasfemia. No había lo de la libertad de expresión, todavía.
Circulaban en la época tres lenguas, o cuatro en Judea. La lengua de Jesús era la de su casa que era el arameo, una lengua semita como el árabe y el hebreo. Esta última era la de los oficios religiosos. El latín, lengua indoeuropea, tenía importancia administrativa, ya que el reino de Judea era provincia del Imperio, esto es, que les pagaba impuestos para mantener sus guerras y sus fiestas. Otra lengua importante era el griego, también indoeuropea, que era la lengua natural de la parte oriental del Imperio.

En América

La Navidad hoy en Estados Unidos ya no celebra tanto el nacimiento de Jesús. Se ha olvidado que vino a salvarnos y que con su muerte y resurrección nos abrió las puertas del cielo. Estas fiestas actualmente solo sirven para gastar dinero y hacer regalos. Han resurgido con fuerza los valores paganos anteriores al cristianismo, acentuándose la presencia de la naturaleza, representada por un árbol, que hoy es a menudo de metal.

Foto: Mike Mozart

Lo del “gordito” vestido de rojo fue en su día mera propaganda comercial de una bebida burbujeante con mucho azúcar.

Árbol de Navidad en construcción. Madrid 2023

La importancia del nacimiento de Jesús se observa en las comidas. Hay turrón, polvorones, mantecados, mazapanes y mucho más. La tradición nos sitúa en invierno, de ahí lo de la nieve, las bufandas, y los gorros. Los muñecos de nieve son un reflejo del componente “humano”, la zanahoria como nariz no suele faltar. Antes le ponían una pipa con tabaco, ya no.

Construcción del árbol de Navidad en Madrid.

Las luces de Navidad son obligadas, todo debe estar brillante y festivo. En muchos lugares se adornan las casas y se compite en diseño e iluminación. Hay calles que se visitan en caravana por su manifiesta majestuosidad.
Durante estas fiestas hay personas que sienten aquello de «paz en el mundo a los hombres de buena voluntad». A las dos guerras que aparecen en las portadas o páginas digitales de los periódicos: Ucrania-Rusia, Israel-Gaza, se pueden sumar unas docenas más como hemos comprobado en los medios consultados. La de Gaza ha tapado a la de Ucrania. Los 17,000 muertos en Gaza ya no nos despiertan nada.

¿Estamos destinados a lavarnos las manos como Pilatos?

Miramos impertérritos ataques a hospitales: miles de niños muertos en Gaza (informe de la ONU).
La insensibilización es demencial. Te pide una limosna un mendigo y ni le miras. Se llega incluso a murmurarle quedamente un insólito: “gracias”. ¡Pero si no se le da nada! Te cantan por dinero en los transportes públicos. La pobreza nos resbala.
La Navidad es renovación: se tira algo viejo. ¿Debemos hacer caso omiso de nuestra conmiseración y ser cómplices de desatención a las injusticias? Lo importante no es ser cristiano, es ser ante todo seres humanos. En las causas humanitarias no hay demócratas, republicanos, derechas, izquierdas, liberales o conservadores. Ni populismos, ni populistas.
Para luego es tarde, se dice en México. Al final habrá quien espere a que venga una IA a sacarnos del atolladero. Lo no humano salvando al humano de su pérdida de sensibilidad. ¿Un milagro? No, falsas esperanzas.


Este artículo está respaldado en su totalidad o en parte por fondos proporcionados por el Estado de California, administrado por la Biblioteca del Estado de California en asociación con el Departamento de Servicios Sociales de California y la Comisión de California sobre Asuntos Estadounidenses Asiáticos e Isleños del Pacífico como parte del programa Stop the Hate. Para denunciar un incidente de odio o un delito de odio y obtener apoyo, vaya a CA vs Hate.

This article is supported in whole or in part by funding provided by the State of California, administered by the California State Library in partnership with the California Department of Social Services and the California Commission on Asian and Pacific Islander American Affairs as part of the Stop the Hate program. To report a hate incident or hate crime and get support, go to CA vs Hate.

Autor

  • Luis Silva-Villar

    Luis Silva-Villar es educador, lingüista, periodista de la lengua y musicólogo. Obtuvo su PhD en la Universidad de California de Los Ángeles (UCLA). Es asimismo licenciado en Lingüística Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid (España) y Profesor de Música por el Conservatorio Superior de Música de Madrid. Ha impartido clases en UCLA, UCSB y CMU. Actualmente es profesor emérito del Departamento de Lengua, Literatura y Comunicación de Masas de este último centro. Especializado en lengua y lingüística, e Historia y Cultura de España y Latinoamérica, su interés se centra en el español en Estados Unidos. Como periodista de la lengua ha publicado en España, en las revistas Ritmo y Folk, y en diferentes medios de Estados Unidos: La Opinión (LA), Diario de Nueva York, La Raza (IL), Hispanic LA, y Entérate Latino (CO), entre otros. Posee una docena de libros en el mercado, de los que destacan: Hablaciones (2009), Hablacadabla (2011) y El fondo y el forro del idioma (2020). Es el autor de la entrada enciclopédica “Periodismo de la lengua en la prensa escrita” de la Enciclopedia de lingüística hispánica, 2016. Luis Silva-Villar is an educator, linguist, language journalist and musicologist. He earned his PhD from UCLA (CA) and his licensure in Hispanic language and Literature from the Universidad Complutense de Madrid (Spain). He completed his studies in music from the Royal School of Music of Madrid (Spain). He was a professor at UCLA, UCSB and CMU, from where he is an emeritus professor of the Department of Languages, Literatures and Mass Communication. He is specialized in language and linguistics, Spanish in the US, and History and Culture of Spain and Latin America. As a language journalist he has worked for the following publications: Ritmo and Folk in Spain, and a variety of newspapers in the US: La Opinión (LA), Diario de Nueva York, La Raza (IL), Hispanic LA, and Entérate Latino (CO), just to mention a few. He has written a dozen books, among them we would highlight: Hablaciones (2009), Hablacadabla (2011) y El fondo y el forro del idioma (2020). He is the autor of the encyclopedic entry “Periodismo de la lengua en la prensa escrita” (Enciclopedia de lingüística hispánica, 2016).

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