Lynne Olver: un faro que ilumina al mundo

Hay personas que desde un pequeño sitio, en un lugar remoto, logran cosas imposibles que transforman la vida de millones de seres humanos. La nota de hoy trata de una de esas personas. Una que iluminó e ilumina mi vida desde hace veinte años. Se llamaba Lynne y vivía en Randolph, Nueva Jersey.

Allí, desde una pequeña biblioteca del condado de Morris, y desde su casa, construyó en 14 años el equivalente a una Biblioteca de Alejandría Gastronómica, del Siglo XXI.

Humilde, hasta el punto de que casi no existen fotos de su paso por este mundo. Y en las pocas que hay ella está en sombras. Incansable, ya que durante ese tiempo, respondía cualquier consulta, incluidas las mías, en no más de 48 horas. Y entre todas, fueron más de 25.000.

Su Food Time Line, o Línea del Tiempo de los Alimentos, es la base de datos de libros, recetarios antiguos, recetarios familiares, y todo lo que a usted se le pueda ocurrir como dato significativo, para los investigadores gastronómicos, que haya existido en la historia de la humanidad.

Hasta 2013 había sido consultada por 35.000.000 de personas, sin ningún beneficio económico para Lynne, ni para su familia. Jamás pretendió eso. Era pura pasión. Por su trabajo, por su familia y por la vida.

Su huella está presente en cada una de mis historias. En mi manera de investigar. En la forma en que chequeo las fuentes, ya que gracias a ella, nunca dispuse de las tres fuentes de estilo, sino de veinte, treinta o cincuenta en algunos casos.

Y estuvo presente en mi cocina, mientras ejercí como cocinero. Cierta vez le preguntaron en una entrevista radial: ¿cuál es la diferencia entre un historiador de alimentos y un historiador culinario?, a lo que ella respondió:

“En qué este último también es un chef de formación profesional. El primer grupo puede estudiarlo; el segundo grupo realmente puede cocinarlo”.

Así, como iluminó e ilumina mi vida, Lynne seguirá iluminando desde su Línea del Tiempo, al mundo. Como alguna vez lo hizo el Faro de Alejandría.

Una tarea titánica

UNA CAPTURA DE PANTALLA DEL SITIO WEB FOOD TIMELINE DE LYNNE OLVER MUESTRA UNA PARTE DE LOS CIENTOS DE MILES DE  RECETAS DISPONIBLES. (CORTESÍA DE FOODTIMELINE.ORG)

A mediados de 1999, Lynne comenzó a aprender el lenguaje HTML por sí sola y creó un sitio web desde cero, para organizar miles de años de historia de los alimentos en una línea de tiempo, combinando la tradición gastronómica de todo el mundo, en una lista desplazable de hipervínculos escritos en Times New Roman.

Sacó cada palabra de una biblioteca personal que se incrementó a 2,300 volúmenes, documentando cuidadosamente cada fuente primaria.

LYNNE Y GORDON OLVER

“Lo primero que me viene a la mente es que era como la Wikipedia del mundo de la comida”, supo decir el viudo de Lynne, Gordon Olver.

“Pero Wikipedia aún no existía. Ella lo estaba creando, incluso antes de que un sitio como Wikipedia estuviera disponible”.

UNA RECETA DE POTAJE DE GUISANTES DE 1753, DEL LIBRO DE COCINA DE 1753 “THE COMPLEAT HOUSEWIFE”. (CRONOLOGÍA DE ALIMENTOS CORTESÍA/VIRGINIA TECH)

Pero a diferencia de Wikipedia, cuyas citas generalmente terminan en callejones sin salida de afirmaciones apócrifas, que se han convertido en la especialidad más perdurable de la web, su línea de tiempo se investigó de manera confiable a partir de textos académicos sobre alimentos.

DENTRO DE UNA ENTRADA DE 70,000 PALABRAS PARA SOPA, FOOD TIMELINE DE LYNNE OLVER INCLUYE UNA RECETA ANTIGUA DE UNA DE LAS COLECCIONES DE RECETAS MÁS ANTIGUAS REGISTRADAS, A MENUDO ATRIBUIDA A CAELIUS APICIUS. (CRONOLOGÍA DE ALIMENTOS CORTESÍA/VIRGINIA TECH)

Aunque ella sabía que los alimentos nunca evolucionaron en una línea recta simple, se inspiró en un libro que la biblioteca había adquirido recientemente, Food Chronology, de James Trager, para organizar la historia de los alimentos como una línea de tiempo de desplazamiento descendente que cruza el mundo.

Y decidió que el período que iba a incluir en esa línea de tiempo abarcaría los últimos veinte mil años.

En una época en la que los motores de búsqueda todavía eran un asunto de acertar o fallar, los amantes de la comida comenzaron a inundarla con todo tipo de preguntas sobre comida.

Obedientemente, se dispuso a responder a cada una, utilizando humildemente el “nosotros” para desviar la atención de sí misma, lo que implica que podría haber un equipo de investigadores. No había: el equipo era Lynne Olver.

El apoyo de su familia

 

LA BIBLIOTECA DE ALIMENTOS DE 2.300 VOLÚMENES UNA VEZ DOMINÓ CADA ESTANTE EN EL HOGAR COMPARTIDO POR LYNNE Y GORDON OLVER, EN MORRISTOWN, NUEVA JERSEY. (CORTESÍA DE GORDON OLVER)

La biblioteca de alimentos lentamente se hizo cargo de cada espacio en su hogar. Tenía un archivador de folletos de comida y menús de restaurantes. Incluso el banco del piano estaba lleno de folletos.

“Lo gracioso era que si yo compraba regalos, a ella no le gustaban los perfumes ni las joyas ni nada que de lo que le gustaría a la mayoría de las mujeres. Le gustaban los libros”, señaló su esposo Gordon a The Virginian-Pilot.

“Para Navidad, cumpleaños y vacaciones, le compraba libros de comida. Y siempre podía ir a su sitio web y determinar si ya tenía el libro, porque los había codificado. Todo lo que tenía que hacer era mirar y decir: Sí, ella tiene ése. Olvídalo.”

Con el tiempo, la audiencia del sitio se expandió y de forma sutil la fama de Lynne creció con ella.

Fue nombrada ganadora del Premio Bibliotecario del Año, del New York Times en 2002 y para el año 2004, Saveur colocó Food Timeline en su lista Saveur 100, de los mejores hallazgos de ese año.

A mediados de la década de 2010, se le pidió que contribuyera a la Enciclopedia Oxford de alimentos y bebidas en Estados Unidos y fuera consultora para America’s Test Kitchen.

Pero en 2014, Lynne recibió una noticia que lo cambiaría todo. Tenía una rara forma de leucemia, pero se lo ocultó a su familia porque no quería llamar la atención, en vísperas de la boda de su hija.

Una boda a la que finalmente no pudo asistir. Horas antes entró en convulsiones. Y debió pasarla, en cambio, en el hospital. Sin embargo, para la primavera de 2015, parecía que estaba recuperándose.

Los Olver nunca pensaron que alguna vez, necesitarían hacer planes para lo que sucedería con su sitio web o sus libros. “Hasta, la mañana en que falleció, creíamos que iba a sobrevivir”, dijo Gordon.

“Así que nunca le pregunté al respecto. Ni siquiera hablamos de eso. Quiero decir, ni siquiera le dije: “¿Quieres que haga un testamento en vida?”

Apenas unas semanas después del trasplante de médula ósea destinado a salvar su vida, fue víctima de una cepa de bacterias que resistía todas las formas de antibióticos. Y en la mañana del 14 de abril de 2015, casi sin advertencia, Lynne Olver dejó nuestro mundo.

La sencillez de su obituario

“Lynne Martin Olver falleció el 14 de abril de 2015 a la edad de 57 años luego de una valiente batalla contra una rara forma de cáncer. Lynne nació el 10 de marzo de 1958 en Mineola, Nueva York. Se graduó de la Universidad de Albany con una maestría en bibliotecología en 1980.

Se casó con su mejor amigo, Gordon Olver, en 1981. Juntos criaron a dos hijos, Jason y Sarah, en Randolph, Nueva Jersey, donde han vivido por 24 años

Además de su carrera, se convirtió en una de las historiadoras de alimentos más destacadas de la nación y creó una base de datos de investigación en línea, de renombre, titulada Food Timeline, foodtimeline.org.

Lynne fue una esposa y madre devota, desinteresada y amorosa que puso a su familia por encima de todo. Le encantaba viajar, explorar y aprender.

Algunos de sus destinos favoritos incluyen: Lake Tahoe, Highline en NYC, los parques nacionales de Zion y Yellowstone y Muir Woods.

Y entre sus otras pasiones estaban los libros de cocina raros”.

Fragmento de su Obituario publicado por Daily Record el 16 de abril de 2015.

Un legado que casi se pierde

LA COLECCIÓN DE 2300 VOLÚMENES DE LIBROS SOBRE ALIMENTOS DE LYNNE OLVER, QUE AHORA SE ENCUENTRA EN VIRGINIA TECH, CONTIENE MATERIALES QUE VAN DESDE TOMOS ANTIGUOS HASTA LA HISTORIA ESTADOUNIDENSE MODERNA Y UNA GRAN CANTIDAD DE FOLLETOS. (CORTESÍA DE KIRA DIETZ/UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE VIRGINIA)

Poco antes de morir, Lynne había renovado su dominio de internet por diez años, aunque finalmente, el sitio iba a caducar en 2022 y con él su legado. Había que encontrar quién se hiciese cargo de su custodia.

La preocupación más importante para la familia, era que el futuro custodio se mantuviera fiel a la idea de no hacer publicidad, que la colección de 2300 libros de Lynne se pusiera a disposición del público y que el sitio web, en todo su esplendor web 1.0, no cambiara.

DAYNA EVANS

En 2018, Gordon Olver invitó a una escritora independiente llamada Dayna Evans a hablar con él en su casa. La periodista se había enamorado de Food Timeline después de descubrirla por accidente, mientras investigaba recetas para budín de pan, y lo había contactado con la esperanza de escribir una historia sobre la vida de Lynne.

Cuando el artículo llegó al sitio web de comida Eater en julio de 2020, contenía un conmovedor y extenso tributo a la vida y el trabajo de Lynne, y su importancia para los amantes de la comida de todo el mundo.

Pero también fue un llamado a la acción: “¿Quién salvará la Línea de Tiempo de los Alimentos?” preguntaba en el titular. Y el copete invitaba a la reacción de las instituciones:

El archivo más completo de Internet sobre la historia de los alimentos, un proyecto apasionante de una bibliotecaria dedicada, anterior a Wikipedia. Ahora, necesita un nuevo custodio.

El departamento de Colecciones Especiales y Archivos Universitarios de la UniversidadTecnológica de Virginia aceptó hacerse cargo de seguir la misión de Food Timeline.

Kira Dietz, subdirectora de colecciones especiales y archivos universitarios en Virginia Tech, escribió que su propuesta para el proyecto sería interdisciplinaria entre diferentes sectores de la universidad, y que incluso fuera del programa de estudios bibliotecarios y alimentarios, “otros profesores están dispuestos a dedicar tiempo y experiencia técnica a este proyecto potencial”.

Eso significaba que, incluso si los libros de Lynne estuvieran alojados en la biblioteca de Historia de la comida y la bebida, serían accesibles para todos.

Y el sitio, como siempre, continuaría como un recurso gratuito para todos, en todas partes, con estudiantes y profesores actualizándolo con sus últimas investigaciones. Y así se hizo.

¿Por qué esperé tanto?

Sí: ¿por qué esperé tanto? Tal vez porque cuando murió estaba devastado. Nadie lo esperaba. Tal vez porque un año antes había perdido a mi padre y cinco días después de esa pérdida, un infarto me había retirado de la cocina.

O tal vez, simplemente porque no encontraba las palabras justas, para rendirle homenaje. Lo cierto es que no lo hice.

Pero ha llegado el momento de hacerlo. Y que por una vez, no les hable a ustedes, estimados lectores, sino a los jóvenes cocineros, a los jóvenes periodistas y a los jóvenes investigadores.

No existe ninguna excusa para que hagan mal las cosas. Si quieren escribir sobre el Lomo a la Wellington o cocinar un Lomo a la Wellington, disponen, como dispuse yo, de la ayuda de Lynne.

En su Línea del Tiempo encontrarán: seis citas de libros diferentes americanos contemporáneos y dos de libros ingleses una anterior a la batalla de Waterloo (1765) y otra posterior (1875), seis recetas detalladas que van de 1940 a 1972, incluyendo una del Chef de la Casa Blanca. Dos recetas francesas del Filet de Boeuf en Croute y del Filet de Boeuf en Feuilletons, Duxelles. Y esta aclaración hecha por ella misma: “Si los ingleses, los irlandeses o los franceses hornearon el primer filete de ternera en una costra, probablemente nunca lo sabremos, pero es seguro que los franceses, no le habrían puesto el nombre de Wellington”.

Son 5782 palabras solamente para el Lomo a la Wellington y desde allí, se abren una cascada de enlaces. Tanto para el cocinero como para el periodista o el investigador. Dejen que los ilumine su luz fulgurante. No se dejen tentar por los caminos sencillos. Más temprano que tarde, a todos se les caen las caretas.

Fuentes: Citadas y enlazadas en la nota

PD: en todas partes se cuecen habas

El Instituto Culinario de América inicialmente expresó interés en proseguir la obra de Lynne. Pero tres meses después, regresaron y dijeron: “Realmente no tenemos la capacidad de tomar ese volumen de textos y dedicarnos a la tarea de actualizar el sitio” Solamente les interesaban los libros de la colección. La familia comentó en una entrevista con Smitshonian Magazinesu profundo dolor: “no estábamos buscando regalar sus libros, sino que continuaran con su legado”.

Autor

  • Emilio Moya

    Emilio R. Moya es Cocinero, Historiador Culinario y Periodista Gastronómico. Ha sido docente de Filosofía y Estética, Miembro de la Asociación Argentina de Investigaciones Éticas. Es periodista free-lance y Editor de Chefs 4 Estaciones de Argentina.

    Ver todas las entradas

Mostrar más
Botón volver arriba