Caridad de fin de año: actores de pacotilla y saltimbanquis dan comida a homeless
Llega el fin de año y se repiten algunas de las escenas más absurdas del mundo.
Sólo que no nos damos cuenta de que lo son.
Estamos demasiados acostumbrados a ver las cosas de una sola manera, que es la que existe y prevalece, pensando que no puede haber otra.
Entonces, todo está perfecto, todo es algarabía y bullicio, niños que juegan con juguetes nuevos, jóvenes sonrientes, el día es frío pero soleado…
Corren con las cámaras a todas partes
Y las cámaras con su click incesante. Aquí porque a los pobres les dan zapatos, allí por la comida, aquí por un manojo de billetes de dólar que vuela por los aires…
Es la ola de repartición de juguetes y comida y bienes entre el día de acción de gracias, navidad y año nuevo, cuando en actos encomiables las congregaciones religiosas y sociales aúnan sus esfuerzos, juntan fondos, consiguen concesiones de manufactureros y mayoristas, hacen de todo eso un montón de paquetes de cosas buenas e invitan a los que no las tienen, las madres con sus niños, los viejos con sus penas, los hombres homeless, a consumirlas.
Y así, al día siguiente nos enteramos de que los católicos, los judíos, los metodistas, los quáckeros, los budistas, han cumplido con el deber de fin de año, hecho verdad sus diferentes escrituras y dado de comer al pobre.
Una vez.
Les dieron de comer una vez, digo.
Claro que ahí no termina, porque muchas congregaciones religiosas y sacerdotes individuales, así como infinidad de organizaciones sin fines de lucro han reemplazado en nuestro país al gobierno en su tarea de localizar a quienes no tienen, vivir entre ellos y preocuparse por su bienestar durante todo el año. Porque es la obligación del gobierno, ¿okay?
‘Estrellas’ por cuenta propia
Pero no se trata de eso.
Se trata de que para dar lustro a su acto de caridad, llegan a esos lugares de bien personajes que se da en llamar “las estrellas de Hollywood”.
¿Qué mejor para ellos, payasos y saltibanquis y actores de pacotilla y algunos actores magníficos y gente de bien, que aparecer allí y durante un par de horas revolver el puré de papas y sonreír a la gente pobre, eh?
Al día siguiente aparecen, en una lista benevolente, sus nombres en las publicaciones. Es bueno para los “artistas” y para los organizadores de las obras de caridad porque atraen atención, para las publicaciones.
Para los pobres, no tanto. ¿La verdad?, mucho menos.
Ojo: muchos de ellos, a veces por consejo de sus agentes, eligen una obra de caridad específica para la que donan más tiempo y algo de dinero. Desde hace muchos años algunos como Shawn Penn, Susan Sarandon, Tim Robbins, utilizan su postura de fama para dedicarse de lleno a causas de justicia social en la que creían desde cuando todavía eran don nadies. Todo el año.
Otros son más anónimos en su entrega, como Kirk Douglas y su esposa Ann cuyo centro prepara a “mujeres de la calle” en tareas que les restituyan su dignidad. Él tiene 101 años y pasó las tareas caritativas a otra fundación.
Paparazzis frenéticos
Creo que está claro que no despotrico contra los modelos y actores individuales sino contra una monstruosidad por la cual cobran millones de dólares por unas cuantas semanas de trabajo frenético frente a las cámaras junto con otros tantos bellas y bellos. Para poder seguir cobrando esos millones deben estar siempre en los titulares. Por eso se casan y se divorcian y se casan de nuevo y a menudo.
Difunden, ellos o sus agentes, detalles de sus intimidades por vergonzosas que sean. Alimentan a legiones de paparazzi igualmente frenéticos de recoger algunas migajas de ese mantel de oro. Se gastan aquellos millones en operaciones de cirugía estética y en prendas de ropaje que llevan en su etiqueta los nombres de otros personajes, igualmente «famosos» porque cortan tela con una tijera creando un estilo.
Por encima de todo ello, se crean personalidades detalladas, complejas, interesantes y absolutamente falsas
El sistema de las estrellas tiene ochenta o noventa años. Cambió con las décadas, especialmente en una inflación imparable de los pagos a los astros que antes ganaban como cualquier otro actor. Se expandió a todo el mundo, y recuerdo las portadas de la revista Radiolandia y otras con la cara de mi tío el actor que mi abuela guardaba trémula, y en donde en lugar de contar de sus logros profesionales se detallaba su vida sentimental.
Lo inventaron. Es falso y lo inventaron, para hacer de aquel nuevo medio del cine algo incomparablemente atractivo.
Que el sistema de las estrellas persista, es un testimonio de su solidez. Y de la medida del lucro que ha generado.
Volviendo al puré de papas
Pero, volviendo al puré de papas que sirven, es inadmisible que esos actores y actrices reemplacen a los gobiernos y los absuelvan de su tarea insoslayable de preocuparse por la población, eso indigna.
El desempleo en California, oficialmente, es bajo, aproximadamente 5%. Realmente, de 12%-15% o más si contamos trabajos temporarios, gente que dejó de buscar, indocumentados, gente grande que espera poder pedir el Seguro Social…
Hay en Los Angeles gente que sufre de “inseguridad alimenticia” (un término burócrata, del Departamento de Agricultura de Estados Unidos). Homeless que se las pasan buscando comida en estos eventos. Madres desamparadas con sus hijos. De noviembre a noviembre sólo la Misión Los Angeles sirvió medio millón de comidas, y otras instituciones cantidades acordes a sus posibilidades.
Hay en Los Angeles hambre, pobreza, desamparo.
Y menos dinero para educación, la llave social para salir de estas condiciones.
De todo este merengue sale una producción más, un momento agradable para ver en televisión, en donde los más pobres son props, accesorios de cine.Son utilería. Pasan a segundo, tercer, milésimo plano.
Como dije al principio: estamos tan acostumbrados a ver las cosas así que pensamos que como así son, deben así de ser. Pero no. Siempre no…