PTVLA lucha para servir a víctimas de la tortura que piden asilo

El gobierno Trump anuló su ayuda; una jueza lo declaró ilegal y ahora esperan el desenlace

La semana pasada en Los Ángeles, cinco jóvenes en el patio de una casa convertida en escenario presentaron una obra de teatro vocacional en donde se interpretaron a sí mismos, a sus compañeros con los que vinieron juntos, a quienes quedaron atrás en sus países de origen.

Un espectáculo mágico

Explicaron a la cincuentena de espectadores los orígenes de sus nombres, en algunos casos sorprendentes, o extraños, y todos hermosos. Cantaron al unísono entre los monólogos de cada uno. Emocionaron a quien firma y a otros. Ellos, que emergen de situaciones de sufrimientos a veces inenarrables, nos animaron a nosotros.

Eran solicitantes de asilo en Estados Unidos, provenientes de distintos países y participantes en el Programa para Víctimas de la Tortura, (PTVLA.org) una institución angelina no lucrativa noble si las hay. PTV trabaja para facilitar la integración de estas víctimas de tortura en sus países a nuestra sociedad, sea con ayuda legal en sus trámites de inmigración como refugiados, con terapia psicológica y con esto: un grito artístico que lanzan a nuestro ambiente y que nos desafía a pensar. 

“Nuestra misión”, dice el sitio de la organización, “es ayudar a los valientes sobrevivientes de la tortura y la persecución patrocinadas por el Estado que han defendido la libertad, la igualdad y la dignidad humana”.

La preparación del evento estuvo a cargo de PTV conjuntamente con TeAda Productions, una institución que, como explica en el texto de su misión, es “un teatro nómada que se inspira en las historias de inmigrantes, refugiados y pueblos indígenas. Nuestro compromiso es la sanación, honrando las vidas de los desplazados, explotados y marginados”.

“Hacemos este tipo de eventos una o más veces por año,” me dice Ana Grande, la directora ejecutiva del Programa y una salvadoreña de primera generación. “El año pasado fueron cinco participantes y este año tres… Este evento lo hemos presentado durante ocho años consecutivos”.

PTV lo ve como parte del healing, de la curación y la sanación de quienes llegaron aquí con heridas abiertas.

“También tenemos alianza con Quantum Clinic en Silver Lake, donde hacen otro tipo de terapia física. Nuestros clientes son personas que han vivido lo peor de sus vidas y para muchos de ellos tocarlos les causa un trauma renovado. Que soporten el contacto físico ya es algo.”

Los actores y protagonistas de su propia historia en el evento fueron guiados por Ova Saopeng, el director artístico de TeAda (junto con la fundadora Leilani Chan), un refugiado de Laos, reconocido actor, docente de arte y dramaturgo.

Los participantes son de Centroamérica, pero también de Brasil, de Nigeria y de otros países africanos; una llegó de la convulsionada Siria. Otra es la hija de activistas del sur del Brasil. Vienen de todo el mundo con las fuerzas que les quedan y aquí estas instituciones les dan valor y los unen. 

Si un momento marcó para quien firma y los otros participantes la culminación del acto emotivo fue cuando uno de los participantes danzaba lentamente de cara al público, expresando lo que simultáneamente decía un compañero cuando narraba su historia y las circunstancias que lo trajeron aquí, hasta que uno se da cuenta de que la narración no es la de quien la pronunciaba, sino del que, sin poder hablar, se expresaba en el movimiento.

Cómo funciona PTV

El Programa para Víctimas de la Tortura, fundado en 1980 por el Dr. José Quiroga y la psicóloga Ana Deutsch, ambos víctimas de la represión en Chile y la Argentina, respectivamente, tiene reconocimiento nacional. Es la primera organización de su tipo en Estados Unidos y ha ayudado a sanar las heridas de miles de sobrevivientes de la tortura, en una combinación de servicios legales, terapia y gestión de casos (case management) para hallar recursos de vivienda, atención médica y comida.

El programa sirve a 400 personas anualmente; con un equipo de seis terapeutas y cuatro trabajadores sociales que “ayudan a nuestros clientes todos los días con un promedio de unas 20 a 25 personas por día con terapia y servicios sociales,” dice Grande.

PTV sirve a los asilados, los que – a diferencia de los refugiados, quienes llegan al país directamente y con estadía aprobada – se acercan a la frontera en medio de la incertidumbre y el temor.  “Un asilado tiene que ir a la frontera o a la puerta de entrada al país y pedir asilo; tiene que demostrar en la frontera que ha sido perseguido o torturado”.

Si así es, “les dan un permiso solo para entrar y eso no quiere decir que no puedan ser deportados”, continúa Grande. “Tienen que llegar a una agencia como la nuestra y presentar las pruebas que comprueben que fueron torturados para obtener su asilo. Así abren un proceso que puede llevar cinco años».

“Nosotros” – continúa la activista “hacemos una evaluación forénsica y la presentamos a sus abogados. El documento pasa a ser parte del caso y se presenta en una audiencia a un juez de inmigración”.

También ayudamos a niños no acompañados: el 15% de nuestros clientes son menores de 18 años”.

Blanco de la administración Trump

PTV hace un trabajo duro, profundo y prolongado; entregando a los solicitantes su profesionalismo, su experiencia y su entrega personal. En muchos casos siguen proporcionando terapia por varios años. Tal es la intensidad del daño que sufrieron los asilados.

Lo que no salva a la organización de la ira, hostilidad y odio de la nueva administración por el trabajo que hacen en favor de los más afligidos. Al contrario.

En enero, una orden ejecutiva de Donald Trump cortó la financiación federal que reciben para poder servir a la comunidad.

“El 50% de nuestras finanzas vienen del gobierno federal. En otras organizaciones, el gobierno da hasta el 100% de los presupuestos. Aunque les escribimos periódicamente reportes donde explicamos cómo usamos el dinero y a cuántas personas hemos ayudado y cuántos han llegado hasta el juez de inmigración”…

Nos congelaron los fondos”, dice Grande.

Fue la OMB, la Oficina de Administración y Presupuesto de los Estados Unidos que bajo las órdenes de Elon Musk y su DOGE ordenó congelar los desembolsos de subvenciones federales que facilitaban servicios esenciales en todo el país.

PTV litigó el caso, aliándose con otras organizaciones en la misma situación. En febrero, Democracy Forward presentó en su nombre una demanda judicial alegando que la decisión había sido ilegal. PTV estuvo representada por el Consejo Nacional de Organizaciones sin Fines de Lucro (National Council of Nonprofits), junto con la Asociación Estadounidense de Salud PúblicaMain Street Alliance, que se dedica a los pequeños negocios, y SAGE, una organización centrada en la cuestión del envejecimiento de las personas LGBTQ+.

La fundación Democracy Forward, una organización sin fines de lucro que desde 2017 ofrece servicios legales e investigación de políticas públicas en Washington, D.C., logró que el 25 de febrero la jueza federal del Distrito de Columbia Loren L. AliKhan emitiera una orden judicial preliminar que se puede leer aquí, con una orden de restricción temporal previa.

Tres días después, la OMB se echó atrás y rescindió su orden.

“La jueza efectivamente falló que eso era algo que el gobierno no podía hacer. Igual, no nos dejaron tocar los fondos hasta mediados de febrero… Ahora, cada mes, estamos a la expectativa si nos dejan o no usar los presupuestos de ayuda”, cuenta Grande. Y todavía pueden anular todo el presupuesto de ayuda del año próximo a PTV y otras organizaciones similares.

Pedido de solidaridad

El gobierno de Trump no es la única amenaza contra PTV y organizaciones similares en Los Ángeles y el resto del país.

“En 2024 sufrimos amenazas; hay personas que nos gritan y nos agreden. En nuestro sitio de internet quitamos nuestra dirección, dejando solo la de correo electrónico y nuestro número de teléfono. En el sitio ya no ponemos fotos de nuestros clientes o del personal, por su seguridad”, acusa Grande.

El Programa para Víctimas de la Tortura de Los Ángeles apela a la población. “Es sumamente importante que llamen a sus congresistas, no importa en qué distrito vivan, o en qué estado, para abogar para que servicios como los que nosotros proveemos a las víctimas de la tortura que buscan asilo y a los niños no acompañados sean restituidos a su nivel anterior”, pide Ana Grande.

“Este será siempre un país de inmigrantes”.

Para asegurar su continuidad, PTV solicita donaciones, que se pueden gestionar en su sitio de internet ptvla.org, en esta página.

Publicado inicialmente en La Opinión, aquí. 

Autor

  • Fundador y co-editor de HispanicLA. Editor en jefe del diario La Opinión en Los Ángeles hasta enero de 2021 y su actual Editor Emérito. Nació en Buenos Aires, Argentina, vivió en Israel y reside en Los Ángeles, California. Es periodista, bloguero, poeta, novelista y cuentista. Fue director editorial de Huffington Post Voces entre 2011 y 2014 y editor de noticias, también para La Opinión. Anteriormente, corresponsal de radio. -- Founder and co-editor of HispanicLA. Editor-in-chief of the newspaper La Opinión in Los Angeles until January 2021 and Editor Emeritus since then. Born in Buenos Aires, Argentina, lived in Israel and resides in Los Angeles, California. Journalist, blogger, poet, novelist and short story writer. He was editorial director of Huffington Post Voces between 2011 and 2014 and news editor, also for La Opinión. Previously, he was a radio correspondent.

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