Carta abierta a Barack Obama
De 'Si Muero Lejos de Ti' por Eileen Truax, 2013
Este 6 de noviembre decidimos darle una segunda oportunidad, presidente. Al igual que mi comunidad, confío en que usted sigue siendo el Barack Obama que encendió mi esperanza. Que en algún momento de lo que resta de su gobierno, me hará sentir orgullosa de mi decisión. Que los próximos cuatro años de su mandato estarán a la altura del tesoro que hoy hemos puesto en sus manos.
Estimado presidente Barack Obama,
Escribo este texto a unos minutos de haberse anunciado su triunfo en las elecciones de este 6 de noviembre y su permanencia en la presidencia de Estados Unidos. Celebro su victoria. Yo, como el 71% de los electores latinos de este país, voté por usted. Y como la mayoría de ellos, también voté por usted hace cuatro años, en 2008.
Ese año, como reportera, tuve la oportunidad de presenciar una parte de su campaña, primero al interior de su partido para ganar la candidatura y después como candidato para llegar a la presidencia. De esas semanas de eventos en distintas ciudades del país, guardo una escena en particular; la recuerdo porque ese fue el momento en el que decidí que iba a votar por usted. Fue a principios de ese año, durante un mitin en el auditorio de una universidad en Santa Fe, Nuevo México. El camino estaba nevado, el evento fue en la noche, pero hasta ahí llegaron miles de personas, la mayoría estudiantes, para escucharlo.
Cerca de las diez de la noche, cuando algunos salíamos por una puerta lateral, pasó frente a nosotros el autobús que lo transportaba a usted y a su equipo. Repentinamente, un grupo de jóvenes salió corriendo detrás del autobús, a pesar del frío, gritándole y agitando las manos para despedirlo. Uno de ellos levantaba un letrero escrito a mano que decía «Hope».
No estoy segura de que hoy, cuatro años después, esta escena se pudiera repetir con la misma ilusión, pasión, y honestidad que entonces. En las últimas semanas tuve oportunidad de hablar con mucha gente con respecto a la elección de hoy; la mayoría de quienes votaron -votamos- por usted, lo hicieron porque piensan que con su contrincante republicano nos podría haber ido peor, y ante esa perspectiva prefieren quedarse como están ahora. Cuatro de cada diez latinos piensan que en los próximos años no habrá mejoras en materia de inmigración, su gran pendiente con nuestra comunidad; en cambio, la mitad de este grupo piensa que con su oponente la situación habría empeorado. En 2008 el voto de los estadounidenses, y en particular de los latinos, iba cargado con la esperanza de que vendría algo mejor. El voto llevó la resignación de que usted representa lo menos malo.
La comunidad latina no le perdona, presidente, el incremento en las deportaciones durante los últimos cuatro años. Supongo que usted sabe que cuando se refieren a usted le dicen «deporter in chief«, parodiando el término «commander in chief». Un millón y medio de inmigrantes indocumentados han salido del país únicamente con lo puesto, han sido separados de su familia, han perdido el fruto de su trabajo de años, sin haber cometido otro delito que carecer de un documento.
Su compromiso fue que se daría prioridad en la deportación a los casos de personas que hubieran cometido crímenes graves y que representaran elevada peligrosidad; sin embargo de los indocumentados cuyos casos han pasado por los tribunales, sólo el 13% ha tenido algún cargo criminal. Los demás han sido enviados a sus países de origen, a México, a El Salvador, a Honduras, a Guatemala, sólo por ser indocumentados; allá están, sin que sepamos cómo enfrentan el futuro lejos de la vida que han construido en este país.
Tal vez usted ni siquiera está enterado de eso; de estarlo, quizá habría mencionado alguno de estos países durante su participación en los debates por la presidencia.
Dentro de su compromiso con la comunidad inmigrante también se encontraba el esfuerzo por lograr un consenso para la aprobación del DREAM Act, la ley que daría a más de un millón y medio de estudiantes indocumentados traídos a Estados Unidos por sus padres siendo menores de edad, la posibilidad de regularizar su situación migratoria. Yo entiendo las condiciones en las que usted inició su gobierno: con una situación económica grave y con el país metido en un par de guerras. Sé que parte del talento de un funcionario público radica en encontrar el momento adecuado para negociar, y también que usted es un maestro en el arte de administrar su capital político. Sin embargo pasaron cuatro años y los posibles beneficiarios de esta ley, los Dreamers, siguen sin recibir una solución a su estatus migratorio.
Seguramente si usted pudiera responderme, me diría que por esta razón implementó el programa de Acción Diferida que les otorga protección temporal y que les otorga un permiso de trabajo por dos años; yo le respondería que desde mi punto de vista, la implementación de este plan obedeció justamente a una administración de su capital político, y que un programa que se concibe como estrategia electoral tiene pocas posibilidades de convertirse en una solución permanente a mediano o largo plazo.
A pesar de lo que he mencionado, la comunidad latina aún le ha dado el beneficio de la duda. Conversando con una persona hace un par de días, ésta me decía que el programa de Acción Diferida fue su manera de enviar una señal para decir a los latinos que pueden seguir confiando en usted, que en esta ocasión sí hará todo lo necesario para cumplir con sus promesas de hace cuatro años. Mis amigas me recuerdan que gracias a su política de gobierno podemos estar seguras de que no serán vulnerados nuestros derechos reproductivos, y que muchas personas de nuestra comunidad se beneficiarán con su reforma de salud. Algunos aún piensan que usted es un hombre íntegro, y admiran su liderazgo y su talento para tratar con la gente.
Usted representa la diversidad, que es el futuro de este país. Las encuestas que han salido esta noche indican que, además del 71% del voto latino, usted ganó el 93% del voto afroamericano, el 63% del voto asiático y sólo 39% del voto anglosajón. Usted le debe la presidencia a las minorías, y usted sabe que los latinos somos la minoría más numerosa de este país. De hecho, usted sabe que en algunos de los estados «bisagra» que ayudaron a consolidar su victoria esta noche, el factor decisivo fue el voto latino. Usted sabe que tiene una deuda con nosotros, y que aún así, volvimos a apostar por usted. Y como sé que usted lo sabe, también sé que pronto nos enviará una señal.
Presidente Obama, no nos envíe señales a través de un mensaje en español, o realizando fiestas de temática hispana en la Casa Blanca. Usted es encantador, pero no nos interesa escucharlo decir «gracias» en español. La única señal que esperamos, la mejor forma de agradecer nuestro voto, es empezar a trabajar para pagar la deuda que tiene con nosotros; las deudas de campaña son deudas de honor. Usted nos debe un freno a las deportaciones.
Usted nos debe una solución permanente y definitiva para la situación de nuestros Dreamers. Usted nos debe una negociación con el Congreso utilizando todo lo que esté al alcance de su mano para solucionar la situación migratoria de once millones de trabajadores en este país.
Usted nos debe el reconocimiento de la existencia de América Latina, nos debe un acercamiento a nuestros países. Usted nos debe la toma de acciones serias y contundentes para detener el tráfico de armas a México y para reducir la demanda de drogas de este lado de la frontera.
Este 6 de noviembre decidimos darle una segunda oportunidad, presidente. Al igual que mi comunidad, confío en que usted sigue siendo el Barack Obama que encendió mi esperanza. Que en algún momento de lo que resta de su gobierno, me hará sentir orgullosa de mi decisión. Que los próximos cuatro años de su mandato estarán a la altura del tesoro que hoy hemos puesto en sus manos.
Respetuosamente,
Eileen Truax
Nota del editor
Trece años atrás, mi amiga Eileen Truax ya había dejado su puesto de reportera de noticias en La Opinión y yo el mío como uno de los editores a su servicio en la sección. Ella trabajaba para medios mexicanos, producía documentales e iba escribiendo sus libros. Y yo era el editor del Huffington Post Voces, la sección latina de aquel sitio noticioso, y afortunadamente Eileen aceptó mi oferta de publicar una columna en el HuffPost.
La llamó «Si muero lejos de tí», un nombre que de una manera desgarradora describe la ansiedad de quienes hemos tenido una vida completa allí de donde vinimos. Y el dolor porque el objeto del amor está, sí, lejos. Al mismo tiempo plantea un condicional: quién dijo que todo está perdido. Y revela una de las alternativas del futuro.
Fue en mayo de 2013. Se publicaron doce o trece. Al año siguiente, yo regresaba a La Opinión como su director editorial.
Eileen, ahora en otro exilio, sigue escribiendo, publicando, enseñando, desarrollándose y desarrollando a otros. Me enorgullece. De casualidad resurgieron esas columnas. Recordemos: gran parte del material que publicamos en internet desaparece porque sí, sin que nos demos cuenta. Las publicaciones fenecen, los sistemas se derrumban, los servidores son caros.
Pero estos textos son demasiado valiosos como para dejarlos ir con el viento del tiempo. Es por eso que HispanicLA vuelve a publicar las columnas de «Si muero lejos de tí», tal como aparecieron hace 11 años. Describen, empotrada en el tiempo, la realidad de esos días no tan lejanos. El lector decidirá si, desde entonces, ha cambiado.
Gabriel Lerner