Desinformación, odio y el voto latino en 2022
Las elecciones de medio término en Estados Unidos pasaron con un suspiro de alivio. Ya sabemos: no fue el “tsunami rojo” que vaticinaban los portavoces republicanos. Pero tan notable como ello es que fuera de un par de incidentes y falsos reclamos de supuesto fraude electoral en Arizona, los comicios transcurrieron en relativa paz; los resultados adversos a los republicanos fueron aceptados con un par de excepciones que no tuvieron mayor eco.
No vimos la violencia que nosotros mismos temíamos y vaticinábamos.
¿Cansados de Trump?
La explicación inmediata a la ausencia de la «ola roja» y el relativo éxito demócrata es que el electorado está cansado de Trump, sus compinches, sus mentiras, su extremismo, su apelación al odio como motor principal del comportamiento. Que votó por la tranquilidad, la estabilidad. Como lo definió precisamente un republicano, fue la victoria de “Team Normal” sobre “Team Crazies”. ¿Fue así?
Los provocadores, los que incitaron a la violencia, los que se mostraron armados y encapuchados en las inmediaciones de los centros de votación, los hackers que supuestamente avivaban las miasmas de la hostilidad perdieron.
Y eso que intentaron
Fue especialmente notable que todos los candidatos republicanos del ala MAGA, quienes desconocen la victoria de Biden en 2020, que reclaman por fraude cada vez que pierden y que, apoyados por Trump, se postularon a cargos con influencia en las elecciones, como secretario de Estado, que las organiza, supervisa y confirma, perdieron. Todos.
Trump, entonces, aunque no le guste y aunque diga lo contrario, es el perdedor. The loser.
Pero la desinformación no descansó un segundo.
La desinformación se expandió al español
De hecho, previamente a las elecciones la desinformación en cadena, enfermiza y sin límites, en este ciclo, la incitación en las redes sociales, se expandió para incluir publicaciones en otros idiomas y especialmente en español.
Y si bien en la mayoría de las plataformas sociales – Twitter se quedó con menos de la mitad de su equipo de revisión de contenidos y se lavó las manos más que los otros – se esforzaron por combatir la desinformación, aunque muy por debajo del compromiso que tomaron sobre sí en 2020, poco hicieron para limitar esta ola de hostilidad y mentira cuando no se difunde en inglés.
Este es el título de un reciente análisis en The Guardian: “La desinformación en español es prolífica en Facebook, Twitter y YouTube”, y añade: “El fracaso de las plataformas de redes sociales en erradicar la información falsa equivale a ayudar e incitar a la privación de derechos”.
Los congresistas protestan
Este proceso empezó a cobrar intensidad en las elecciones presidenciales de 2020. Como consecuencia, en junio de 2021, una veintena de congresistas latinos y aliados tomaron la iniciativa de escribir a los líderes de las plataformas sociales para expresarles su honda preocupación y alarma “sobre la creciente tasa de desinformación en español y otros idiomas distintos del inglés en Facebook, Twitter, YouTube y Nextdoor”.
Lo organizaron los Senadores Ben Ray Luján (D-N.M.) y Amy Klobuchar (D-Minn.) y el Representante Tony Cárdenas (D-Calif.). Firmaron 25 parlamentarios.
“Los legisladores”, detalla uno de ellos, el senador Alex Padilla de California, en su página de internet, “destacaron la necesidad crítica de garantizar que los esfuerzos para abordar la difusión de información errónea en línea sean adecuados”.
Los esfuerzos de las plataformas sociales “de moderación en español no van a la par del inglés, con la difusión generalizada de contenido viral que promueve el contrabando de personas, engaños sobre vacunas e información errónea sobre las elecciones”.
Los congresistas (todos demócratas) acusaron a Mark Zuckerberg, dueño de Facebook de: “falta de transparencia con respecto a los esfuerzos para limitar la difusión de este contenido dañino para todos los idiomas”.
La carta “solicita estadísticas claras y concretas sobre la eficacia de la campaña y la cantidad de empleados a tiempo completo y con contrato dedicados a la moderación de contenido que no está en inglés. Desafortunadamente, las plataformas no proporcionaron la información solicitada sobre las inversiones realizadas en la moderación de contenido en idiomas distintos del inglés a través de revisión humana y procesos algorítmicos”.
Los congresistas dieron al empresario hasta el 11 de agosto para responder a sus requerimientos. Pero la fecha llegó y pasó sin mayores consecuencias.
Una sarta de mentiras
Entre las mentiras más difundidas en los medios sociales en 2020 y 2021, sin que éstos hicieran mucho por impedirlo, estaban la afirmación de que “usar máscaras es un engaño, que Joe Biden quiere desfinanciar a la policía y que la idea de niños inmigrantes en jaulas fue una noticia falsa difundida por la representante Alexandria Ocasio-Cortez”.
Las falsedades difamaban al filántropo y billonario George Soros, acusándolo de «estar detrás» de la migración organizada, la prostitución infantil y el «islamismo radical».
Se repetían las teorías conspirativas de QAnon, según las cuales la elite demócrata se eterniza en el poder gracias a la sangre de niños sacrificados de cuyos cuerpos supuestamente obtienen una sustancia mágica.
Y por supuesto, abundaban las alusiones al “estado profundo,” que según Oxford Languages es “un cuerpo de personas, típicamente miembros influyentes de agencias gubernamentales o militares, que se cree que están involucrados en la manipulación o control secreto de la política del gobierno”.
La situación no mejoró mucho en los meses subsiguientes a la carta, y en diciembre pasado, la organización Unidos US – antes llamada La Raza – denunció nuevamente a Facebook por su responsabilidad en la difusión de los mensajes de desinformación y odio.
Agencias y organizaciones por la verdad
También en respuesta a la desinformación, organizaciones comunitarias latinas – lideradas por María Teresa Kumar, directora ejecutiva de Voto Latino, organización nacional que se dedica a “alentar a los jóvenes votantes hispanos y latinos a registrarse para votar y participar políticamente”, crearon el Laboratorio Latino de Anti Desinformación – The Latino Anti Disinformation Lab.
Otro esfuerzo para contrarrestar la ola de desinformación e incitación es el sitio Factchequeado.com, que define así su misión: “verificamos la desinformación que circula en redes sociales como Facebook, TikTok, YouTube y Twitter, en WhatsApp y Telegram, y en medios de comunicación masiva como noticieros y periódicos, para ayudarles a los ciudadanos a saber si los contenidos que reciben son veraces, falsos, están basados en poca o ninguna evidencia, o les falta contexto”.
A pesar de esta suma de protestas y presiones: los congresistas, organizaciones comunitarias, los medios, a pesar de la presión ejercida sobre ellos, las plataformas sociales no corrigieron sustancialmente su conducta.
En agosto de 2022, un año después de la iniciativa del Congreso, un informe de Media Matters encontró que «numerosos videos en español que promovían la Gran Mentira – de que Trump supuestamente ganó las elecciones de 2020 – seguían apareciendo en las plataformas de redes sociales, a pesar de las políticas que supuestamente los prohíben”.
El informe estableció que, si bien “YouTube prometió tomar medidas contra las denuncias de fraude electoral y la información errónea en español, la plataforma sigue alojando videos que difunden la mentira de elecciones robadas”.
La respuesta de You Tube
En respuesta a la publicación del estudio de Media Matters, en octubre de 2022, YouTube canceló dos de los principales canales dedicados a la desinformación: Super Viralisimo y BLes Mundo.
Sin embargo, un tercer canal, Epoch Times en Español, no fue removido. Se trata de la contraparte en español del Epoch Times, un grupo mediático chino con base en Nueva York y alcance internacional que responde al movimiento religioso Falun Gong. El canal afirmó falsamente, entre otras cosas, que más de 432,000 votos para el expresidente Donald Trump fueron eliminados en Pensilvania durante las elecciones presidenciales de 2020.
Aquel mismo mes, Frances Haugen exempleada de Facebook convertida en denunciante, dijo ante el Congreso que el 87% del gasto en combatir la desinformación en Facebook se invierte en el contenido en inglés, aunque solo el 9% de los usuarios globalmente son angloparlantes.
“Facebook invierte más en los usuarios que les hacen ganar más dinero, aunque el peligro no se distribuya uniformemente en función de la rentabilidad”, dijo Haugen a los legisladores, según The Guardian.
Esa parece ser la raíz del problema: aunque la desinformación que se difunde en español es tan o más insidiosa que la publicada en ingloés, el esfuerzo para contrarrestarla es mínimo y absolutamente insuficiente.
Un esfuerzo insuficiente
Nótese que las mentiras esgrimidas en español fueron inicialmente idénticas a las difundidas en inglés. Los mismos mensajes, en general, que se referían a los comicios de 2020.
La situación fue cambiando en los dos años transcurridos desde entonces. Las mentiras se hicieron locales. En estas elecciones, los métodos para la difusión de falsedades fueron más sofisticados, y los mensajes, elaborados de manera específica para cada comunidad. Por ejemplo, la acusación de que el presidente Joe Biden es un socialista radical y peligroso es más aceptada entre los inmigrantes de Cuba o Venezuela que han vivido bajo gobiernos socialistas y conservan un odio profundo hacia esa ideología.
Pero ni Facebook ni YouTube han aceptado remover las falsas acusaciones de que «Biden es un socialista extremo», porque no violan sus políticas. Lo que prohíben las plataformas es contenido engañoso sobre la votación, así como contenido vinculado a teorías de conspiración dañinas como QAnon.
Otra de las falsedades más populares fue que que «a Estados Unidos entraban papeletas de votación fraudulentas procedentes de China y México».
Y cuando los medios hispanos regulares, intentaban corregir las falsedades, muchos en la comunidad los llamaron “fake news”.
Como continuación de la carta que en agosto de 2021 enviaron los congresistas a los medios sociales, un año después el grupo (caucus) Latino del Congreso pidió una reunión con los ejecutivos de Meta (Facebook), TikTok, YouTube y Twitter. Los primeros no comparecieron sino que enviaron sus pareceres por escrito.
Al igual que el año anterior, prometieron hacerse cargo de la situación. E informaron que dedican decenas de miles de empleados en todo el mundo para verificar la información publicada en sus plataformas.
El efecto de la mentira
Los verdaderos fake news han sido las olas de desinformación y odio lanzadas contra los latinos en las redes sociales.
Pero, ¿hicieron mella?
¿Qué efecto real tuvo la ola de desinformación y promoción del odio sobre el voto? ¿a cuántos no convencidos convencieron así?
Es difícil saberlo ahora, tan pocos días después de las elecciones. Pero en las semanas precedentes a los comicios hubo una avalancha de comentarios políticos que señalaban como un hecho que los latinos votarían esta vez por el partido Republicano. Con frases como “los demócratas no entienden todavía que los hispanos ya no los quieren”, o “qué causó que el apoyo del voto latino pase a los republicanos”, se quería dar la apariencia de un hecho consumado.
Que prácticamente no existió. El 60% de los latinos votaron para los demócratas, comparado con 67% en 2020, 69% en 2018, pero 65% en 2016. El punto más bajo en el apoyo hispano al partido Demócrata fue en 2002, cuando el entonces candidato George W. Bush recibió el 41% del voto latino.
El voto latino en 2022
En 2022 el voto latino cambió solo marginalmente, con la excepción de un solo estado: Florida, donde los republicanos recibieron entre 57% y 60% del voto latino.
Una división más minuciosa arroja que en Florida, 67% de los votantes de origen cubano votaron por los republicanos (un porcentaje que sube con la edad del votante), comparado con el 51% de los que son de otro origen.
Con el supuesto aumento en el voto republicano latino, pasó lo mismo que con las otras expectativas del “tsunami rojo”: fue mucho menos de lo esperado.
Entonces: la desinformación y el odio, ¿convienen? ¿cambia el voto? ¿convence a la gente para que vote por el contrario o para que se abstenga de votar? No hay una respuesta clara, pero lo que sí hace es envenenar el ambiente y minar la confianza de la comunidad en el sistema político democrático. Que es lo que los promotores de esos mensajes querían desde el comienzo.
Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California, administrados por la Biblioteca del Estado de California y el Latino Media Collaborative.