Djokovic entre el dinero y las convicciones
El serbio Novak Djokovic tiene ante sí un gran debate intelectual: entre sus convicciones de no vacunarse y el dinero que perderá por no hacerlo. Es que tras el cierre de las puertas de Australia, ahora son las puertas del Rolan Garros para quienes no están vacunados las que se cierran.
Es decir, que si continua sin vacunarse, comenzara a perder no solo los torneos sino los sponsors, y eso es mucho dinero.
La disyuntiva es que “sin querer queriendo”, Djokovic se transformó en el líder mundial de los antivacunas. Por lo tanto, sus convicciones chocan de frente contra su cuenta bancaria…
Los que conocen del tema opinan que su carrera está en juego y es posible que tenga que vacunarse para continuar jugando, porque a medida que pasen los días, los reglamentos se volverán más estrictos.
Pero si se vacuna, (necesita al menos dos dosis), decepcionará a todos los que lo encumbraron como el héroe mundial antivacunas y a su padre, el principal abanderado, que defiende esta posición a “capa y espada”.
Por lo pronto el gobierno francés ha confirmado, (desmintiendo a su ministra de deportes), que todos los tenistas que compitan en el Roland Garros deberán tener la pauta completa de vacunación, igualmente que se le exigirá al público y a los profesionales implicados. El parlamento francés acaba de aprobar un proyecto de ley que exige un certificado de vacunación, para muchas actividades de la vida social, incluyendo la asistencia a espectáculos deportivos.
Otra puerta que se cierra para Novak Djokovic es la del US Open, ya que las reglas estadounidenses obligan a todos (participantes, cuerpo técnico y espectadores), a completar las tres dosis de vacunación. La única esperanza que tiene es Wimbledon, pero creo que, en pocos días Londres se unirá al mundo, prohibiendo el ingreso a quienes no estén vacunados.
En su última entrevista Djokovic insistió que no quiere ser un campeón antivacunas, tratando de correrse del problema, mostrando que el dinero pesa más que los principios. Y esto es porque sabe que mientras no esté vacunado, deberá alejarse de las competencias internacionales.
La nueva normalidad
Por supuesto, el caso Djokovic es el ejemplo más famoso de la nueva normalidad, en donde nos sumergió el COVID, Delta y Ómicrom, porque esto mismo ocurre en todos los niveles sociales, en el mundo entero.
En este punto es importante aclarar que personalmente tengo las tres dosis de la vacuna, y confió en la ciencia y en los profesionales que trabajan en ella, pero también soy un gran defensor de las libertades individuales, desde la cultural, la religiosa, la de género o la libertad a abortar.
Por esto el gran debate que se nos presenta es:
¿Hasta dónde el gobierno (de cualquier país) puede coartar mi libertad y obligarme a hacer lo que no quiero?
¿Hasta dónde yo puedo ejercer mi libertad contagiando a otros de una enfermedad que puede resultar mortal?
Reconozcamos que algo así nunca ocurrió antes. Esta nueva normalidad es realmente nueva. Por ejemplo, luego del 11 de septiembre del 2001, aceptamos que nos revisen en los aeropuertos de todo el mundo, casi hasta desnudarnos, pero eso, a pesar de ser denigrante, no altera nuestro cuerpo, (para bien o para mal). Y es verdad que estas revisiones han eliminado casi en su totalidad los atentados o secuestros de aviones, que antes costaban muchas vidas.
El dilema de la obligatoriedad de algo es muy difícil de resolver, porque crea un antecedente no deseado… entonces podemos recordar la irónica frase de Groucho Marx, «Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros».