Inglés en el español, español en todo el mundo

Me envió un amigo colombiano el texto de la carta que una señora española había remitido a un programa de radio, para que la leyeran en directo:

«Desde que las insignias se llaman pins, los maricones gays, las comidas frí­as lunchs, y los repartos de cine castings, este paí­s no es el mismo.

Ahora es mucho, muchí­simo más moderno.

Antaño los niños leí­an tebeos en vez de comics, los estudiantes pegaban posters creyendo que eran carteles, los empresarios hací­an negocios en vez de business, y los obreros, tan ordinarios ellos, sacaban la fiambrera al mediodí­a en vez del tupper-ware.

Yo, en el colegio, hice aeróbic muchas veces, pero, tonta de mí, creí­a que hacía gimnasia.

Nadie es realmente moderno si no dice cada dí­a cien palabras en inglés. Las cosas, en otro idioma, nos suenan mucho mejor. Evidentemente, no es lo mismo decir bacon que panceta, aunque tengan la misma grasa, ni vestí­bulo que hall, ni inconveniente que handicap…

Desde ese punto de vista, somos moderní­simos. Ya no decimos bizcocho, sino plum-cake, ni tenemos sentimientos, sino feelings. Sacamos tickets, compramos cómpacs, comemos sandwiches, vamos al pub, practicamos el rappel y el raffting, en lugar de acampar hacemos camping y, cuando vienen los frí­os, nos limpiamos los mocos con kleenex.

Esos cambios de lenguaje han influido en nuestras costumbres y han mejorado mucho nuestro aspecto».

Y así continúa la filípica durante unas mil trescientas palabras más de un texto que concluye con la siguiente boutade (aaaaay, perdón: presunta ingeniosidad):

«Para ser ricos del todo, y quitarnos el complejo tercermundista que tuvimos en otros tiempos, solo nos queda decir con acento americano la única palabra que el español ha exportado al mundo: la palabra “SIESTA”.  Espero que os haya gustado… Yo antes de leerlo no sabí­a si tení­a stress o es que estaba hasta los cojones».

Prescindiendo de la imposibilidad anatómica de que una señora esté hasta los cojones de cualquier cosa que sea, a mí, la verdad, me parece un imperdonable despiste eso de concluir diciendo que «sólo nos queda decir con acento americano la única palabra que el español ha exportado al mundo: la palabra “SIESTA”».

Porque se da la puñetera casualidad de que la palabra ”siesta” sólo la entienden los extranjeros que saben algo de español, lo que no tiene ningún mérito, mientras que sí hay muchísimas palabras –más de las que creemos– que se dicen directamente en español en todos los idiomas del mundo, aunque la fonética a veces sea enrevesada.

Vaya acá una relación para nada exhaustiva :

Aficionado (en sentido taurino), alpaca, amigo, Armada, auto de fe, bolero, Brigadas Internacionales, burrito, caldera (lenguaje vulcanológico), cañón (en sentido geográfico), coca, compañero, cóndor, Conquista, coyote, cumbia, chacona, Che, chili con carne, chihuahua (=la raza canina), chiquita, dengue, des[es]perados, donjuán, donquijote, El Dorado, El Niño, fiesta, filipino, flamenco, gaucho, gazpacho, gorila (en el sentido de guardaespaldas), Grande (en el sentido de persona de alcurnia noble), guerrilla, guerrillero, hacienda, hispano, indio, Inquisición, jerez (pese a fonetizaciones tan vomitivas como “sherry” o “xérès”), Junta, la ola, latino, llama (el animal andino), machete, macho, mambo, mañana, mariachi, marihuana, matador, mate, merengue, mescal, ole (u olé), paella, pampa, pasodoble, patio, rioja, rodeo, rumba, salsa, sanfermines, señor (así como señora y señorita, aunque no señorito, qué curioso), taco, tango, telenovela, tequila, torero, tornado, tortilla, vicuña, Zorro

Todas esas palabras se dicen en español en cualquier otro idioma del mundo, además de una considerable cantidad de topónimos de, por ejemplo, un país cuyo idioma nacional es el avasallante inglés:

Albuquerque, Alcatraz, Amarillo, ¡¡¡América!!! (que es una palabra originalmente española), Arizona, California, Colorado, Chula Vista, El Álamo, El Cajón, El Cerrito, El Paso, Encinitas, Escondido, Florida, Fresno, Las Vegas, Los Ángeles, Madera, Matamoros, Mercedes, Modesto, Monterey, Murrieta, Nevada, Nogales, Novato, Nuevo México, Sacramento, Salinas, San Antonio, San Bernardino, San Buenaventura, San Diego, San Fernando, San Francisco, San Luis Obispo, Santa Ana, Santa Fe, Santa Mónica, Santa Paula, Toledo, Ventura

Y no hablemos del imaginario cinematográfico, con títulos inerradicables tales como (o donde aparecen nombres tales como) Río Bravo, Río Grande, Río Lobo, High Sierra, Viva Zapata, The Treasure of Sierra Madre, OK Corral… o si pensamos en la televisión, Bonanza.

Así es que ya ven que entre sustantivos y topónimos, y sin gran esfuerzo, puedo enlistar 128 de una sola tacada, diez más del doble de los 59 anglicismos enlistados por “Doña Pura”.

Con la ventaja a mi favor, de que mientras los anglicismos de marras son en su mayor parte modas que pasarán con el tiempo, como el sarampión, el largo centenar de hispanismos de mi lista, por el contrario, forma ya parte inalienable de muchos idiomas del mundo, e incluso de la toponimia de un país cuyo idioma oficial es el inglés.

Que se dejen, pues, de dar la tabarra con eso de los anglicismos y con la pureza del idioma.

Perfil del autor

Ricardo Bada (*Huelva/España, 1939), escritor y periodista residente en Alemania desde 1963. Autor de La generación del 39 (cuentos, 1972), Basura cuidadosamente seleccionada (poesía, 1994), Amos y perros (cuento, 1997), Me queda la palabra (ensayos, 1998) y Los mejores fandangos de la lengua castellana (parodias, 2000). Editor en Alemania, junto con Felipe Boso, de una antología de literatura española contemporánea (Ein Schiff aus Wasser [Un barco de agua]), y en solitario, de la obra periodística de Gabriel García Márquez y los libros de viaje de Camilo José Cela. Colaborador regular de ABC, Letras Libres, Cuadernos Hispanoamericanos, Revista de Occidente, Vasos Comunicantes y Revista de Libros (España), Nexos y La Jornada (México), SoHo, El Malpensante y El Espectador (Colombia), SoHo (Costa Rica) y La Opinión (Los Ángeles/California).

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