El Gran Circo Republicano: payasos, malabaristas y hasta un oso… contra Newsom
Acaban de acampar en California y han abierto su gran carpa a una multitud de marginales políticos: los antivacunas, los antirestricciones, los secesionistas, los supremacistas raciales y los grupos antiinmigrantes
Bienvenidos al Circo Republicano y permítanme presentarles al Gran Maestro de Ceremonias, el excelentísimo, insuperable e incomparable titiritero Donald John Trump, que no aparece en escena pero sabemos que es el dueño del circo.
En el Acto I ya vimos la espectacular insurrección del 6 de enero en que, con palos, gritos guturales y salvajemente trepando paredes, las huestes republicanas y sus correligionarios de la extrema derecha tomaron por asalto el Congreso Nacional.
Llegaron a California
Ahora acaban de acampar en California y han abierto su gran carpa a una multitud de marginales: los antivacunas, los antirestricciones, los secesionistas, los supremacistas raciales y los grupos antiinmigrantes.
La entrada es gratis, aunque el único requisito es lealtad ciega a Trump y repetir el padrenuestro de que le robaron la elección presidencial.
Y cuando se abrieron las cortinas para el II° Acto irrumpieron payasos y malabaristas con sus tradicionales piruetas. El objetivo del entretenimiento no es tan artístico como político: quieren distraer al electorado californiano para orquestar la remoción del gobernador demócrata Gavin Newsom en una elección especial que probablemente tendrá lugar en noviembre.
Esta no es una táctica muy original. Ya la utilizaron en 2003 contra otro gobernador demócrata, Gray Davis. El resultado fue la sorpresiva remoción de Davis y la asunción del actor Arnold Schwarzenegger. Un inverosímil acontecimiento político en el que la ficción y la comedia de Hollywood se mezcló con la política.
Schwarzenegger no tenía experiencia política substantiva, pero el electorado estaba irritado con un gobernador que les había aumentado las tarifas del registro de automóviles y agotado por los continuos cortes de electricidad que afectaban a millones de hogares.
Newsom y sus pecadillos
No estamos en los tiempos de Davis y Schwarzenegger, pero Newsom también parece haber irritado a muchos. Pero seamos sinceros, ¿quién no va a estar irritado después de más de un año de pandemia? Aunque estuviese Madre Teresa en el gobierno, indefectiblemente le apuntaríamos los cañones.
De todos modos, no nos equivoquemos. Por más afable y progresivo que sea Newsom, el señor cometió sus errores. Es difícil olvidarse que mientras insistía en que no saliéramos de nuestras casas, lo descubrieron en medio de plena pandemia festejando en el lujoso restaurante French Laundry. Y ya que estamos con la lista de quejas (perdón, don Newsom), ¿por qué la tardanza en corregir los errores de haber pagado millones, en beneficios por desempleo, a presos y a otra gente que no calificaba?
Pero seamos justos. Pedir o exigir que se corrijan errores, es más que razonable en una democracia. Pero tratar de remover al gobernador que fue elegido por 62% del electorado en una elección incuestionable… eso es otra cosa. Una cosa que aparenta ser un esfuerzo para interferir con la gobernabilidad y, lo digamos claramente, huele a complot.
Cox, Jenner y Carey
Ya estamos en medio del II° Acto del Circo Republicano y acaba de entrar al escenario John “el Domador” Cox. Un republicano que todavía debe estar con la sangre en el ojo después de enfrentar a Newsom en la elección de 2018 y sufrir la derrota más aplastante en más de medio siglo de procesos electorales californianos.
Cox quería una entrada espectacular para el inicio de su campaña electoral. Algo inolvidable. Y no se le ocurrió mejor idea que traer un animal al evento. Sí, escucharon bien. Un a-ni-mal. Primero debe haber pensado en conseguir un elefante, que después de todo es el símbolo de su partido. Pero hoy en día, tanto los elefantes como los afiliados al Partido Republicano, son difíciles de encontrar ya que están camino a extinción en California. Entonces, su segunda opción debe haber sido encontrar un oso. Y encontró un oso. Nada menos que un oso grizzly de 1,000 toneladas.
El circo incluye a muchos otros personajes payasescos. Uno de ellos es Caitlyn Jenner, la transgénero que sabe tanto de política como yo de física cuántica. Es tan habilidosa la señora que ha irritado a su base natural y ya ni siquiera cuenta con el apoyo de la comunidad transgénero. Pero aunque su ignorancia política es atroz, su participación en el circo electoral seguramente la ayudará con los ratings de su patético reality televisivo.
Otros ilustres candidatos que aparecen en la lista del circo republicano incluyen a la actriz porno Mary Carey. Ya fue candidata en 2003 cuando triunfó el rey de los esteroides, Mr. Terminator Szchwarzenegger. En aquella contienda, la agenda política de Carey no estaba centrada en temas fiscales, la educación o la salud pública, sino que en tópicos mucho más importantes como el de impuestos a los implantes de senos y la creación de un programa de intercambio de pistolas por pornografía. Como si esto no fuera suficiente, en 2005, la señorita fue arrestada por violar una ordenanza municipal de Lakewood, Washington, que prohibía que las mujeres de bailes de salones se tocaran sugestivamente.
Camino al abismo
Los organizadores de este circo electoral que pretende remover a Newsom con osos, porno stars y payasos de todos los colores están llevando al Partido Republicano californiano al desastre. Para los que les gusta escarbar en la historia, son la continuación genética del miedo demográfico y racial de Pat Buchanan, de líderes políticos intolerantes como Pete Wilson e iniciativas legislativas como la Proposición 187.
Los republicanos no deben olvidar que fueron estas medidas divisivas y estos líderes con su miopía nativista y antiinmigrante lo que provocaron una contraofensiva política que, desde entonces, los ha castigado duramente en las urnas, excluyéndolos de todo tipo de posiciones de poder en la estructura gubernamental estatal.
La elección para remover a Newsom, que es opuesta por 56% del electorado y costará $400 millones, es como una flauta de Hamelín que está llevando al ya de por sí más que debilitado Partido Republicano californiano hacia el abismo.
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