El pueblo mapuche y una celebración que no llega

En pleno fragor mundialista, cuando el pueblo se une ante la bandera argentina, es imposible no cuestionarnos el sentimiento de esa bandera celeste y blanca que no siempre representa a todos los habitantes de ese territorio.
En ese país donde hoy Messi hermana a los argentinos, el pueblo mapuche vive una situación de ocupación, persecución y lucha por la invasión de sus territorios.

El desierto estaba poblado

La falsamente llamada “Conquista del Desierto” por el genocida Julio Argentino Roca, entre 1878 y 1885 arrasó con la originaria nación mapuche que ocupaba los territorios desde Mendoza hasta Santa Cruz. Asesinados de la manera más cruel, el pueblo mapuche fue víctima de un genocidio sobre el que se cimentó la civilización argentina. El silencio y el miedo fueron impuestos sobre un pueblo aterrorizado por la represión y la muerte. Quedó disperso y llegó a este presente confuso y oscuro en el que muchos mapuches que viven en Buenos Aires y en otras provincias del país ya no se reconocen como tales.

La destrucción y la usurpación no fueron solamente territoriales sino también espirituales.

Se impuso una mirada capitalista y sesgada contrapuesta a la cosmovisión mapuche que honra tanto la tierra como la vida. En su visión se relaciona la salud y el bienestar del ser humano con la sana relación que éste establece con su territorio. Los roles espirituales del pueblo mapuche, lejos de la versión verticalista y autoritaria de poder que imponen los sistemas capitalistas, son asamblearios y horizontales. No sólo se cuida el territorio sino la salud espiritual de sus moradores. Es una relación directa entre la tierra y la vida.

La voz de los ancestros

Más de 100 machis (líderes espirituales) mapuches fueron asesinadas solamente en la zona de de lo que actualmente es Bariloche, en la época del General Roca, por el Ejército Argentino. En todo el Puelmapu (Argentina) habían muchas más y otra vida hubiera sido posible si esta cosmovisión hubiera podido florecer no solamente en la  Argentina sino en todo el mundo.

Pero la fuerza de los pueblos es irrefrenable y desde otros tiempos y otras dimensiones sigue su curso.

Desde hace seis años, Betiana Colhaun, respondiendo al llamado de su pueblo mapuche, recibió el llamado de sus ancestros para comenzar su proceso espiritual como machi. Es la primera machi que se levanta en el Puelampu (Argentina) en más de 50 años.
En el territorio Relmu Lafquen, mal llamado por los genocidas Villa Mascardi, en el año 2017, la machi comenzó con su comunidad la recuperación de este territorio que desde la invasión de la Conquista del Desierto, pertenece a Parques Nacionales. En ese año, Prefectura invadió argumentando la invasión del territorio. Allí asesinaron a Rafael Nahuel.

La lucha del pueblo mapuche por sus territorios

Desde ese entonces, se intensificó desde los medios de comunicación, la teoría del enemigo interno. La campaña desprestigia al pueblo mapuche como invasor y niega su existencia, sus derechos y sus valores para interpretar la vida.

La herencia de los años de plomo

El 4 de octubre de este año las fuerzas llamadas “Comando Unificado” formado por Prefectura, la Policía de Río Negro, la Policía Federal Argentina, Gendarmería y el grupo «GEOF» ( Grupo Especial de Operaciones Federales), invadieron a tiros la zona.  Detuvieron a seis mujeres de la comunidad junto a tres niños y dos  bebés. Débora Vera, una de las cuatro lamién (hermanas) detenidas en ese día, recuerda los gritos de los uniformados  amenazándolas y diciendo “si no se tiran al piso, las matamos”.

Bajo secreto de sumario, dos de las mujeres fueron trasladadas a Buenos Aires en aviones de la Prefectura y separadas de sus hijos. Las otras cuatro, entre ella la Machi, quedaron bajo arresto, sin más ropas que lo puesto y sin pañales para sus bebés. Obligadas a requisas indignas y bajo torturas psicológicas y físicas, durante dos días estuvieron en carácter de desaparecidas, bajo procesos similares a los que imperaban durante los años de la última dictadura militar.

Recién el 25 de octubre fueron dos de ellas fueron liberadas. Pero el resto de las lamien con sus hijos permanecen aún bajo prisión domiciliaria en la ciudad de Bariloche. Los más afectados hoy son los niños que no sólo viven la tensión y el miedo por la falta de libertad sino que sufren en sus cuerpos y en su salud el haber sido desterrados de sus territorios naturales.

Una situación que lejos de mejorar, empeora

El juicio legal que debería haber empezado el 12 de diciembre tuvo que ser aplazado por inconvenientes en la agenda de los abogados de la defensa, quienes también están luchando por la desaparición de la niña Lichita Oviedo Villalba en Paraguay. El juez en la causa, el juez Hugo Greca, no quiso dar lugar a la postergación de las audiencias y expresó la decisión de trasladar a la cárcel del Aeropuerto de Bariloche a la Machi Betiana y las otras tres lamién, separándolas de sus hijos. Los lugares de encarcelamiento previstos son calabozos destinados a mantener a los detenidos solamente por un día, debido a lo precario de sus facilidades.

Debido a la emergencia y la urgencia de la situación, el 26 de noviembre, distintos miembros de las comunidades originarias decidieron realizar un Plenario y solicitar una audiencia con el Poder Ejecutivo. Este 14 de diciembre fueron  recibidos en la Casa Rosada para exigir la libertad de la machi Betiana, las demás mujeres detenidas y la desmilitarización del territorio.

Sentimos un enorme compromiso de expresarnos ante este avasallamiento que sostiene las banderas más crueles de la violación de los derechos humanos.  Son las mismas que se han sostenido a través de la historia, sustentando nuevos genocidios como el que el que dejó en el país a más de 30,000 desaparecidos en la última dictadura militar. 

La lucha del pueblo mapuche por sus territorios

Esta lucha no es solamente del pueblo mapuche por defender sus principios, es una lucha que nos involucra a todos por la defensa de la tierra y del planeta.

La mega minería, el extractivismo y los negocios inmobiliarios buscan lucrar con los suelos de los pueblos originarios, destinados a la usurpación de los derechos humanos en pos de la explotación y la imposición del hambre y la miseria.

Una fiesta donde podamos festejar todos

Es hermoso ver a un pueblo hermanado en el triunfo de un país por un partido de fútbol. Pero no podemos olvidarnos de estas mujeres y este pueblo que está resistiendo y luchando por defender el agua, la tierra y la vida desde la dignidad y no aceptando la explotación y la esclavitud.

La represión al pueblo mapuche ha despertado la indignación y la solidaridad de muchos sectores de la población tanto en Argentina como en el mundo.

Hoy nuestro pueblo está hermanado por las banderas de la unidad de un triunfo deportivo y sabemos del efecto de esa energía en nuestro cuerpo. Es más que necesario que podamos potenciar esa energía para exigir la liberación de nuestras hermanas y acompañar la tarea de dignidad y soberanía que el pueblo mapuche está llevando a cabo para la defensa de nuestra vida, de la tierra y de nuestro planeta. Porque el verdadero triunfo de un pueblo es el triunfo de la dignidad lejos de la explotación y la esclavitud.

Agradecemos especialmente el enorme aporte de la zomo (mujer mapuche) Débora Vera, que con su testimonio nos permitió componer esta nota.

Adriana Briff

Adriana es educadora en el Distrito de San Carlos, California.Tiene una licenciatura en Comunicación Social de la Facultad de Ciencias Políticas, de la Universidad Nacional de Rosario. Madre de Dante, un joven autista de 23 años, Adriana disfruta en escribir crónicas diarias, que ella ha titulado "Fotos con palabras". Sus textos pueden verse en Facebook. También ha publicado en las revistas Urbanave y en Brando, del Diario Nación y Página 12 Rosario.

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