Miles de migrantes en la frontera sur
YUMA, AZ – La frontera sur de Estados Unidos es un hormiguero de hombres, mujeres y niños que han llegado de numerosas regiones del planeta cargados de esperanza. Una esperanza que para muchos se centraba en que el 21 de diciembre se vencería la aplicación del Título 42.
La regulación, relacionada con la pandemia e instituida durante la presidencia de Donald Trump, permite que las autoridades migratorias expulsen a muchos de los migrantes que solicitan asilo.
Lo que los migrantes no esperaban es que el 27 de diciembre la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos prorrogara la implementación del Título 42 hasta por lo menos junio.
Para miles y miles de migrantes en la frontera, esto implica continuar en una espera interminable. Esperar en condiciones extremadamente precarias y esperar soportando las inclemencias de un invierno más que severo.
A muchos ya se les acabaron los pocos ahorros que les ayudó a financiar el viaje. Con los albergues saturados, no tienen donde dormir. Tampoco tienen la ropa adecuada para confrontar las bajas temperaturas. Hay hambre. Y los que más sufren son los niños que se enferman.
Además, los migrantes están expuestos a ser presa fácil de la delincuencia organizada. Hay historias de mujeres secuestradas por las que se pide un rescate, mujeres violadas y mujeres asesinadas.
Los migrantes son venezolanos, ecuatorianos, cubanos, rusos, mejicanos, nicaragüenses, ucranianos y de muchos otros países. Algunos vienen por la miseria económica que experimentan sus pueblos. También están los que vienen por desastres naturales, como sequías, inundaciones y huracanes. Otros por la guerra. Y están los que alegan persecución política, falta de seguridad, miedo a las pandillas.
“Venimos huyendo de Guerrero con mis niños porque la mafia nos quitó nuestras tierras y nos dijo que nos iban a matar”, dice M., una mujer de 36 años de Guerrero, México, que todos los días se presenta a la garita de inmigración para ver si se ha abierto la frontera. “Llevamos cuatro meses esperando… nuestros niños se enferman por el clima frío y por no comer adecuadamente. Rentamos un lugar donde dormir y vamos a comer a los albergues”.
El Título 42 es aplicado de diferentes maneras dependiendo de la nacionalidad del migrante. A los mejicanos y venezolanos, por ejemplo, los retornan a México inmediatamente. Ese no es el caso de migrantes de otros países como Cuba.
Elizabeth, es una cubana de 21 años que apenas cruzó la frontera en Yuma, Arizona, se entregó a las autoridades migratorias sabiendo que no sería automáticamente deportada.
«Me vine de La Habana porque soy cristiana y somos perseguidos por esa razón”, comentó Elizabeth. “Era estudiante de psicología, pero no pude seguir estudiando por lo mismo».
Otros vienen de más lejos. Ese es el caso de Bahe, un armenio de 52 años que vivía en Rusia, quien llegó a la frontera con su amigo Roman, un ruso de 30 años.
“¿Por qué me vine? Porque estamos viviendo en tiempos de la Unión Soviética”, dijo Bahe en referencia a la opresiva situación política de Rusia bajo Vladimir Putin.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS, siglas en inglés) no dejó dudas sobre cómo responderá ante la decisión de la Corte Suprema de Justicia.
“Tal como lo requiere la orden de la Corte Suprema, el artículo 42 de salud pública permanecerá en efecto y las personas que intenten entrar a Los Estados Unidos de manera irregular, serán expulsados a Mexico y a sus países de origen”, dice el comunicado de prensa de DHS. “La gente no debería escuchar las mentiras de los traficantes de personas que se aprovechan de la vulnerabilidad de los migrantes, poniendo así sus vidas en peligro. La frontera no está abierta y nosotros continuaremos enforzando en forma completa, nuestras leyes de migración”.
Pero con comunicado o sin comunicado, siguen llegando migrantes a la frontera. No tienen muchas opciones. Atrás dejan miseria, persecución, desesperanza; adelante está el sueño de un futuro mejor.
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Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California, administrados por la Biblioteca del Estado de California y el Latino Media Collaborative.