Hay tres “villanos” que torpedean la tímida recuperación de la economía de Estados Unidos:
- El país no se ha recuperado de la pérdida de riquezas que causó el desplome del valor de las viviendas y la gente sigue gastando poco
- El desempleo es aún alto y quien no tiene trabajo no puede consumir como Dios manda.
- Los trabajadores contratados no son suficientes, o ganan muy poco porque laboran a tiempo parcial (“part time”) como para elevar con fuerza la demanda de bienes y servicios.
De estos tres factores retrógados –no son los únicos– uno que es clave es el mercado inmobiliario, que fuera precisamente el principal causante de la peor recesión económica que ha padecido la nación en 80 años.
El frenesí del mercado de la vivienda, convertido en una burbuja gigante que no vio siquiera el entonces zar de la economía, Alan Greenspan — según admitió meses después de ser sustituido por Ben Bernanke– y que otros muchos no quisieron ver porque estaban ganando dinero fácil a manos llenas, terminó explotándole a todos en la cara como un globo de cumpleaños.
El terremoto inmobiliario desplomó el valor de las viviendas y EEUU de pronto se hizo más pobre –o menos rico, según se quiera ver— debido a que en este país el 67.8% de las familias (llegó a casi el 69% en 2005) son propietarias de sus casas y tienen en la plusvalía acumulada por su vivienda la principal riqueza neta patrimonial. Estamos hablando de más de 240 millones de personas.
Según el Banco de la Reserva Federal (Fed), la riqueza neta de las familias en EEUU cayó brutalmente en $17.5 billones (millones de millones) desde el pico de $65.3 billones alcanzado a mediados de 2007 hasta situarse en $47.8 billones a principios de 2009, para un descenso de un 25.5%, debido al desplome del valor de las viviendas. Este descenso fue equivalente en valor al Producto Interno Bruto (PIB) de EEUU, que cuadruplica al de Japón, el PIB que le sigue en el mundo.
Para comprender mejor esto imaginémonos un caso hipotético. Juan, inmigrante que tiene un buen empleo en Los Angeles, es propietario de una casa en Covina que a principios de 2007 tenía un valor en el mercado de $460,000. Además, él tenía fondos mutuos por $4,000 y unos $25,000 en una cuenta IRA para su retiro, o sea, poseía activos por $489,000. Debía $215,000 de su hipoteca, $12,000 de su automóvil, y $11,000 en tarjetas de crédito, para un total de $238,000 en pasivos (deudas). Si a los activos les restamos las deudas vemos que la riqueza neta de Juan y su familia era de $251,000.
Pero vino el tsunami inmobiliario y hoy el valor de mercado de la casa de Juan es de $230,000. Asumiendo que él y su familia no hayan contraído nuevas deudas, y que pagaron al banco otros $25,000 de su hipoteca y ahora deben $190,000, el patrimonio familiar es actualmente de $46,000. Perdieron $205,000 de un plumazo. Y pongo un ejemplo “benévolo” en el que el propietario de la vivienda conserva su trabajo y su deuda hipotecaria con el banco es menor que el valor de su casa.
Reuma para abrir la billetera
Hay una ley psicológica y económica a la vez que no falla: cuando una persona se siente amparada por una riqueza en activos, aunque sea “virtual”, consume, gasta, y se endeuda. Pero cuando dicha “protección” financiera cae a niveles mínimos, o desaparece, siente mucho temor y sufre de artrosis severa a la hora de abrir la billetera o usar su tarjeta de crédito.
En EEUU eso es grave, porque aquí el gasto de los consumidores es la gallina de los huevos de oro que genera el 70% del PIB. Es decir, cuando el consumidor se sabe más pobre y gasta menos, está obstaculizando, incluso frenando, la recuperación de la economía.
Y todo deviene en un círculo vicioso casi diabólico: como los consumidores gastan menos la economía no se reanima, y al no reanimarse no se contratan más trabajadores y continúa alta la tasa de desempleo, que es otra de las grandes rémoras que impiden una sólida reactivación económica y que alimentan el drama de los “foreclosure”, lo que a su vez impide que los valores y las ventas de viviendas vuelvan a su cauce normal.
Aunque de acuerdo con la Asociación Nacional de Agentes de Bienes Raíces (NAR) desde mediados de 2009 el valor de las viviendas y demás bienes inmuebles ha venido subiendo discretamente, el gobierno federal estima que aún debe subir otro 21% para que la riqueza familiar en EEUU vuelva a alcanzar el nivel que tenía antes de la recesión, en diciembre de 2007.
Pero el problema es más complicado. Las empresas en EEUU no están contratando más empleados como para restablecer siquiera el volumen de la nómina que tenían antes de la crisis. Las que contratan trabajadores lo hacen a cuenta gotas, o abren plazas de empleos a tiempo parcial (“part time”). Ello significa que los nuevos contratados son insuficientes todavía, o ganan muy poco porque laboran sólo media jornada.
Todo ello conforma un panorama negativo que deja el camino abierto a los tres “villanos” mencionados para obstaculizar el debilucho proceso de recuperación de la economía más grande del mundo.
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Hoy Wall Street se desplomo por la caida de la confianza del consumidor y confirma que mientras no se disminuya el desempleo y la gente tenga miedo al fufuro y las casas no suban de valor, los consumidores van a seguir desconfiando de lo que llaman recuperacion economica. Esta bien que lo que este articulo dice y muy bien explicado.
Es verdad que hasta que el equity de las casas no suba la gente no va a sentirse segura para gastar como antes. Me parece muy bien este articulo porque la prensa no habla de eso, y porque es verdad tambien que el grandisimo desempleo y el panorama del empleo que se ve por delante es malo y nadie es bobo para gastar lo poco que tiene.