La mujer más prolífica del mundo
Corría 1983 y Leontina Espinoza, argentina radicada en el puerto chileno de San Antonio, disfrutaba de una fama creciente a raíz de su aparición en el programa Sábados Gigantes de Don Francisco, donde fue premiada por su fertilidad y abnegación maternal. Allí contó con cierta picardía que había tenido más de sesenta hijos.
En nueve ocasiones había dado a luz a trillizos, en once a mellizos y seis se le habían muerto a poco de nacer. Junto a ella estaba sentado su marido, un moreno desdentado, flaco y enclenque que, entre avergonzado y nervioso, no paraba de reírse.
Se le obsequió con aplausos, regalos y ayuda económica. Durante las semanas siguientes ocupó portadas y reportajes en diarios y revistas. Su fama traspasó las fronteras de Chile y llegó a oídos de los editores del libro de los Récords Guinness, que estamparon su hazaña aquel mismo año.
Pasó el tiempo y Leontina siguió recibiendo ayuda asistencial del gobierno e incluso consiguió que el entonces presidente Augusto Pinochet apadrinara a siete de sus hijos varones, según lo establecía la ley chilena.
La fama de Leontina experimentó su primer revés cuando los editores del libro Guinness le solicitaron los antecedentes que confirmaran sus numerosos alumbramientos. Leontina no pudo demostrar su verdad y se parapetó en un sinnúmero de vagas explicaciones.
Dijo una vez más que todos sus hijos habían nacido en su casa y que por problemas de tiempo a varios los había inscrito al tiempo después.
Ante la imposibilidad de comprobar su logro, el Guinness decidió retirarla de su lista en el año 1988.
Leontina continuó con su vida sin grandes variaciones y recibiendo permanente asistencia estatal, hasta que en 1995 volvió a inscribir una nueva hija. Pero entonces la mujer contaba con 69 años, lo que despertó las sospechas de la policía que tras una exhaustiva investigación descubrió el engaño. “Los hijos los recogía en la calle, algunos los registraba más de una vez y otros eran de sus hermanas, primas o nietas”, señaló el prefecto policial encargado de la investigación.
Explicó además que la principal motivación de la mujer era cobrar la subvención alimenticia y otros beneficios que otorga el Estado. Para evitar sospechas, Leontina Espinoza registraba a sus hijos en oficinas rurales del Registro Civil que no tenían sistemas informáticos.
Los detectives comprobaron además que el esposo de la mujer, Gerardo Albiña, actualmente prófugo de la justicia, había abusado en los últimos años de una nieta. De esa violación nació una niña que actualmente tiene 17 años.
La justicia chilena se ha encargado desde entonces de adjuntar antecedentes para inculpar a los verdaderos hijos, que en realidad no eran más que 14, y a otros parientes, pues se sabe que actuaron como testigos falsos para obtener los beneficios que otorga el Estado.
Los pormenores maternales de Leontina tuvieron tanta repercusión en la prensa y en el imaginario colectivo que su caso quedó incluso registrado como curiosidad en los libros de biología de octavo básico, de estudio obligatorio en la educación pública chilena.
Leontina Espinoza falleció el 7 de agosto de 1998 producto de una avanzada diabetes. Pese a que llevó una vida de embustes y engaños, y que dejó al descubierto la precariedad del sistema de registro y asistencia económica del Estado de Chile, Leontina nunca salió de la pobreza y hasta sus últimos días siguió luchando por sobrevivir en medio de la mayor carencia y necesidad.
Lee también
Chica de Lille, un cuento navideño de Iván Wielikosielec
2020 Sudamérica en la nueva década: Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay (II)
Chile: 15 reformas clave (a prueba de derechas e izquierdas) para la nueva Constitución
How terrible to take advantage of benefits this way. I am sure there were plenty of other people who had similar needs that would not have lied and registered the same child more than once to gain government assistance. What a shame!
Increíble…pero lo que más me molesta es que como un programa como Sábado Gigante con más de 40 años al aire saca estas notas sin comprobar una y otra vez que lo que está mostrando no es una mentira. Lamentable…por estas cosas entre otras es que se le ha perdido respeto al periodismo, la lucha por los ratings ciega a los productores y reporteros y solo ven lo que les conviene.