Biden bloquea el petróleo ruso: una decisión errónea
Los gastos de la guerra se transfieren a quien no ha tenido voz ni voto: los conductores estadounidenses, las empresas de transporte, las aerolíneas civiles y en general los trabajadores
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden anunció ayer una nueva prohibición unilateral de las importaciones de petróleo ruso, justificándose en la necesidad de ejercer la mayor presión posible contra el presidente Putin para que detenga su guerra contra Ucrania.
A su vez, en la Cámara de Representantes avanzaba ayer una pieza legislativa que convertiría esta prohibición en ley.
Como era de esperar, el anuncio llevó al encarecimiento inmediato de la gasolina en los surtidores de todo el país, a un ritmo frenético.
En la ciudad de Nueva York, el precio del galón fue ayer de $4,395, contra $3.849 hace una semana. En Los Ángeles, de $5,518, contra $4,898 una semana atrás. En todo el país, se quebró el récord, llegando a $4,173 por galón.
Estos aumentos superan con creces lo que se esperaría por el aumento de viajes después de la pandemia y otros causantes estacionales.
Al mismo tiempo, el crudo de referencia mundial Brent se cotiza a alrededor de 130 dólares por barril, un 30% más que hace unos días. Y se predice que puede llegar en días a 150 y en poco tiempo a 200. Rusia incluso amenazó con que llegarán a 300 dólares el barril.
¿Pero por qué subieron los precios ayer?
No fue por la carencia de petróleo. Si los precios realmente dependieran de la oferta y demanda, no hubieran subido como hasta ahora. Pero productores, importadores y distribuidores aprovechan la coyuntura.
El aumento del costo de la energía como consecuencia constituye el 30% de la inflación, que traducida a aumentos de precios al consumidor es de por sí la más alta en décadas.
Los costos crecientes de los combustibles fósiles se están propagando al resto de la economía. Desde el costo del transporte de mercancías y pasajeros hasta los cultivos agrícolas. Los precios seguirán aumentando en los próximos días.
Según la prestigiosa revista especializada Forbes, en las condiciones actuales, la economía caerá en recesión en algún momento durante los próximos 24 meses.
Por otra parte, la medida anunciada, ¿doblegará la voluntad de Putin o cambiar el campo de batalla como lo haría, por ejemplo, un envío de aviones de guerra para Ucrania?
La respuesta es negativa. No habrá tal resultado.
Es que Estados Unidos importa de Rusia solamente el 8% de su consumo.
Y por ahora, los países industrializados de Europa, que compran el 30% de su petróleo de Rusia, no se pliegan a la prohibición.
No solo eso. Este bloqueo es diferente de las acciones punitivas tomadas hasta ahora, como ser atacar a los bancos rusos y a sus empresas tecnológicas. Porque son medidas que afectan la maquinaria de guerra rusa.
En cambio, el cese de importaciones de petroquímicos de Rusia indudablemente perjudicará a nuestra población.
Porque por más que Biden haya rogado a las petroleras que no aumenten los precios, éstas lo hacen, y no existen planes para congelar los precios.
De esta manera, los gastos de la guerra se transfieren a quien no ha tenido voz ni voto: los conductores estadounidenses, las empresas de transporte, las aerolíneas civiles y en general los trabajadores
Al cierre me entero que una delegación del gobierno estadounidense está en Caracas para negociar un suavizamiento de las sanciones contra el régimen de Nicolás Maduro. ¿Por qué? Venezuela tiene petróleo. La guerra, como suele hacer, aceleró los procesos que se venían desarrollando. Se vienen cambios.