El hombre que vino de Nueva York, un cuento de Julio Benítez

El día que lo guaché por primera vez venía acompañado de muchas maletas, un carro viejo y una corbata elegante. Todas las chavas se le quedaron mirando y dijeron ¡guao! ¡Qué tipazo this new guy!  por eso digo que cuando ese bato se mudó al Valle, digamos al mero valle más allá de North Hollywood, ni tantito por Van Nuys,  ni siquiera en Reseda, sino en el mismitico Sherman Oaks adonde abundan más los hueros que los de la Raza parecía como si la colonia hubiera cambiado porque había llegado un hombre de verdad . Aunque ya todos sabemos que algunos gavachos se han ido más al norte espantados, por lo de cerca que we live de ellos y de los nuevos ricos chinos rechinos coreanos y japoneses. Pero este güey que era latino parecía un gringo y lo comenzaron a tratar como si fuera gavacho, bueno al menos eso aparentaban.
—Good Morning Haylee. ¿Día precioso? Hay  algunas que le hacen competencia a la naturaleza. By the way, sabes….  La blusa te queda muy bien.
—-Thanks, you are such a nice person! Siempre con tus palabras dulces.
El hombre venido del Este se fue ganando así como así el corazón de las muchachas finas, rosas que habitaban por ese barrio tan importante y adonde  se huele a White guys and girls,  pues  todavía el lugar parece como si fuera el pocket de los originales del valle, de los que gustaban  enseñar los convertibles grandes y también pequeños y carísimos para que todos supieran de las nuevas riquillas que se empeñan en ostentar su Latin Lover como si fueran maniquís de carne.  O también los muy mensos se lucen para darle celo a uno y se la dan de perros con las muchachitas asiáticas de las que se miran en anuncios de cosméticos.  Pero abundan también los güeros que prefieren amores de la gente nuestra.  Uh , UH!  digo de las que tienen la cara y la piel más suave y tostada de todas las chavas que viven por aquí por La California.
Y cuando llegó el Manuel Arvizu dizque venido de allá por el Este, de lo que algunos llaman Nueva Yol  pues  vestía chidos los trapos que parecían salidos de una vitrina de Manhattan. Oh Yeah! que todas las viejas, gabachas o mexicanas comentaban que él parecía como un muñeco adornado con las
mejores ropas como las que se exhiben también en las tiendas más refinadas
hacia el Oeste de la mera gran ciudad de Los Ángeles hasta  las orillas
del Pacífico y también de las boutiques que se abren en la avenida de la
Beverly Hills  y el Malibú ese que dicen y  también de la Sunset y la Santa
Mónica.
This guy vino diferente, You know, como si fuera de otro planeta
porque era demasiado perfecto para la edad que decía tener y porque dizque
salió a buscar sus trapos bien bien lejitos de la cholada y los graffitotes y la
Feria de San Fernando adonde se compran cachuchas buenísimas y camisetas blancas y pantalones recortados, de esos que llaman chinos y  allá mero adonde te puedes echar un corte y salir bien ancho de trapos y la cabezota bien fresca sin un pelo.
Pero este güey no ¡qué va! él no fue del barrio ni de Pacoima ni de
Hungtinton Park ni del Centro ni el Sur, you know why? porque te lo repito para que te lo metas en la cabezota,  vino de NuevaYork  aunque se las pasara negando sus vínculos con los nuyorican. Él compraba en los lugares exclusivos.
Pero tal vez y pensándolo bien, quién sabe si no se los diseñaba él mismo
porque eran tan exclusivos y diferentes que las malas lenguas se atrevieron a sugerir que llevaba la misma ropa del diablo por lo perfecta y misteriosa y
también porque atraía demasiado a las chavas y también a uno que otro chavo, you know.  Ahora mano, el tipo se portaba desconfiado como él solo.  No aguantaba nada de  albures y sino habría que mirar lo que me cotorrearon del primero que le preguntó indiscreto con aire de gracioso sobre sus origenes de hispano del ghetto.  Al Manuel Arvizu  no le agradó nada el chistecito y por eso le respondió allí mismo con enojo del bueno:
–¿Nuyorican, yo? Please, you don´t know what you are talking about. Estoy ocupado.  Y por cierto ¿ y tú cómo te llamas? Y sí, I am from New York but . Bueno, mind your own business. OK? F….
Y el güey quiso seguir con el chistesito pero this guy no se lo permitió. Luego se pensó  que  mentía y tal vez toda esa gentileza y sus maneras educadas salían de alguien gay y sabrá dios qué más de quien andaba haciéndose pasar por caballero y hombre de armas tomar. En realidad el misterio se hacía más agudo y más grande cada día. Especialmente las cosas de la duda empezaron a rondar cuando desapareció Wendy la rubia de la mansión amarilla. Y luego cuando alguien volvía a hurgar en sus vida regresaba a sus poses de  narizón orgulloso y a platicar con acento fino de Nueva York mientras Kaylee, la otra güerita no se volvió a ver. Algunos dijeron  que la chava había conseguido un jugoso contrato en una compañía porno del Japón mientras otros con sus especulaciones y chismes le atribuyeron su desaparición al que se las daba de refino.
—-Te fijaste que el güey ése anda con traje nuevo cada día. ¿De dónde sacará la feria? A lo mejor trata blancas o las secuestra y luego pide rescate.
—Chale,  José Alberto, tú sí que tienes la lengua larga, mano.  A mí no me gustan los chismes porque al fin y al cabo yo vengo a trabajar y no me interesa nada más. Conmigo la cosa es mantener el orden y la recepción del edificio y tú deberías hacer lo mismo. Si la güerita del frente o la pelirroja de al lado se esfuman y tú sospechas del tipo, y tienes pruebas pues llama la chota, la policía man. De lo contrario dedícate a tu trabajo mano.
—Párale que a ti también te gusta saberlo todo. No te hagas. Además qué casualidad que cuando llega el tipo todo estirado y haciéndose el fino comienzan a desaparecer las chavas.
—Bien, ¿ y qué? El hombre luce como un narco disfrazado de macho o tal vez joto fino; pero no me parece que sea un violador de mujeres
—Órale, que ahorita si hablas como debe ser. El chavo no es como nosotros y no por la feria ni porque viene de otro lado.
—Sí, pero en veces que me quedo mirándolo y parece como que no es de esta tierra.
—No me digas que es extra terrestre. Tú estás reloco mano.
—Simón, que yo creo que ese vino en una nave del otro mundo o de cualquier otro mundo; pero de Nueva York. You know, I am not so sure. Ni tantito así.
Bueno y que la cosa se fue regando por todo Sherman Oaks, no solo el barrio pero por  la avenida adonde la gente se toma los tragos buenos y se engulle algunos platos finos. Es esa parte del Valle que está lleno de casas rete grandotas y de millonarios viejos y nuevos adonde la pobreza se asoma en la otra esquina, cerca del Van Nuys y el Reseda pobre adonde hay pandilleros. Es como la frontera, donde unos viven la vida buena y del otro lado hay gente sin un quinto. Pero los rumores crean más fantasmas que los muertos que se esparcen por la mano de la pandilla. EL Arbizu se convirtió en la comidilla y no paró hasta que se cambió de coche porque dizque  comenzó un trabajo chido de los que pagan mucho y porque según repetía su pensión le ayudaba para todo. Fue entonces que se le vio salir con un amigo y los rumores de que ya no se trataba de un violador sino de un puro joto que se estaba haciendo pasar por padrote.
—¿Escuchaste? el tipo de Nueva York anda con un amiguito. ¿Extraño, verdad?
—Y ya van casi cinco güeritas que se han esfumado. ¿De dónde salió el amiguito ése?
La  policía vino un día. Dizque los rumores,  quién sabe si la acusación provino de los que especulan, de los que sospechan, de quienes tendrían algún ojo puesto en el nuyorican. Ellos le dieron el “tip” a la policía. Digo que le pasaron alguna información a la chota y cuando se corrió lo de que era nomás que un puro latino, pues, se ensañaron en sus cosas registrando el apartamento de lujo, esculcando entre los sillones del Porche y con perros y equipos y todo pero no encontraron nada. Entonces Manny que es como lo conocían los White guys and girls se fue apartando de todos porque ya no confiaba en nadie, ni en los mismos gavachos y las güeritas rosas que fueran sus compañeros de juerga y de parties.   Tampoco quería ninguna confianza con los porteros metiches y preguntones que buscaban platicar nomás,  you know y saludábamos amables; mas el dude se puso más difícil. Nos ignoraba a todos.
—Un saludo no se niega a nadien, ni aunque sea de Nueva York.
—-Sí, yes, yes.Ya de chismes me traen y me llevan.
—No señor,  Nada de chismes, sólo queremos ser amables.
—¿guachaste?  Ahora ni saluda, el muy popi.
—-Tú no escarmientas. Déjalo a él con sus demonios.
Y entonces llegó el tiempo del silencio, de las miradas indiscretas y los celos. Manuel Arvizu había perdido su condición de chido dude.  No más gavachos ni gavachas, no más amiguitos que parecían pareja más que yunta. No hubo más parties ni picnic ni salidas por los bulevares y boutiques en grupo luciéndose como el importante, digamos más importante ¿Quién lo hubiera imaginado cuando vino con sus aires de gente grande? Y luego la chota que estaba apostada veinticuatro horas y  los agentes tomaban fotos y preguntaban por la babe que se perdió ayer como si fuera toda la prueba que ellos necesitaban para encerrarlo.  También se corría la voz de que un dealer había llegado de Miami pero no tenía rostro ni facha ni nada de lo demás porque no se le conocía la cara. Los de la DEA pensaban que Manuel Arvizu  encajaba precisamente en los acontecimientos que habían afectado esta selecta comunidad y nada menos que como sospechoso principal. Así que un día asesino, el otro secuestrador y otro narcotraficante le iban agregando más datos a su historia. Se añadieron también los rumores de que venía de otro mundo y que tal vez ni siquiera había llegado de Nueva York y que no era nuyorican sino y simplemente un alien salido de algún planeta extraño  Y las chavas seguían desapareciendo y las drogas se podían agarrar cuando se quisiera porque una especie de padrino había tomado el lugar y el vicio se encontraba en cada esquina.  Por supuesto,  sospechaban de Manny. Ah Manuel, Manny.   Mira mano, yo no tengo respuestas. Nomás quería hablar de eso porque sino me muero. Y también les platico que ya no se podía vivir en aquel edificio ni tampoco cuidar la portería porque todo el tiempo se aparecía gente extraña que uno no sabía si eran policías o mafiosos. Y así cuando ya no había dudas. Este guy no era nuyorican sino mexicano o tal vez colombiano y pos quien sabe si argentino disfrazado de cubano. Entonces,  las autoridades se fueron en grupo a su apartamento. Y entonces,  la sorpresa fue mayor. El tipo que vino de Nueva York se había esfumado. ¿Eran ciertas alguna de las tantas cosas que se hablaban de él o sólo se trataba de un pretencioso que se hacía pasar por muy riquillo? No podría responderle a nadie. Lo que sí sé es que un grupo de colectores de deudas lo anda buscando todavía.

Autor

  • Julio Benitez

    Fue asesor literario y profesor de la Universidad Pedagógica de Guantánamo, Cuba, y educador en Los Ángeles, California. Obtuvo premios nacionales como narrador en los concursos Rubén Martínez Villena, Frank País y el Regino E. Boti así como distinciones en poesía y crítica. Ha publicado La Reunión de los Dioses Cuba (cuentos, 1991). En USA, El Rey Mago (poesía 2007) y la novela La Reunión de los Dioses (2007). Su obra crítica se encuentra en publicaciones de Cuba y Los Estados Unidos. Miembro del consejo editorial de la revista electrónica La Luciérnaga.

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Un comentario

  1. Oye, Julio, que tal, este cuento es muy rico en el ambiewnte social de aqui de Los Angeles, puedo decir que hasta de la problematica del Sur de California. Me ha gustado, es una descripcion vivida de esta mezcla de idiomas, argot y problematicas de los hispanos. Te felicito, amigto. Un abrazo.

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