Entre los Tohono O’odham y los latinos: una relación inconclusa
La división de esta tribu nativoamericana por la frontera sur repercute en su identidad
En 2004 yo era uno de los editores de noticias del diario La Opinión, del que una década después llegué a ser su director editorial. Para conocer mejor la situación en la frontera sur de Estados Unidos, participé en un recorrido de una semana liderado por el conocido autor y periodista Marc Cooper y organizado para reporteros de los principales medios del país por la Escuela de Periodismo en USC, con una veintena de participantes de publicaciones en inglés y dos en español.
Recorrido por la frontera
El recorrido incluyó puntos fronterizos en los estados mexicanos de Baja California y Sonora así como en California y Arizona. Uno de los tramos más interesantes en este último fue el realizado en el territorio de la Nación Tohono O’odham.
Los Tohono O’odham son una nación nativo americana que rechazó las expediciones militares de los españoles y siglos después, fue una de las pocas en no firmar un acuerdo con el gobierno de Estados Unidos. Pese a ello, es una nación reconocida por el gobierno federal, con su propio gobierno.
Su nombre significa “la gente del desierto”, por residir mayormente en el desierto de Sonora. Su población hoy es de unos 36,000 miembros. Tienen su propio lenguaje, el O’odham Neogi. Su territorio ocupaba antiguamente parte de estos estados, pero se fue reduciendo a una décima parte.
También se reduce su número. Según las cifras del censo federal de población, ha bajado en un 3.6% entre 2011 y 2015, y en 5.6% entre 2000 y 2010.
Muchos de los apellidos de los Tohono de ambos lados de la frontera son nombres propios hispanos. Pero son nativos americanos, que defienden enérgicamente su territorio, sus derechos y su cultura. Entrevisté en 2004 en la sede de la tribu entre otros a la jefa del grupo – la primera mujer electa para ese cargo en su historia – Vivían Juan-Saunders, y a su jefe de policía en aquel entonces, Richard Saunders, un matrimonio.
Frontera abierta de par en par
También visitamos, para la serie de seis partes publicada en La Opinión, la frontera misma. No existía en aquellos días una separación física entre México y Estados Unidos. Sí había una cercas hechas con troncos como las que dividen estancias y que solo sirven para señalar el terreno. Nadie cuidaba la frontera.
La gente cruzaba como si no existiese la frontera internacional, ya que el gobierno federal garantiza que miembros de la nación pueden hacerlo en cualquier momento, a voluntad.
Aquel día precisamente venían cruzando unos hombres que se identificaron como gente de Tohono O’odham que vivían del lado mexicano.
La frontera, al dividir la nación, creó dos entidades distintas. De un lado, los Tohono que son ciudadanos estadounidenses y del otro, los Tohono mexicanos.
Se mostraron interesados en presentar sus quejas, no contra los gobiernos, sino contra sus hermanos del norte. Nos discriminan, nos ignoran, nos tratan como ciudadanos de segunda categoría, dijeron. Hablaban español y no sabían inglés. “Nos explotan”, agregaron.
Son, en total, unos 2,000, desplegados en una docena de pequeños poblados.
Estos tohonos han sido expuestos a la cultura mexicana y latina en general. Si bien parecen latinos en casi todo, aunque dicen que no lo son, su diferencia de los miembros de este lado de la frontera es palpable. Cada vez más.
La distinción se creó cuando Estados Unidos y México se dividieron el territorio en virtud del acuerdo de adquisición de Gadsden en 1853 por el cual el primer país obtuvo Arizona y Nuevo México.
La situación hoy
Pasaron casi 20 años desde ese recorrido.
Los miembros de la tribu siguen cruzando la frontera a voluntad, especialmente los Tohono O’odham mexicanos que vienen a trabajar a Estados Unidos. Pero ahora la Patrulla Fronteriza los revisa. Les piden documentos, les hacen esperar, los fotografían. A veces los detienen. Y a veces los deportan, antes de que se pueda establecer su derecho al cruce y la estadía en el país. Y nuevas y modernas vallas de seguridad separan sus tierras ancestrales y sus ciudadanos de ambos lados.
El cambio inició después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2011. Desde entonces el gobierno federal ha restringido los cruces de los miembros de la nación a un solo punto de entrada en el territorio de la reserva, o a cualquier puerto de entrada oficial de Estados Unidos.
Las circunstancias históricas han ahondado las diferencias entre los miembros de la Nación de ambos lados. También por el tráfico de drogas, que paulatinamente ha ido arrasando con la vida de los habitantes. Algunos de ellos cayeron en las redes de los narcotraficantes y trabajaron para ellos. Muchos más han sido víctimas y son adictos. Otros, indiferentes.
La frontera se hizo más y más opaca.
Se oponen la inmigración indocumentada
En una charla con el grupo de periodistas en su capital Sells, los líderes de la tribu se quejaron de la inmigración ilegal que cruza por su territorio. Describieron instancias de asaltos, de ataques físicos. Hablaron del temor de la comunidad y de que su fuerza policial resulta inadecuada e insuficiente. Los que así se comportan, dijeron, son los “ilegales”. Hablaban como hablan los supremacistas blancos. Aunque no lo son.
Los que asaltan, dijeron, pueden ser narcotraficantes, criminales comunes, o inmigrantes.
Veinte años después, la situación es peor. El problema se agudizó. «A algunos de mis empleados les han asaltado sus casas. Los inmigrantes asaltan sus refrigeradores porque se mueren de hambre después de un largo viaje. Destrozar las casas y dejar ropa sucia tiene un impacto negativo en el medio ambiente», expresó el año pasado Gary Olson, gerente de mantenimiento de residuos del gobierno de O’odham.
Finalmente, a principios de este mes, Verlon José, el jefe de la tribu electo hace un año, participó como testigo de la minoría (demócrata) en una sesión del Subcomité de Fiscalización e Investigaciones en el Comité de Recursos Naturales de la Cámara de Representantes.
Se oponen al muro
Allí presentó la posición de su grupo. La inmigración indocumentada, afirmó, causa graves daños a la población. Pero el muro no es mejor, explicó, refiriéndose al que el expresidente Trump se comprometió a construir para cerrar el paso de los inmigrantes. Cualquier problema entre los Tohono y los inmigrantes “se ve eclipsado por los problemas derivados de la construcción del muro fronterizo destinado a detener la migración”.
El muro está emplazado en tierras del gobierno federal adyacentes a las de la tribu. Los Tohono O’odham no tienen recursos legales para oponerse a su construcción, ni durante la presidencia de Trump ni ahora que el presidente Biden anunció la reanudación de la construcción.
“El muro”, agregó José “interfiere con el flujo de recursos hídricos escasos y vitales de los que dependen las plantas y la vida silvestre. Nuestros miembros tribales dependen de estas plantas para fines alimentarios, medicinales y culturales”.
“Este muro ha sido un fracaso absoluto a la hora de disuadir a los inmigrantes ilegales y los traficantes de droga”, ya que fácilmente puede cruzarse “trepando por encima, haciendo túneles por debajo o cortando a través de él”.
Esto ha sucedido, afirma, miles de veces en los últimos años a lo largo del muro.
Finalmente, concluye el jefe José, “la construcción del muro en tierras federales al este y al oeste de nuestra Reserva ya ha perturbado e incluso destruido restos humanos, sitios sagrados, sitios y recursos culturales de importancia religiosa y cultural, y recursos arqueológicos tribales, y no hay forma de reparar o restaurar este daño para nosotros.
Aquí se puede leer el documento del testimonio.
No son latinos
Los Tohono, entonces, en su mayoría no se consideran latinos. De hecho, una investigación de la Universidad del Norte de Arizona ordenada por el Departamento de Planificación y Desarrollo Económico de la Tribu de la Nación Tohono O’odham, explica que “en términos de origen étnico, menos de una décima parte (8,2%) de los miembros de la tribu Tohono O’odham se identifican como hispanos o latinos. Esto es más bajo que en el condado vecino donde un tercio (35,7%) se identifica como hispano o latino y más bajo que en Arizona donde el 30,3 por ciento se identifica como hispano o latino”.
El 85,7% se identifica como indios americanos.
Para los Tohono O’odham, la situación a lo largo de sus 62 millas de frontera es un problema grave, y no solo por la migración. La penetración del narco es una amenaza constante, real. Desde hace un par de décadas, sus agentes policiales cooperan con las agencias de la ley estadounidenses en la lucha contra el narcotráfico. Como parte de su exposición ante los periodistas en la reunión de 2004, nos mostraron una camioneta que habían interceptado aquel mismo día y que estaba cargada de marihuana.
Resulta trágico que una gran parte de la actividad policial, en los meses de mucho calor, se centra en la recuperación de los cuerpos de migrantes que mueren en el camino tratando de cruzar la frontera camino al Norte.
“La Nación es responsable de la recuperación y disposición de los inmigrantes que han fallecido en nuestra Reserva. Desde 2003, las fuerzas del orden de nuestra nación han gastado casi $6 millones de dólares en más de 1.500 investigaciones y recuperaciones de muertes de migrantes sin ningún tipo de financiamiento o asistencia federal”, dijo José al Congreso.
Para ocuparse de los cruces ilegales, la tribu ha creado una unidad militarizada, los Lobos de las Sombras o Shadow Wolves, un grupo armado y uniformado que rastrea y detiene a inmigrantes y a traficantes de droga.
En 2022, los Lobos fueron incorporados al personal de ICE (el Servicio de Inmigración y Aduanas de EE.UU.). La tribu recibe ahora cierta ayuda financiera.
Pese a la queja que personalmente me expresaron los Tohono de México, los líderes de la tribu dijeron que los consideran miembros en todo. Este es un motivo importante en su oposición a la construcción del muro. El muro separa a los O’odham, separa a miembros de la misma familia, a participantes de sus ceremonias y eventos culturales y políticos.
La frontera los cruza
Es que ellos estaban aquí antes de la frontera. La frontera los cruza a ellos, y no viceversa.
En el medio del desierto, tienen afinidad con los inmigrantes que vienen cruzando. Aunque no sean totalmente conscientes de ella. Como ellos, sufren de la pobreza, marginación y la indiferencia del gobierno. Y otro dato estadístico desolador: el 34,5% de los hogares de la tribu son de madres solteras, tres veces más que en los condados circundantes, pero menos que en los hogares latinos en Estados Unidos, donde se acerca a la mitad.
Para proteger sus tierras, su relación con el gobierno federal, los Tohono se aliaron al gobierno federal y forman parte del aparato de control de la inmigración ilegal en la frontera. Su relación con la comunidad latina – con la que comparten tanto – está paralizada.
Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California, administrados por la Biblioteca del Estado de California y el Latino Media Collaborative.