Es el momento de aprobar el Dream Act
Ayer se cumplieron 10 años desde la implementación de DACA. Se trata del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, establecido por un memorando del entonces presidente Barack Obama y que iba a ser una solución intermedia, temporal, en respuesta a las presiones sobre el mandatario por parte de la comunidad latina y sus aliados y frente al obstruccionismo crónico de los republicanos.
Gracias a DACA
Unos 850,000 jóvenes que fueron traídos de niños a Estados Unidos ilegalmente por sus padres, que aquí crecieron y que se educaron como estadounidenses en todo menos en los papeles, pudieron quedarse legalmente, obtener permisos de trabajo, una tarjeta de seguro social y un documento que dice que su deportación a un país que jamás conocieron no es prioritaria.
Lamentablemente, las presiones políticas y la enemistad de los republicanos hacia los latinos en general y los inmigrantes en particular ha impedido que se agreguen nuevas solicitudes al programa, aunque los permisos ya existentes todavía se pueden renovar, a discreción del gobierno federal.
Legislar para la discriminación y la exclusión
La semana pasada, un tribunal federal en Nueva York bloqueó las solicitudes de 80,000 nuevos aplicantes de DACA que fueron enviadas al Servicios de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos hace más de un año, prohibiendo la tramitación de sus documentos, en el caso Batalla Vidal vs. Nielsen.
En Luisiana se espera en cualquier momento la decisión de un juzgado federal sobre la legalidad de todo el programa, por demanda del estado de Texas.
Otro tribunal federal en Nueva York detuvo este mes nuevas solicitudes, y en julio pasado otro juez federal en Texas ya había dictaminado que DACA “es ilegal”. Sin embargo, suspendió temporalmente la aplicación de su orden de anulación del programa.
Esta actitud aparentemente contradictoria de los jueces refleja la de la clase política estadounidense en general.
El programa de los Dreamers de cara al cierre
Por una parte, dejan el programa en el limbo y al borde de su extinción. Por la otra, alaban a los jóvenes “soñadores” como lo que son: excelentes estadounidenses, llenos de ansías de superación, y que constituyen lo mejor de nuestra juventud.
Hasta el mismo expresidente Trump cuando estaba en el poder y como muchos en su partido alababa a estos jóvenes, aunque a cambio de su reconocimiento demandaba miles de millones de dólares para la construcción de su “muro fronterizo”, el que nunca pasó de ser un gimmick electoral.
La demanda del estado de Texas podría lograr lo que otros desafíos, apelaciones e iniciativas contra el programa no pudieron y llevar a su cierre.
Si esto sucede, centenares de miles de jóvenes, muchos de los cuales ya son profesionales de 30 o más años, jefes de familia, que tienen hijos, pagan impuestos y contribuyen a la sociedad de mil maneras, podrían ser detenidos y expulsados del país.
El Dream Act debe ir a votación
Para evitar este destino injusto el Congreso ha debatido durante toda esta década la legislación llamada Dream Act, que hasta la era del Trumpismo fue una iniciativa bipartidista pero que pese a avanzar en una de las cámaras en 2006, 2010, 2013 y 2020, finalmente fracasó por la incitación antiinmigrante.
Faltando 84 días para las elecciones nacionales de noviembre, un tema recurrente de los candidatos republicanos es el falso mito de la “invasión” de nuestra frontera sur por supuestas hordas de refugiados “que quieren destruir nuestro país”.
Sin embargo, el público no está con ellos. El público estadounidense en su gran mayoría sigue viendo con honda simpatía la situación de estos jóvenes y apoya el programa.
Una lista de encuestas recopiladas por America’s Voice muestra que tres de cada cuatro estadounidenses quieren que los Dreamers se queden legalmente, entre ellos más del 60% de los votantes por Trump, y solo el 12% apoya su remoción o deportación.
Eso significa que los demócratas deben contrarrestar estos ataques poniendo la inmigración en el centro de su agenda política. Tienen que aprovechar los pocos meses que quedan hasta las elecciones para tratar de llevar el DREAM Act a votación.
Ahora, mientras tienen todavía una mayoría en ambas cámaras del Congreso.
El Dream Act sigue siendo la solución a largo plazo y este es el momento para revivirlo.