Las bibliotecas milenarias: de Uruk a Alejandría
Biblioteca de Uruk
La biblioteca es una acumulación de documentos escritos, entonces sobre esa idea debemos comenzar la búsqueda en la ciudad Sumeria de Uruk, en el 3400 a.C.
En los principios de, lo que hoy conocemos como escritura, esta biblioteca guardaba los registros de leyes sobre economía, sociedad y política de la civilización mesopotámica. Allí estaban incluidas las reglas sobre la división del trabajo, organización urbana y construcción de poder de las religiones.
Aún hoy se conservan más de 4000 textos que son testigos de los albores de la civilización.
Biblioteca de Nínive
La biblioteca de Nínive fue fundada en 668 a.C. por el rey asirio Asurbanipal, con más de 22.000 tablillas de arcilla, rollos de cuero y papiros, con textos los hititas y asirios en varios idiomas. Cuando el rey babilonio Nabopolasar arrasó Nínive en el 612 a.C., destruyó gran parte del contenido de la biblioteca. Hoy podemos encontrar en el Museo Británico, las Tablillas de Venus de Ammisaduqa, recuperadas de la biblioteca de Nínive (actual Mosul, en Irak). El texto data del 1700 a.C., con observaciones astronómicas del planeta Venus, realizadas durante el reinado de Ammi-Saduqa, rey de Babilonia y cuarto sucesor de Hammurabi.
Bibliotecas de Babilonia y Grecia
A partir del año 500 a.C., fueron creadas varias bibliotecas que, no solo eran para conservar textos importantes, sino que también servían como centro de actividad intelectual. Influyeron en el desarrollo de la ciencia, la literatura y la filosofía, contribuyendo al pensamiento e investigación académica, creando así materiales de apoyo para sociedades y los gobiernos.
Durante el reinado de Nabucodonosor II (605-562 a.C.), fue construida una gran biblioteca en Babilonia y, durante el liderazgo del ateniense Pisístrato se inauguró la primera gran biblioteca pública en la Grecia del siglo VI a.C.
Biblioteca de Alejandría
En el siglo III a.C. durante el período helenístico del Antiguo Egipto, el fundador de la dinastía ptolemaica, Ptolomeo I Sóter, sucesor de Alejandro Magno, construye en el complejo palaciego de la ciudad de Alejandría, una gran biblioteca y un centro de investigaciones llamado el Museion. Dedicado a las musas, albergando casi quinientos mil volúmenes literarios, académicos y religiosos, se transformaría en el mayor foro de difusión del conocimiento en la antigüedad.
La biblioteca fue central en la vida de la ciudad hasta que, en el año 641 el Imperio Otomano invade Alejandría, destruyendo todo a su paso. Según algunos escritos, cuando el general conquistador Amrú preguntó al califa Omar que hacer con los libros y papiros de la biblioteca, el califa respondió: “si los texto están de acuerdo con la doctrina del Corán son inútiles y si están en contra deben destruirse”. Bajo esta orden se quemaron los libros, para luego destruir la Biblioteca.
En 1974 presidente de la Universidad de Alejandría, Nabil Lotfy Dowidar, propuso recuperar la antigua Biblioteca de Alejandría. En 1986 el gobierno egipcio pidió a la Unesco realizar un estudio de viabilidad del proyecto. En 1988 la Unesco organizó un concurso de arquitectura para seleccionar un diseño para la nueva biblioteca y, el 16 de octubre de 2002 se inauguró la “Bibliotheca Alexandrina”. Funciona como centro cultural moderno, siguiendo los objetivos de la antigua biblioteca. El nuevo edificio tiene capacidad para ocho millones de volúmenes, albergando un centro de conferencias, seis bibliotecas especializadas, cuatro museos, galerías de arte y un planetario.