Trump se prepara para ser el primer dictador estadounidense
En un año, Estados Unidos elegirá a su presidente. Todo parece indicar que tendrán dos opciones: reelegir a Joe Biden o a Donald Trump.
Los múltiples juicios que enfrenta Donald Trump lo popularizaron más a ojos de la población. Una combinación de factores obra para que en las recientes encuestas, de realizarse hoy las elecciones presidenciales ganaría Trump, en virtud de su ventaja en cinco de los estados en pugna. Y no es solamente que de pronto es más popular, y no es solamente que muchos se olvidan de la pesadilla que significaron sus cuatro años en el poder. Es en gran medida la apehensión que les causa el presidente Biden, constantemente atacado y especialmente despreciado por su alta edad.
Un equipo de aliados cercanos al expresidente junto con expertos contratados y bufetes de abogados de Washington han estado redactando un detallado plan de acción para la segunda administración de Trump, tal como lo reveló el Washington Post y luego otros medios.
Su propósito es rehacer el gobierno federal para ponerlo al servicio de Trump. Una reforma histórica.
Resalta en el proyecto la idea de aplicar, en el primer día de su gobierno, la Ley de Insurrección de 1871, y de esta manera poner a las Fuerzas Armadas a reprimir manifestaciones de protesta. El ejército será así un agente del orden público interno, como en muchos países dictatoriales de Latinoamérica.
Según el Washington Post, trabajan en el proyecto bajo el título “Proyect 2025” varios think tanks de derecha. Su meta: obtener el control, reforma y eliminación de lo que llaman el «estado profundo».
Otra parte del plan es usar el Departamento de Justicia y el FBI para perseguir a los percibidos como enemigos políticos de Trump. Uno de los blancos sería el actual presidente Biden y su familia, sobre lo cual Trump escribió en “Truth” su demanda de: “NOMBRAR UN ‘FISCAL’ ESPECIAL REAL” en un esfuerzo por derribar a Biden, su familia y “TODOS LOS DEMÁS IMPLICADOS EN LA DESTRUCCIÓN DE NUESTRAS ELECCIONES, FRONTERAS Y EL PAÍS MISMO”. Otros en la lista son antiguos funcionarios de su propia administración. Su secretario de Justicia, el jefe del estado mayor conjunto cajo su mando y otros insuficientemente leales personalmente a él. .
Finalmente, están preparando desde 2020 una lista de miles de fanáticos del movimiento MAGA para reemplazar a otros tantos funcionarios públicos, que para ello perderán sus protecciones laborales, algo que Trump intentó hacer en sus últimos días en el poder con una orden ejecutiva que Biden canceló ni bien asumió el poder. .
Los planes están adelantados y ya se han redactado los borradores de las nuevas órdenes ejecutivas.
Todos estos proyectos no son secretos. Nadie podrá decir que no sabía. Nadie puede clamar que tanto esfuerzo por parte de los aliados de Trump es puro ejercicio intelectual. Abiertamente Trump ha dejado muy claro que recortará las libertades civiles ni bien pueda.
Aunque la Ley de Insurrección existe para proteger al país contra hombres como Trump, no para darles poder, tal como está redactada, puede ser fácilmente abusada por la gente en el poder.
La acción que traman sus allegados es claramente inconstitucional. Pero hoy, ya no existen en el partido Republicano quien los detengan.
Y hemos visto en la comparecencia de Trump frente al juez en Nueva York, la semana pasada, una vez más, que es imposible detener o controlar sus manifestaciones narcisistas.
Para prevenir la perversión de la constitución estadounidense, el advenimiento de un régimen totalitario y la desaparición del sistema de controles y equilibrios del país, Trump no puede ser presidente, porque de serlo se convertirá en el primer dictador de Estados Unidos.
En las próximas elecciones presidenciales, el autoritarismo estará en la boleta de votación. Y debe ser derrotado.