Un museo a Trujillo

¿Un museo a Rafael Leónidas Trujillo? ¿El dictador dominicano? ¿Y para qué? Si es para mostrar el horror, me parece bien. Pero si es la propuesta del nieto, no creo que sea así

¿Un museo a Rafael Leónidas Trujillo? ¿El dictador dominicano? ¿Y para qué? Si es para mostrar el horror, me parece bien. Pero si es la propuesta del nieto, no creo que sea así. La familia, con un diputado, lo que quiere es resaltar los méritos del tirano. ¿Que pagó la deuda externa? Eso es una mentira.

 

 

Los políticos norteamericanos de ese tiempo compraron la deuda a una compañía privada. Así entraron. Ocuparon las aduanas para que no se diera dinero a los gavilleros. Los mataron y torturaron y antes de irse nos dejaron al tirano. Querían mano dura, no alboroto político. La deuda externa fue un pretexto para invadirnos. Ahí están los testimonios de entonces. Así es que no me venga el nieto, ni el diputado, con la patraña esa. Además, por si no lo sabe el diputado, se está formando el Museo de la Resistencia. Y ahí si se dirá la verdad, la pura verdad, sin que le paguen a nadie para ocultarla.

Ese nieto, ni los demás, ni la hija que aún sigue viva, saben lo que es vivir en una tiranía. Ellos vivieron en una burbuja. Ahora en Miami o  en España, disfrutando de la buena vida, con el dinero que heredaron del tirano. Robado al pueblo. Trujillo tenía cientos de industrias, él solo, sin permitirle a nadie más hacer negocios. Recuerdo que se inventó la ley de que todos teníamos que andar calzados. Eso para que se vendieran al por mayor los zapatos de La Fa-Doc , creo que así se llamaba el negocio. Y los campesinos pobres compraban un solo par de zapatos para sus niños. Uno iba a la escuela con un pie calzado y el otro descalzo, simulando una herida, para que el hermanito se pusiera el otro zapato y el otro pie descalzo. De ahí que llevar zapatos en los dos pies era un privilegio. Y eso es  una de muchas anécdotas. El resto, lo peor, lo más doloroso, las muertes, las prisiones, las torturas, el silencio, los robos de fincas, de casas, el llevarse mujeres, usarlas y luego casarlas con militares.

Siento vergüenza de que un grupo de diputados haya formado un equipo para discutir el caso. Ese tiempo de horror no debería ni recordarse, a no ser para odiarlo. Menos dándole privilegio a un nieto que quiere primeras planas.

Siento dolor por los torturados, por las familias de los asesinados y desaparecidos, por los humillados, por aquellos a los que se les robaron propiedades y los dejaron en la miseria. ¿Y eso es lo que quieren musear? Ya me dirán. Además, ¿qué hacen las autoridades judiciales? Hay una ley que prohíbe el trujillismo. Ese nieto y el diputado deberían ser sancionados.

Espero que la cosa no pase de un escándalo. De lo contrario, el espíritu del mal caerá sobre nosotros. Éramos un país muy atrasado, silencioso. Una tiranía en una isla es lo peor que le puede pasar a un pueblo. Habiendo tantos problemas, es una ignominia que los diputados se pongan a discutir porquerías. El PRD nació en el exilio y sus fundadores fueron víctimas de Trujillo. ¿Por qué no han expulsado a ese diputado? ¡Ay caramba, cuánto olvido! ¡Cuánta vergüenza!

Denver, Colorado

Autor

  • Ligia Minaya

    Ligia Minaya, escritora, abogada, jueza y columnista, murió en junio pasado en Puerto Rico, a los 77 años. Residió Denver, Colorado. Escribía para Diario Libre una columna sabatina con el título de “Saudades”. Fue también procuradora fiscal, profesora de criminología, consultora jurídica de la Secretaría de Medio Ambiente; y publicó varios libros, entre ellos: Palabras de Mujer (selección de los artículos escritos en el periódico Última Hora, 1977); El Callejón de las flores (cuentos eróticos,1999 y 2004); Cuando me asalta el recuerdo de ti (novela, 2003); Mi corazón tiembla en la sombra (novela, 2007); Mujeres de Vida Alegre (cuentos, 2009).

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