El cateador de nalgas

Buena cosecha. Sesenta y cuatro gluteos ha agarrado esta tarde Julio Castillo en los subways de Nueva York.

Si supieras lo que te espera…

Montado sobre el quejumbroso tren 7, cierras los ojos…

Recuerdas la cosecha de gluteos del tren 6. En el East Side, las nalgas te han tocado pequeñas, redondas, ajadas, musculosas, hacia Mid Town, cerca de la 42 y por lo de las turistas, te han tocado regordetas, llenitas de carne. En la altura de la 34th Street te han tocado delgadas, mínimas, casi pegadas al hueso, cuyas dueñas, espigadas modelos gritan de espanto antes de que salgas por la puerta y nadie te alcance, Julio Castillo.

Pero no sabes lo que te toca pronto.

Y ahí vas pensando: qué malos son los inviernos, cuesta que tus manos den con esos cuerpos arropados. Pero en verano qué bien la pasas, agarrando nalgas en bicicleta o simplemente de pasajero en la línea 6, la más generosa de gluteos que has hallado.

Las presas más fáciles son las tipo modelo: sílfides, ojerosas, algo distraídas que leen un libro o se maquillan mientras las atisbas entre la ranura de alguna hoja del periódico que finges leer. Segundas son las turistas que sacan fotos o miran mapas. Julio Castillo, las prefieres rubias y delgadas como esa novia que no te lo quiso prestar, o ¿será que hay algo en las rubias que emana desamparo?

El rito es infalible. En lo que llama la llegada del tren, te levantas, te acercas, te restregas y booom, va uno, dos, tres agarrones de las nalgas que has estado observando por tanto tiempo. Sales corriendo y la puerta se cierra. Tu cara se tuerce y allí están ellas, con sus caras como a ti te gustan.

Y al final de la jornada, Julio Castillo, sabes lo que te espera. El recorrido imaginario de todos esos gluteos, las caras sorprendidas y avergonzadas, asustadas. Los vídeos abundan en 42nd Street, las pornos por Internet, pero nada se compara a mirar lo prohibido, tocar, asustar…

Eres perito. Con tanta maestría, podrías convertirte en ladrón de carteras. Cuánto dinero habrás perdido por las billeteras que no escogiste arrebatar. Pero tú sólo buscas nalgas para agarrar, Trabajas tiempo completo, eres un ejecutivo, Julio Castillo. Ganas bien. Delitos, no vas a cometer por dinero. Total, no vives mal.

Si te cambiaste a vivir a Nueva York de Los Angeles fue porque a ti solo te interesan las nalgas. Corrijo, te interesaban; ahora,son todas tuyas.

Hasta que llega esa nena más traviesa que tú. Esa que no viste en la parada 42. La amiga de la nalgona de 14th Street que te ha sacado una foto con su celular. Montado en el arrullo del tren siete ignoras que mañana tu foto saldrá en El Daily News, en el New Yor Post, en El Diario la Prensa. Tu jefe verá tu foto en los titulares, llamará a la policía y te mandará a llamar…

La vuelta a Manhattan en 365 días: Jaque mate

Mostrar más
Botón volver arriba