Crecimiento económico y competitividad de las empresas en Latinoamérica
El restringido acceso a los créditos productivos y los condicionantes fiscales son dos de los principales obstáculos que restringen la demanda interna de los mercados
Aunque no es el único indicador, es uno de los de mayor referencia de competitividad y generación de resultados, se trata del crecimiento anual del producto interno bruto. Se estima que para 2024, América Latina y el Caribe cerraría con un crecimiento económico anual de entre 1.8% y 2.1% general. Estas son las estimaciones promedio que dan a conocer la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los desafíos en los crecimientos económicos
Existe consenso en que solamente crecimientos económicos anuales de mínimo entre 4.7% y 5.4% pueden ser base para acometer sostenidamente la disminución de la pobreza total y extrema indigencia. Esto es, de enfrentar ese reto con resultados que sean recurrentes, más allá del populismo que implican las ayudas o subvenciones indefinidas.
De manera más estructural, la región demanda prioridades relacionadas con aumentos en la inversión tanto pública como privada. Además, debe enfrentar los desafíos de la información, de reformas educativas y de salud y establecer la dotación de bienes públicos incluyendo infraestructura. Otro factor importante es mejorar la gobernabilidad, especialmente con los congresos como guaridas de políticos velando sólo por intereses particulares; pero también la mejora de los ambientes de negocios incluyendo drásticas disminuciones de tramitación burocrática para promover la competitividad y el fortalecimiento del comercio exterior. Así se podría lograr los crecimientos económicos y competitivos que se traduzcan en mayores oportunidades para la población.
En cuanto a generar mejores condiciones de competitividad, las empresas en los mercados latinoamericanos muestran gran vulnerabilidad. Esto se debe, en general y con principal énfasis en las micro pequeñas y medianas empresas, en la restringida base de capitales fijos. Se depende con mucho, de un manejo dinámico de los inventarios; de la rotación de éstos.
Se enfrentan a mercados muy competitivos, sin que puedan influir en los precios. Las empresas en la medida que son pequeñas son tomadoras de precios, dado que no pueden influir significativamente en la dinámica de los mercados locales.
El desarrollo empresarial en América Latina
En América Latina, la inmensa mayor parte de las empresas, cerca del 97%, son micro, pequeñas y medianas. De ellas, se estima que al menos un 90 por ciento no sobrevivirían más allá de los 7 años de vida en el mercado. Se trata pues de un indicador que nos muestra el sentido de emprendimiento – muy importante – en la región, pero también la gran vulnerabilidad y “mortandad” a que están expuestos estos emprendimientos.
Esa vulnerabilidad actúa con mayor énfasis en las empresas en la medida que las mismas son pequeñas, debido a que, en lugar de depender del capital fijo, de las inversiones que dan solvencia, las empresas chicas dependen de la rotación de los inventarios para mantenerse a flote en los circuitos de competitividad y de nichos de mercado específicos.
Es indudable que el sentido de perdurabilidad es uno de los componentes que se encuentran en la médula del desarrollo que todos deseamos. Un desarrollo sustentable tanto en lo económico como en lo ecológico, a la vez que equitativo en lo social. Un desarrollo que sea un eficaz medio para lograr sociedades en donde los beneficios, más allá de los buenos desempeños macroeconómicos- de manera creciente, puedan llegar a todos los estratos poblacionales.
En efecto, el empleo que se generan las empresas es uno de los tres enlaces clave entre el crecimiento económico y el desarrollo humano. Los otros dos vínculos serían: la presencia de una efectiva y eficaz red de protección y de seguridad social, y la asistencia y funcionamiento de las instituciones. Esto último orientado fundamentalmente a generar una mejor distribución de educación, capacitación y oportunidades laborales en todos los sectores sociales, además de promover la productividad, mejores condiciones de salud y más inversiones en la economía real.
Los grandes escollos que afectan a la región
En América Latina el escenario general consiste en que las pequeñas empresas que son, como se ha referido, en términos abrumadores, la mayor parte de las unidades de producción en la región, enfrentan tres grandes desafíos para su desempeño, tal y como lo han señalado estudios que incluyen los realizados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) el Banco Mundial (BM) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Estos tres grandes obstáculos se concentran en el poco acceso a créditos productivos, asistencia técnica y de mercadeo, las condicionantes fiscales que restringen la demanda agregada interna de los mercados y en algunos países más que en otros, tipos de cambio inestables.
En cuanto al no acceso fluido a créditos y asistencia técnica, es evidente que, en particular a partir de la reducción de funciones y actividades de los gobiernos, se ha restringido mucho la actividad de los bancos de desarrollo. Existen algunas excepciones, tales como Costa Rica, Uruguay y hasta cierto punto Panamá –en donde influye el ser un centro financiero mundial.
Segundo componente, en relación con las condiciones fiscales, se trata de uno de los nudos de política económica más importantes. Por lo general los sistemas impositivos no son eficaces en el cobro, ni tan transparentes en el gasto, ni – y esto es vital para la demanda de las sociedades – progresivo en su estructura.
El tercer factor, el de las fluctuaciones de tipo de cambio de las monedas se refiere a que cuando existen condiciones de “monedas fuertes”, realmente constituyen monedas débiles para exportar. Y, por el contrario, con devaluaciones, se tiene el riesgo de que se “importe la inflación”.
No superar obstáculos, fundamentalmente de acceso a crédito, a ampliación de mercados internos y de fluctuación de las monedas, hará que la dinámica económica de los países comprometa la perdurabilidad de las pequeñas y medianas empresas. Con ello los países permanecen en círculos que se retroalimentan a sí mismos en el subdesarrollo, el empleo no se incrementa y se promueve que grandes conglomerados sociales continúen en la pobreza y la indigencia; teniendo con ello, déficits de demanda interna en los mercados de los diferentes países