La antigua y silenciosa persecución de los gitanos
Las organizaciones dedicadas a los derechos humanos y las libertades civiles carecen de conciencia sobre las luchas de los estadounidenses romaníes y hacen poco para abordar el prejuicio anti-romaní
Mi gran boda gitana es una saga de capítulos del canal de televisión TLC. Esa producción tiene todos los componentes que explican la histórica discriminación que sufre el pueblo gitano, en Estados Unidos y en el mundo entero. Los estereotipos, los lugares comunes, los prejuicios. Que los gitanos son difíciles, que son cerrados, que son gritones, exagerados y violentos, que son delincuentes, que son ladrones, que son sucios, que tienen mal gusto, y un larguísimo etcétera.
Empiezo por esa serie de televisión porque es una de las formas con las que se va creando un sentido común en la gente, un sentido común que está en la base del temor o el desprecio de la sociedad. También en algunos casos el odio hacia los gitanos. Incluso, la indiferencia hacia una discriminación estructural que se manifiesta en la vida cotidiana, sobre todo en sus niveles de acceso a la educación, a la salud, a trabajos y a la vivienda.
En Estados Unidos hay aproximadamente un millón de romaníes, que fueron llegando en distintas olas inmigratorias desde Europa. La primera de esas corrientes inmigratorias se produjo luego de que el Parlamento Británico sancionara en 1661 la expulsión de los romaníes. Ellos llegaron a Virginia, casi en el amanecer de las colonias que dieron origen a lo que luego sería Estados Unidos.
Pero la más importante de esas olas inmigratorias fue a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, y llegó del Sur y Este de Europa. Uno de los académicos que más ha estudiado el tema, Ian Hancock, profesor de la Universidad de Texas en Austin, sostiene que la mayoría de los romaníes estadounidenses son descendientes del pueblo romaní esclavizado de Rumania. Esa esclavitud terminó recién en 1856 y muchos emigraron como pudieron a Estados Unidos. Muchos otros se quedaron y hoy Rumania es uno de los países con mayor población romaní del mundo.
Ellos y ellas venían escapando de persecuciones y de una larga e histórica discriminación en Europa. Sin embargo, en América no encontraron algo muy distinto. Además de en Estados Unidos, hay comunidades gitanas importantes en Brasil, Colombia y Argentina. En Estados Unidos se distribuyen por todo el territorio, pero quizá con una mayor concentración en la Costa Este, California y Texas. Las ciudades con más cantidad de romaníes son Los Ángeles, San Francisco, Nueva York, Chicago, Boston, Atlanta, Dallas, Houston, Seattle y Portland.
El más alto precio por la libertad
Más allá de los misterios y leyenda que circundan al pueblo romaní, hay cierto consenso entre los investigadores de que su origen está en el norte de la India, en los actuales estados de Punjab y Rajastán. Desde allí, habrían ido emigrando hacia el siglo X hacia Asia Central, Persia, Medio Oriente, el norte de África y, principalmente, toda Europa.
El término gitano y su equivalente en inglés “gypsy” derivan de “egiptiano” y se debe a la falsa creencia de que venían de Egipto o de la isla de Corfú, en algún momento conocida como Pequeño Egipto. En algunos lugares, esos términos, igual que zíngaro en italiano o zigan, adquieren connotaciones peyorativas. Ellos prefieren llamarse a sí mismos romaníes, que proviene del vocablo rom, que significa hombre, ser humano o marido.
Si bien hay muchas corrientes y diferencias, tienen componentes característicos que los han acompañado durante siglos: su apego a la libertad, una cultura riquísima pero ágrafa, sus rituales al fuego y a la luna, pero no al sol (quizá porque no son agricultores) el amor por los caballos, los osos y los pájaros, y, sobre todo, el nomadismo. Nunca reivindicaron un suelo nacional y, por el contrario, trataron de adaptarse a los países de acogida, incluso adoptando sus creencias religiosas. Pero comenzaron a chocar con la desconfianza, los prejuicios y el miedo que, indefectiblemente, lleva al odio, a la marginación y, finalmente, a la persecución.
Durante la Alta Edad Media, viajar era una actividad desconocida, salvo los comerciantes, nadie viajaba. El arraigo a la tierra era muy grande y la gente nacía y moría en el mismo lugar. De pronto llegaba este pueblo con sus animales, con sus familias enteras y sus conocimientos ancestrales. Por los caminos aparecían esas carretas y esos personajes que bailaban y cantaban, y dormían bajo las estrellas. Fueron generando desconfianza. Y fue el pueblo que más caro precio tuvo que pagar por su libertad, una libertad que nunca negoció ni entregó.
Eso sí, tuvieron que protegerse, se cerraron y generaron endogamia, como escudo protector. Necesitaron transformarse en “psicólogos” para conocer a los “payos” o no gitanos. De ahí las artes de las gitanas con sus adivinaciones, lecturas de manos y cartas, con lo cual en realidad estaban ganando tiempo para deducir las intenciones del otro.
Los hombres se dedicaron históricamente a la hojalatería, aún hoy son grandes artesanos del metal, pero también a la venta de caballos (hoy de automóviles).
Surgió como dijimos la desconfianza, el recelo, la envidia, los prejuicios y los inventos: que las mujeres eran brujas y los hombres ladrones, que fueron los que se robaron un clavo de Cristo, y tantas otras mentiras. Lo curioso es que, durante siglos, la Inquisición jamás juzgó y menos condenó a ningún gitano. Simplemente fueron ataques sociales y de los países. España los expulsó en 1499, Dinamarca dictó leyes represivas contra ellos en 1586, Inglaterra en 1621, Suecia en 1637. En España se recuerda La Gran Redada de 1749, un intento de exterminio, y en toda Europa empezaron a perseguirlos y expulsarlos. Así fueron llegando a América.
La mejor descripción de ellos, o la más poética al menos, pertenece a Gabriel García Márquez en Cien Años de Soledad, cuando cuenta cuando llegaron a Macondo los gitanos. Melquíades llevó el hielo, los últimos inventos de los Sabios de Memphis, el imán, el catalejo, el aparato para olvidar los malos recuerdos, el jarabe para volverse invisible, las alfombras voladoras, las gallinas de los huevos de oro… y los secretos de la alquimia.
Quién de nosotros no ha viajado a ese mundo maravilloso, ya sea con los libros de García Márquez, con el Romancero Gitano de Federico García Lorca o con las canciones de Joan Manuel Serrat, tanto Fiesta como La Saeta («Oh, la saeta, el cantar, al Cristo de los gitanos, siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar»).
Ignorancia, discriminación y miedo
Pero la visión romántica del mundo gitano se diluye en una realidad mucho más cruda, cruel, injusta y dolorosa.
Desde 1915, la Universidad Northern State (NSU) en Aberdeen, Dakota del Sur, organiza una fiesta anual que dura una semana y que termina con el llamado Gypsy Day Parade, el desfile más grande en Dakota del Sur. Durante ese desfile es común que se represente en forma agraviante y despectiva a la cultura gitana, con rostros pintados de negro y parodias sobre el secuestro de niños. Miembros de la comunidad romaní, apoyados por activistas por los Derechos Humanos protestaron online y a través de correos electrónicos, exigiendo a la universidad el cambio de nombre y una disculpa. Nunca hubo una respuesta directa ni menos una disculpa de la NSU, pero en su sitio web se borró la palabra “gypsy” y fue cambiada por “homecoming”.
En todo Estados Unidos se reproducen a diario conductas ofensivas contra los romaníes, y ni siquiera se conoce o se reflexiona tanto como frente a otros grupos discriminados: latinoamericanos, afroamericanos, grupo LGTBIQ+, inmigrantes, First Nations, etc.
Un estudio de noviembre de 2020 realizado por el Centro Francois-Xavier Bagnoud para la Salud y los Derechos Humanos, de la Universidad de Harvard, junto a Voice of Roma, una organización sin fines de lucro con sede en California, demostró la prevalencia de la discriminación institucional que enfrentan los romaníes en Estados Unidos.
En ese estudio se hace alusión a un experimento social que se hizo en 1964 y se repitió en 1989 con resultados parecidos. Se preguntó a los encuestados quiénes creían que ocupaban los últimos lugares en la escala social del país, nombrándoles a distintos grupos étnicos y nacionales, entre ellos, un grupo inventado, los “wisianos”. La mayoría puso a los romaníes, junto a puertorriqueños y mejicanos, por debajo de los “wisianos”.
Pero viniendo al estudio de 2020, fueron entrevistados 363 romaníes estadounidenses. De ellos, dos tercios dijeron que perciben la representación de su pueblo en los medios de comunicación, el cine y la televisión, como “profundamente despectiva y deshumanizante”. Ellos dijeron que, por lo general, aún hoy son representados como criminales, vagabundos o brujas. Estos estereotipos sirven para justificar la discriminación y el acoso contra los romaníes y rara vez son cuestionados por los comentaristas de los medios.
Por otro lado, un 25 por ciento de los entrevistados dijeron haber sufrido algún tipo de maltrato estatal. Por lo general, los agentes de policía se dirigen a los estadounidenses romaníes despectivamente y buscan estereotipos como ciertos tipos de camiones, remolques o casas rodantes.
Uno de los entrevistados, presentado en el informe con el nombre ficticio de George, dijo que para afrontar estas situaciones intenta ser extremadamente educado y permanecer en silencio incluso cuando sufre un trato humillante por parte de los policías.
“Cuando se les preguntó a los participantes del estudio si ellos u otros miembros de su familia alguna vez habían sido tratados injustamente o irrespetuosamente por un agente de la ley por motivos étnicos, la mitad de ellos respondió que sí”, remarca el informe.
Pero la cuestión es todavía más grave, porque según el informe, muchos departamentos de policía del país han creado grupos de trabajo especializados en “delitos gitanos”, han nombrado detectives de “delitos gitanos” y han organizado cursos de capacitación policial sobre “criminalidad gitana”.
La Asociación Nacional de Investigadores de Bunco (NABI) es una organización de profesionales supuestamente especializados en el “crimen organizado no tradicional”. Ellos han creado una base de datos de personas arrestadas o sospechosas de actividad criminal, con datos personales de ciudadanos romaníes.
Unicorn Riot, una organización de medios de comunicación que tiene un sesgo educativo sin fines de lucro, descubrió una red de datos privada sobre el pueblo romaní que servía y sirve para capacitaciones de policías.
Unicorn Riot encontró “un patrón de capacitación en múltiples academias de capacitación para el cumplimiento de la ley y departamentos de policía, 10 registros de una base de datos mantenida de forma privada sobre el pueblo romaní en Estados Unidos”.
El sitio también denunció que Gary Nolte, un ex oficial de policía de Skodie, estado de Illinois, junto con NABI, “ha estado enseñando a los agentes distintas policías a perfilar racialmente y pensar en el pueblo romaní en términos racializados y perfilar a los romaníes para cultivar una base de datos de presuntos delincuentes romaníes”.
En diciembre de 2021, un grupo de activistas denunció una publicación de la red social Tumblr que mostraba un volante titulado “La víctima perfecta: gitanos/viajeros criminales y ancianos”. El volante afirmaba que un “elemento gitano criminal” había “invadido todas las áreas metropolitanas”. Todo el tiempo, la organización de Nolte y la NABI usaban un juego de palabras entre gypsy y gyp, que en la jerga estadounidense significa robo o estafa.
Nolte y la NABI han impartido estos cursos durante un tiempo a la policía de Saint Louis, Misuri, aunque por la presión de activistas, otras policías los han cancelado según Unicorn Riot: “En octubre de 2016, el Departamento de Policía de Bellevue canceló uno de sus cursos después de que estalló la protesta pública en Twitter. En noviembre de 2016, Clackamas, el Departamento del Sheriff del condado de Oregón, también canceló su curso después de que se llamó la atención del público. El 24 de febrero de 2022, el Departamento de Policía de Kansas City anunció que cancelarían la organización de uno de los cursos de Nolte después de que un volante filtrado llegara a un podcast titulado Roma Unraveled y luego a Twitter”.
Esto sigue sucediendo, pero viene desde hace tiempo. Héctor Becerra es actualmente subdirector editorial del periódico Los Angeles Times, pero cuando era reportero general, en 2006, publicó un artículo titulado “Gitanos: los sospechosos de siempre”. En aquel trabajo de investigación, Becerra reproduce algunas de las expresiones de Gary Nolte dentro de sus cursos de capacitación a policías: “La mayor parte de Estados Unidos piensa que esto es lo que es un gitano, no bromeo. Los estadounidenses piensan que es divertido. Creen que es una broma. Bufones que tocan panderetas y tocan el banjo. Eso es lo que los gitanos quieren que pensemos. Pero no lo son”… “Tienen un objetivo común, y es superarnos. Van a robarle a los no gitanos todos los días de su vida”.
Roma Unraveled es un podcast sobre temas relacionados a las comunidades romaníes en Estados Unidos. El copresentador Fen Kovach dijo a Unicorn Riot: “Estamos siendo etiquetados como gitanos, un insulto que se utilizó para deshumanizar, esclavizar, oprimir a nuestro pueblo. Somos romaníes. Los perfiles raciales ponen en peligro nuestra existencia. Nuestra comunidad y nuestra cultura están siendo retratadas como criminales simplemente por existir… Muchos romaníes son ciudadanos nacidos en Estados Unidos, pero también hay muchos de nosotros que somos inmigrantes. Ser criminalizados y vistos como ladrones simplemente por ser romaníes es un peligro para nuestra estabilidad en este país. Esta es una de las razones por las que nos han expulsado de tantos países, y cuando no eres ciudadano, el miedo a la deportación debido a una criminalización y elaboración de perfiles injustos es muy estresante y está presente en nuestra vida cotidiana. Este tipo de formación que se permite en el sistema judicial conduce a la pérdida de nuestra cultura: enseñamos a nuestros hijos a ocultar que son romaníes y a avergonzarnos de nuestros rasgos faciales porque hacen que nos encarcelen o nos maten. Queremos confiar en la policía y asimilarnos a la sociedad en general; somos personas respetuosas de la ley, pero cuando la policía está entrenada para vernos como criminales, ¿cómo pueden vernos primero como humanos?”.
Esta situación que hemos descripto es muy actual. El estudio de la Universidad de Harvard y Voice of Roma, concluye en que “los estudios sobre los romaníes en Estados Unidos aún se encuentran en sus primeras etapas de desarrollo, las instituciones estatales no escuchan los llamados a tomar medidas contra la discriminación. Incluso las organizaciones dedicadas a los derechos humanos y las libertades civiles carecen de conciencia sobre las luchas de los estadounidenses romaníes y hacen poco para abordar el prejuicio anti-romaní. La idea retorcida de la criminalidad inherente del pueblo romaní tiene muchas similitudes con conceptos erróneos sobre otros grupos raciales y étnicos en los Estados Unidos y la discriminación y el abuso que enfrentan los romaníes a manos de agentes del orden tiene que ser parte del debate sobre la violencia policial”.
Finalmente, volvemos al principio de este artículo, con otro ejemplo de cómo los grandes medios de comunicación van generando un sentido común en el público que está basado en la ignorancia y la discriminación. Bill Maher, comediante y comentarista político, conductor de Real Time with Bill Maher (HBO) dijo recientemente en uno de sus programas: “Trump es tan bienvenido en un funeral como la mujer gitana que entra a los restaurantes y te vende rosas”.
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Este artículo está respaldado en su totalidad o en parte por fondos proporcionados por el Estado de California, administrado por la Biblioteca del Estado de California en asociación con el Departamento de Servicios Sociales de California y la Comisión de California sobre Asuntos Estadounidenses Asiáticos e Isleños del Pacífico como parte del programa Stop the Hate. Para denunciar un incidente de odio o un delito de odio y obtener apoyo, vaya a CA vs Hate.
This article is supported in whole or in part by funding provided by the State of California, administered by the California State Library in partnership with the California Department of Social Services and the California Commission on Asian and Pacific Islander American Affairs as part of the Stop the Hate program. To report a hate incident or hate crime and get support, go to CA vs Hate.
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LECTURA ADICIONAL:
En «Tres mujeres y un pueblo», Mariano Saravia: entrevista a reconocidas especialistas en temáticas relacionadas con la comunidad romaní estadounidense.