Abuelas de Placita Olvera
«¡Es un privilegio ser abuela y bisabuela!», grita Rosa Ayala. «Haberme hecho ciudadana para poder votar. Pero yo no… la juventud son el futuro, hay que cuidarlos».
Ayala habla desde un escenario improvisado en el patio de la Iglesia Nuestra Señora Reina de Los Angeles, en la Plaza Olvera.
A la salida de la Iglesia
«Para que estudien, para que no anden como yo limpiando oficinas».
La abuela se dirije a los fieles que entran y salen del templo en el centro de la ciudad. Es domingo y junto con otras abuelas ha venido a participar en un evento para registrar nuevos votantes a las elecciones del 2 de noviembre.
«Bendito Dios por cada uno de los jovenes, y porque somos un pueblo de guerreros», concluye Ayala, y enardece a los presentes repitiendo «pueblo de guerreros».
Axel Caballero, organizador de Cuéntame, me lleva ante las abuelitas. Están sentadas en una mesa similar a las de votación, esperando a que la gente salga de la iglesia para ofrecerles registrarse para votar por vía electrónica, con unas computadoras.
«Los que quieran se lo podemos hacer manualmente», dice una. Es fácil, ríe Caballero, hasta una abuelita lo puede hacer.
Son Rosa Rodríguez, Guadalupe Díaz, Carmen Reyes, Amalia González, su esposo Lorenzo González y Rosa Ayala. Todas visten las playeras de Cuéntame, una «comunidad interactiva de Latinos, para Latinos y el publico en general», como explica Axel.
Qué es Cuéntame
«Tiene doble significado – cuéntame a mi, de cuentas, y cuéntame tu historia, de contar».
Cuéntame, que Caballero creó con Ofelia Yáñez con ayuda de Brave New Foundation, existe primordialmente en una página de Facebook, que en pocos meses alcanzó la potente suma de 43,000 seguidores. Hoy están aquí, en carne y hueso, y movilizaron a grupos y organizaciones interesados en promover la participación ciudadana.
Entre ellos, Dale Walker y Marcos Oliva, de los fundadores del grupo Basta que trata de combatir la corrupción en la ciudad de Bell y que ahora promueven la remoción de los existentes concejales vía el voto de destitución o recall. Son idealistas y entusiastas.
«Ya tenemos los votos para lanzar la destitución», dice Walker. Así es, y luego lo festejaron con un evento para los medios, con casacas rojas y todo, el martes. Aunque no muestran entusiasmo por postularse para los puestos una vez queden vacantes, su interés por la cosa pública es palpable.
También está Jesús de Voto Latino 2010, una iniciativa de la actriz Rosario Dawson y otros y que coloca carteles que rezan «United we win» – Unidos venceremos.
Un llamado al voto latino
El sol quema y en el recinto del templo los carritos de refrescos, aguas y salchichas compiten con los de la política. Las familias que esperan se concentran bajo los arcos de la galería.
Las Abuelas de Plaza Olvera están presentes como miembras que son del sindicato SEIU, local 1877: los janitors. El grupo representa a 25,000 trabajadores de la limpieza y lo preside Mike García, quien hace un apasionado llamado a registrarse y a votar. «Quien quiera ganar las elecciones en California necesita alrededor de 4.6 millones de votos», me dice. «Y los latinos son 3.4 millones de votantes«.
Así de importantes.
Etelvina Villalobos, una activista salvadoreña es otra integrante del grupo. «Soy una ministra de esta iglesia», y hace otro llamado a la participación cívica. Luego me cuenta que durante la fase de los anuncios en la misa notificará a la gente de la presencia de Cuéntame.
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Vienen más abuelitas
Como las Abuelas de Plaza Mayo en Buenos Aires, estas abuelas responden al llamado porque otra no queda. Las une, no el insondable dolor de tener a sus hijos y nietos y desaparecidos, sino la esperanza de que aquellos por el contrario reaccionen y se involucren.
«Yo, sí, ando limpiando oficinas, ahi en la Flower, donde están ustedes», me dice Rosa mencionando las oficinas de La Opinión. «Somos del pueblo».
La gente deja el recinto; otros llegan para la próxima misa. Pronto, todas las sillas para el registro están ocupadas. Generalmente, por gente joven y seria. Pero también, en más de un caso, por otra abuelita que ha oido el llamado y viene, para que la cuenten.