California del Norte, California del Sur
&En estos días los candidatos californianos para cargos estatales en las elecciones de noviembre afilan los cuchillos preparándose para la recta final, y el derrame de fondos de campaña que ya era gigantesco crece a proporciones épicas.
Sale entonces a relucir un detalle que nos pone en evidencia a los residentes del sur de California y a los latinos del estado.
Rápido: ¿qué tienen en común Carly Fiorina, Barbara Boxer, Meg Whitman y Jerry Brown, candidatos para los puestos de gobernador y senador federal?
Adivinó bien: todos son del norte de California y residen alrededor de San Francisco.
Fiorina, ex presidenta de Hewlett-Packard, vive en Los Altos Hills, condado de Santa Clara. Boxer, la senadora, es de Greenbrae, condado de Marin, donde vivió por 30 años. Desde 2007 tiene su casa en Riverside, que sí es en nuestra zona, pero aún se identifica con el Norte. Su esposo sigue trabajando en Oakland. Brown vive en Oakland Hills, en una casa que adquirió con su esposa Gust. Y Whitman, ex presidenta de eBay, está desde 1998 en Atherton, condado de San Mateo.
Todas esas comunidades suburbanas quedan de 350 a 400 millas de Los Angeles.
No son los únicos.
Steve Poizner, comisionado de seguros y contrincante de Whitman en las primarias republicanas, vive en Los Gatos, condado de Santa Clara, un poco al sur de San José.
A su vez, Fiorina le ganó en las primarias a Tom Campbell, quien por años representó en la Legislatura al… sí, al Silicon Valley, que está poquito al sur de San Francisco. Todo, por ahí.
De los candidatos a vicegobernador, el demócrata Gavin Newsom es alcalde de San Francisco, y bueno, ahí vive. El republicano Abel Maldonado es de una familia de inmigrantes mexicanos, pero en Santa María, en la California Central. Y Maldonado le ganó en las primarias a otro norteño, Sam Aanestad, de Grass Valley, condado de Nevada, 56 millas al norte de Sacramento.
Por otra parte, postulantes del sur de California que eran considerados favoritos perdieron uno tras otro. Janice Hahn, de una dinastía que cuenta a un ex supervisor del condado (Kenneth Hahn) y a un ex alcalde de Los Angeles (James Hahn), cayó estrepitosamente frente a Newsom.
Kamala Harris de San Francisco le ganó a su par angelino, el latino Rocky Delgadillo para el puesto de procurador estatal. También se impuso el actual tesorero, Bill Lockyer, residente de Hayward, cerca de San Francisco.
La senadora estatal latina Gloria Romero, de Los Angeles, cayó en las elecciones por superintendente de Instrucción Pública ante Tom Torlakson de Antioch, en el condado norteño de Contra Costa, y Larry Aceves, de San José.
En la contienda quedaron pocos «sureños»: el republicano angelino Steve Cooley para procurador general; los demócratas y titulares Debra Bowen de Carson para secretaria de Estado y John Chiang de Torrance para contralor. Ninguno de ellos es latino.
Nadie más.
¿Qué quiere decir para el Sur de California, donde vivimos el 60% de los californianos, donde el 43% de la población es latina?
Una desilusión.
Se corta una sucesión de gobernadores del sur: el actual, Schwarzenegger de Los Angeles, como su antecesor Grey Davis. Pete Wilson, era de San Diego, y el de antes, George Deukmejian, de Long Beach. Para volver a un norteño hay que remontarse a 1983, cuando dejó el cargo… el mismo Jerry Brown.
Los nuevos políticos del Sur de California son quienes debían reemplazar a los mencionados. Y el turno le había llegado a los latinos, lo que resaltó con la elección de Antonio Villaraigosa como alcalde de Los Angeles. Pero su potencial no se materializó y quienes se imponen son los del Silicon Valley.
Entonces, con excepciones – la secretaria de Trabajo Hilda Solís, ex congresista de El Monte, es un ejemplo – los nuevos políticos aún no llegaron muy lejos.
¿Por qué? Quizás porque representan una población especialmente azotada por los sufrimientos económicos. Quizás porque tiene que haber un resultado a los ataques contra la inmigración. Quizás porque no pudieron competir con el «old money» del norte por los fondos de campaña. O porque no crecieron más allá de las políticas municipales y legislativas.
Entonces, por primera vez en años, en las elecciones que se avecinan se detiene el avance de la generación latina, de la nueva California, la del sur.