Frente pelada: el despertar de la conciencia, un cuento de Adriana Gutiérrez

Para estar desconcertado no hace falta ser inteligente, más bien lo contrario. Tampoco hace falta saber qué es un desconcierto, ni conocer una palabra que identifique tal sensación. Aún sin tener un sonido para nombrarlo o un dibujo de un desconcierto cualquiera, éste se puede presentar dejándolo a uno desconcertado. Precisamente eso era lo que le ocurría a Frente Pelada: estaba total y absolutamente desconcertado; y por partida doble, porque esa sensación nueva y extraña que lo hacía sentir tan mal, le producía el enorme desconcierto de no saber qué era.

Para colmo Frente Pelada no tenía un solo pensamiento ni siquiera malo con que distraerse. Lo peor era que ésto iba durando demasiado tiempo y Frente Pelada percibía que día a día su desconcierto se agrandaba cada vez más, amenazando con invadir todo su ser. La primera vez que Frente Pelada sintió ésto no le dio importancia, era un desconciertito de mala muerte y lo desechó con un despectivo movimiento de su cabeza. Cuando el desconciertito se presentó por segunda vez Frente Pelada quedó desconcertado, cosa que el intruso aprovechó para quedarse un ratito. A partir de ese momento Frente Pelada no tuvo paz ni sosiego. El desconciertito se le aparecía hasta en sueños.

Inutil era tratar de escaparle, pues cuando menos lo esperaba se le instalaba adentro, lo que obligó a Frente Pelada a tomar rápidas y drásticas decisiones. En su afán por huir del desconciertito, Frente Pelada cambiaba sus hábitos continuamente: a la hora de comer, dormía; a la hora de dormir, trabajaba; a la hora de trabajar, comía. Además había inventado un sistema de defensa compuesto de diversos ruidos, dibujos y piruetas que era muy mal tolerado por sus semejantes.

Por esta época Frente Pelada tuvo un poco de tranquilidad que lo llevó a volver paulatinamente a sus antiguas costumbres.

Pero un día descubrió que al desconcierto de sentir el desconcierto, se le unía el desconcierto de no sentir ya nada. El desconciertito había desaparecido, y cuando Frente Pelada quizo comenzar a sentirse feliz comprendió lo que pasaba: al desaparecer, el desconciertito estaba más presente que nunca, pues su ausencia hacía que el desconcierto de Frente Pelada creciera en forma desconcertante, provocandole acciones que le llevaron a la ruina.

Si cargar con un desconciertito de mala muerte le había resultado pesado, el desconcierto de ahora le abrumaba. Vagando por los alrededores de la comunidad, Frente Pelada observaba a los semejantes, que ocupados en sus quehaceres no notaban su presencia.

Esta actividad absorbió de tal modo a Frente Pelada que sin querer por breves minutos se olvidó de estar desconcertado.

Al poco tiempo todos y cada uno de los sucesos de la comunidad fueron registrados en su cabeza. Frente Pelada sabía, paso a paso, lo que hacía cada miembro; descubrió que se engañaban entre ellos, que se quitaban cosas y se hacían daño. Desde la altura en la que estaba vio lo distintos que eran y presenció eventos que le molestaron mucho: grandes que les pegaban a chicos. Otros nacían en viviendas equivocadas. Ante estos hechos Frente Pelada gruñía: «nnnjjjsssttt«.

Con el correr de los meses ya nada le desconcertaba. Frente Pelada se vio libre de la inmovilidad a que el desconcierto le ataba. Una nueva sensación anidaba ahora en su ser: la Indignación.

Frente Pelada no luchó contra ella ni trató de escaparse, ya que la sentía algo así como una aliada. Frente Pelada y su aliada miraban juntos hacia abajo. No se separaban jamás. Juntos se acostaban y juntos se levantaban. A veces ella le despertaba en las noches para expresarle su indignación por lo que ocurría en el poblado, y durante el día le incitaba de manera irresistible a actuar cuando veían alguna nnnjjjssstt.

Una tarde, cuando descansaban sobre el pasto, se presentó la ocasión que estaban esperando: en el poblado hay una gran conmoción por lo que ocurre pero nadie se atreve a hacer nada.

«Es otra de esas nnnjjjsstt -dice Aliada- si no intervenimos pronto nos invadirán y dominarán, ¡qué atrevimiento!»

Frente Pelada quiere escarmentar a esa intrusa para que no le queden ganas de volver. Mira a Aliada y la llama. Ella acude tan de golpe que Frente Pelada se atraganta: «nnnddggrrrr!» Corriendo hacia el poblado grita el nombre de la intrusa con los dientes apretados; los ojos llameantes de Aliada descubren un montón de desconciertitos que inmovilizan a los semejantes, y gracias a ellos, Frente Pelada, con la frente perlada de sudor, tiene tiempo de llegar hasta la nnnjjjssstt que huye despavorida.

«No nos confiemos -dice Aliada- sospecho que están en todas partes esperando el momento de volver.»

«A—cn!» -dice Frente Pelada. «Sí» -contesta Aliada- «actuaremos cada vez que sea necesario. La indignación me carcome, y mira esos desconciertitos, están tanto de su lado como del nuestro. ¿Crees que haya muchas más de esas nnjjsstt?.

«Mmm…» -dice Frente Pelada, abarcando con un gesto todo el poblado.

Al ver esto los semejantes se espantan creyendo que Frente Pelada los amenaza y corren a sus viviendas. «Tienes razón -dice Aliada- son muchas.» Frente Pelada quiere hacer ver que ellos son dos y golpeándose el pecho dice: ¡»nnnddggnn!» Ya saben que estás indignado -dice Aliada – ven, volvamos a la altura, creo que podemos tomarnos un descanso, mientras tú me tengas a mí los desconciertitos se quedarán en el poblado.»

«Bueno» – dice Aliada una vez que han subido – «yo debo irme». Frente Pelada siente un gran desconcierto, ¡»rprs!» -dice señalando a los Grandes. «No hay cuidado» -dice Aliada- «no tomarán represalia todavía, para eso necesitan una aliada que están muy lejos de conseguir: Venganza. Pero Venganza tiene muchísimo trabajo y nunca dice en donde va a estar por exigencias de su oficio. Mientras tanto tú alíate con Estrategia que solo trabaja para Frentes Peladas, ella te dirá exactamente lo que debes hacer..»

Y así diciendo Indignación desapareció. En contra de lo que creía Frente Pelada se sintió repentinamente en calma; esta falta de indignación que le produjo la marcha de Aliada le trajo un nuevo desconcierto, y no encontraba con qué indignarse para hacer que Aliada volviera.

Los congéneres de abajo evitaban a las nnnjjjsstt por miedo a la aliada de Frente Pelada. Los días se sucedían uno tras otro a cada cual más aburrido; desde la altura en que estaba Frente Pelada vigilaba el poblado, pero nada que valiera la dicha de indignarse ocurría y Frente Pelada pensaba con tristeza que Aliada nunca volvería.

Amarga fue su felicidad cuando descubrió su regreso; indignadísima con Frente Pelada Aliada le reprochó: «¡te dije que llamaras a Estrategia, ella hubiera evitado el desastre -dijo Aliada- ¡mira lo que ha ocurrido!» Frente Pelada miró la tragedia y estuvo de acuerdo con Aliada en indignarse consigo: Venganza había llegado y asaltado a la comunidad. Un ejército de nnnjjsstt la acompañaba. Pero lo que tenía a los congéneres aterrorizados era Pánico, el segundo de Venganza, un general mercenario y tirano que aplicaba toque de queda en cuanto llegaba. Pánico había prohibido toda acción vengativa de los semejantes contra Venganza y no dejaba salir de noche a nadie. Al menor ruido se aparecía sembrando el pánico. Sus soldados rodeaban el poblado y las viviendas estaban llenas de desconciertos.

«Estrategia tendrá que desarrollarse mucho» -dijo Aliada- «ese general es peligroso». Valor, el segundo de Estrategia, dijo: «siento que me llaman desde algunas viviendas». »

«A mí» – dijo Aliada- «me solicitan desde todas, pero no creo que sea este el momento de presentarme». «Sí» -convino Valor- «hay que esperar, casi todas las mujeres están de parte de Pánico y los niños ni hablar, pero algunos semejantes me llaman con desesperación».

«Lo que hay que hacer» -dijo Estrategia- «es poner a los desconciertos de nuestro lado». Frente Pelada se horrorizó, «¡trrdrr!» – dijo. «Exacto» – contestó Estrategia – «son traidores, por eso será mi primera estrategia». Y se llevó a Frente Pelada a los límites del poblado donde le dio instrucciones: Frente Pelada no quería, sacudía con fuerza su cabeza de un lado al otro hasta que, indignada, Aliada se alió con Estrategia y Frente Pelada no tuvo más remedio que obedecer.

«Valor» -dijo Valor- «yo te acompañaré». Y así, con Valor adelante para no perderlo Frente Pelada emprendió el camino. Pisaba con cuidado y andaba despacio más que nada por Valor que a cada ruido se esfumaba. Por dos veces tuvo que volverse Frente Pelada a buscarlo detrás de los árboles en que se escondía.

Por fin llegaron a la vivienda de los Grandes que estaba oscura y en silencio; Frente Pelada se pega a uno de los troncos mientras Valor monta guardia en el otro. El trabajo es sencillo pero insólito, y aunque Frente Pelada sabe que Pánico no anda cerca teme que se presente creyendo que él, Frente Pelada, vino solo.

Entonces Frente Pelada actúa, le hace señas a Estrategia de que ya puede venir y la mira desarrollarse; Aliada le da bríos y Valor le da ánimo. Terminada la tarea los cuatro se retiran a la altura donde organizan un sencillo festejo; para que la reunión sea más animada invitan a la Satisfacción del Deber Cumplido que, como huésped de honor se para y dice: «con profunda satisfacción he visto que habéis cumplido con vuestro deber y un consejo quiero daros: jamás uséis hojas de laurel para armaros los colchones porque bien sabido es que producen somnolencia». Y así diciendo se fue dejando de recuerdo a Mora Leja, que es lo que siempre regalan las Satisfacciones de los Deberes Cumplidos para que no las olviden.

Mientras tanto en el poblado los desconciertos se habían cambiado de bando; algunos se quedaron con los congéneres pero eran pocos y chiquitos; en cambio Aliada y Valor sentían que los llamaban cada vez más. Aliada apenas si podía contenerse, pero Valor, como bien sabía Frente Pelada, no dejaba que lo empujaran; «no hay enemigo pequeño» – decía – «sobre todo entre los Grandes». Éstos estaban furiosos y querían que Aliada se fuera con ellos, pero Aliada se indignaba diciendo que eran incapaces de sentirla, «me confunden con Terrora y Violencia -dijo- dos hermanas que dirigen lo peor de la soldadesca».

Venganza quería entrar en acción, pero en cambio entró en razón a causa de Pánico que se fue a ver a los grandes. La explicación del general les produjo tanto desconcierto que no atinaban a nada. «Pongo mi honor por testigo» – dijo Pánico – «que nadie ha salido de las viviendas durante la noche».

«Quien haya sido no es del poblado» -sentenció Venganza.

A esta altura el desconcierto de abajo era total. Frente Pelada se sentía malignamente feliz. Aliada lo miró con tristeza y le dijo: «siento que ya no me quieres, solo te falta cortar laureles y acolchonarte en ellos». Frente Pelada quiso indignarse para demostrarle que aún la amaba pero Aliada se va y él ya no puede. El esfuerzo por llamarla es tanto que tiene que sentarse. Ver lo que le ocurre y entrar Pánico es todo uno; Frente Pelada, tras el primer desconcierto reacciona sin esperar que Valor lo ayude, ésto desconcierta a Pánico que jamás creyó volverse contra sí mismo. Huye.

Frente Pelada tiene la frente perlada de sudor; desde un rincón Mora Leja lo mira con absoluto desprecio. «Si Satisfacción viera esto» -piensa- «con la satisfacción que tenía». Frente Pelada llama a Estrategia y le pide consejo: espera y vigila -dice ella- la situación está altamente baja allá abajo y aquí arriba todo lo contrario, y si no me crees, mira»: Frente Pelada obedece y ve a los Grandes huyendo despavoridos de Pánico que quiere hablar con ellos, y encerrarse en sus viviendas; a Pánico atolondrado por los desconciertitos que se le tiran encima; a Venganza inutilizada por la falta de Pánico en los semejantes y a éstos que claman por justicia.

«¿Ves?» -dice Estrategia- «para que Justicia pueda venir hay que prepararle el terreno».

«¿nnddggnn?» -pregunta Frente Pelada. «Claro» -dice Estrategia- «sin Aliada es imposible, ella es la primera que debe presentarse». «A—cn!» «Así es -dice Estrategia- acción decidida, si tienes a Valor cerca, bien, pero si no, es lo mismo, hoy te vi tragarte el miedo y dejar a Pánico fuera de combate». «¡Grrr!» -dice Frente Pelada tocándose el cogote.

«Bueno Frente Pelada, yo también debo partir, Mora Leja te hará compañía aunque no creo que estés solo por mucho tiempo; en cuanto a los semejantes te aconsejo estar alerta, pero no intervengas a menos que sea indispensable; ellos deben aprender a elegir a sus amistades y evitar las malas compañías». «¡Ddd…!» -grita Frente Pelada. «¡Adiós, adiós!» -dice desde lejos Estrategia, sin darse cuenta que Frente Pelada intenta articular ¡»detente!»

Frente Pelada mira a Mora Leja y le señala la puerta para que vigile hacia abajo. «No» -dice ella- «yo solo sirvo para estar, donde me regalan me quedo». «¿Sstsffcnn?», pregunta Frente Pelada. «Exacto» -dice Mora Leja- «ya veo qué poca satisfacción te causa que Satisfacción me dejara, no es culpa mía si aparezco después que todo ha pasado, he venido para recordarte la Satisfacción del Deber Cumplido, no lo olvides».

Frente Pelada se para, se le acerca y de un sopapo la acuesta en el suelo; no dejará que ninguna mora leja le arruine su satisfacción solo porque ella no tiene ninguna.

Ante tal indirecta Mora Leja se aleja en busca de satisfacciones, pero las pocas que encuentra ya están ocupadas; entre el desconcierto y el pánico Mora Leja vagabundea sin rumbo, «Ay, si supiera la estrategia a seguir» – se queja. «¿Me llamabas» -dice Estrategia- «hay noticias del poblado?» «¡Frente Pelada me ha expulsado!» -se queja Mora Leja- «dice que no compartirá su satisfacción conmigo». «Es que esa clase de satisfacciones son muy escasas» – dice Estrategia – «además no se encuentran, se consiguen». «¡Ah, ya entiendo!» -dice Mora Leja, y vuelve sobre sus pasos.

Frente Pelada esconde su satisfacción al verla y Mora Leja lo deja. «He venido a ayudarte» -dice, y se para en la puerta vigilando el Poblado. Frente Pelada aprovecha el descanso para pensar un poco; para lo que piensa Frente Pelada con un descansito chiquito le basta y al minuto está de vuelta. Aún no me siento satisfecha» – se queja Mora Leja- «déjame cumplir con mi deber.

Frente Pelada está a punto de darle otro sopapo cuando ve que abajo los semejantes se reúnen. En el centro del Poblado gruñen y gesticulan largo rato hasta que al fin, todos en grupo se dirigen a la vivienda de los Grandes, echan abajo la puerta y los sacan a patadas; Venganza y las dos hermanas esperan a un costado, y al ver que nadie les da importancia se retiran abatidas; Pánico quiere intervenir en favor de los Grandes pero los semejantes se le ríen en la cara. Abochornado, desaparece.

Los desconciertitos no saben qué hacer, al aclararse la situación ya nadie los necesita y se van en medio de grandes desconciertos. Frente Pelada observa como le dijo Estrategia y ve que todas las nnnjjsstt salen de sus escondites y escapan. Los semejantes expulsan a los Grandes y revisan el poblado. Luego se dividen en grupos, unos cuidan las entradas, otros vigilan los alrededores y otros suben a la altura.

Frente Pelada los espera tranquilo. Ellos le piden que regrese y Frente Pelada acepta.
Esa noche, durante la fiesta, Victoria se presenta por primera vez ante ellos. Su entrada los deslumbra. Estrategia, Valor y Aliada solo vienen como invitados de honor. Las Satisfacciones de los Deberes Cumplidos acuden de todas parte y los semejantes quedan mudos cuando llega la Justicia. Paz y Calma la acompañan sembrándose en el Poblado.
Justicia se desliza junto a Frente Pelada y le dice: «aquí me tienes Frente Pelada, he venido a conocerte».

Adriana Gutiérrez

Me llamo Adriana Gutiérrez, nací el 15 de Septiembre de 1948 en Colón, Entre Ríos, en la costa este de la R.A., a los 7 años una maestra me regaló mi primer libro (Mujercitas) y mi padre me llevó a ver mi primera película (Fantasía), y por supuesto decidí que sería escritora y que mis historias se llevarían al cine, meta aún no lograda, pero escribir es el mejor viaje que he hecho, y cada vez importa menos el destino final.

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