La banda mal alimentada en la esquina de Varick y Houston

La banda es increíble. Son siete en total: cuatro bronces, una conga, un bajo y una guitarra más el vocalista conguero que parece guajiro recién trasplantado cantando «Castellano que bueno baila usted» en el concurrido B.O.S. asediado por gringos salseros, cubanos nostálgicos, mujeres y hombres buscando cuerpos jóvenes perdidos  y turistas y peatones en busca de jarana a mitad de precio.

El público, bailarines de segunda y primera clase, se colocan en la pista y baila el sonado tema que nadie esquiva, a como dé lugar.  El bar, restaurante de comida macrobiótica de la mejor calidad, sirve que sirve a unas parejas. «Latin Menu».

Los meseros recogen las sobras y las tiran a la basura.

Cuando la banda termina su respectivo set, se bajan de la tarima. Unos se soban la panza y el vocalista invita a la banda a comer.

Vamos al frente pa’l Mc Donalds. Yo tengo Chavos. Yo invito. Pero tiene que ser del One dollar menu, porque somos seis.

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