La legislación migratoria en EE.UU. se basa en el rechazo y la exclusión

El aparato migratorio estadounidense, incluyendo sus leyes, es insuficiente para los niveles actuales de la inmigración, y lo único que crece al ritmo de la ola que confrontamos es el sistema carcelario

La inmigración destiló el alma de Estados Unidos. Ha sido su elemento más definitorio. Plasmó su carácter, sus alcances y limitaciones. De la misma manera, ha sido un elemento polémico, a lo largo de la historia. Y en las últimas décadas, la posición en torno al tema migratorio se divide claramente entre ambos partidos de gobierno, el republicano y el demócrata. 

En ese contexto, el mito de país de inmigrantes se impone, cuando a lo sumo somos un país con inmigrantes.

Los historiadores dicen que Estados Unidos experimentó cuatro olas migratorias principales. La primera, entre 1607 y 1830, compuesta por protestantes oriundos del oeste y norte de Europa. La segunda, entre 1830 y 1880, en su mayor parte de alemanes e irlandeses. La tercera, desde 1890 hasta 1920, de inmigrantes provenientes del este y el sur de Europa, y la cuarta, que comenzó en después de la reforma migratoria de 1965, y que se amplió geográficamente para priorizar a mexicanos y chinos, entre otras variadas nacionalidades. 

Hasta la cuarta ola migratoria, el 70% de los recién llegados anclaban en el puerto de Nueva York, según documentos de la Librería del Congreso. 

A lo largo de estas cuatro corrientes, muy pocas leyes se expresaron en profundas reformas al sistema migratorio y a la naturaleza de la nación. Muy pocas leyes que lo cambiaron todo. Pero las hubo, seguidas por enmiendas, correcciones, adendums durante décadas. Aquí están. 

En todos los casos, Estados Unidos fue el refugio en un mundo convulsionado por guerras, represión interna, enfermedades y hambruna. En nuestros días, llegan miles desde Ucrania y Afganistán, por esas razones. 

Pero la característica saliente del proceso migratorio estadounidense hoy es que la estructura – la organización, la infraestructura, la política, la ideología, los fondos disponibles, las agencias de cumplimiento de la ley, los medios – son hoy insuficientes para abarcar el enorme volumen de la inmigración. 

La actual ola migratoria ha roto las vasijas que laboriosamente el estado edificó por 200 años. Las respuestas así elaboradas, son hoy caducas. Y las nuevas no llegan, precisamente, por la división política que define en estos años nuestras vidas. 

Reflejo de lo que pasa afuera 

En gran parte, la maquinaria de integración, la ideología tocante a los inmigrantes, fueron un reflejo, una adaptación a la salida de millones de personas de sus países con destino a “América”. En sucesivas olas migratorias que forjaron el país que somos hoy. 

La legislación migratoria que se elaboró trabajosamente durante 200 años – como todas las leyes – refleja la situación de la sociedad estadounidense en el momento de su aprobación. Luego, determina a su vez los desarrollos en la misma en los años subsiguientes. 

Pero las leyes son respuestas a situaciones planteadas a corto plazo, más que reflejo de una filosofía nacional y del concepto de crisol de culturas. Solo ayudan para llegar a la próxima etapa, y más frecuentemente ahora, ni siquiera eso. 

Pero su objetivo no siempre fue adaptarse a la nueva realidad a partir del balance migratorio en el momento de la votación. Igual de frecuente las leyes migratorias intentaron contrarrestar, resistir, retomar la situación que privilegió a ciertas fuentes de inmigración contra otras. 

El cambio de 1965  

En la relación entre la inmigración y el racismo que impera en el país hay un antes y un después. Las primeras olas migratorias fueron de blancos protestantes – menos católicos – de Europa occidental y del norte. Cuando estos mermaron y llegaron millones de oriundos de Europa del sur y del este, se dislocó el concepto de la raza preferida. Inicialmente, los italianos, judíos, rusos, polacos, no fueron considerados blancos. Llevó décadas hasta que se integraron y fueron acreedores a este título. 

Pero en 1965, la ley migratoria  por primera vez regulariza la inmigración no blanca, abriendo el país a un caudal de mano de obra barata capaz de competir con los trabajadores estadounidenses por los mismos puestos pero con menor compensación. Esto causó un cambio profundo en la sociedad estadounidense, una reacción adversa y una lucha por la incorporación de los nuevos migrantes – mexicanos, centroamericanos y chinos en su mayoría – que sigue hasta el día de hoy. 

La reforma de 1965, veremos, modificó el balance demográfico del país, que llevaba décadas de un proceso de reducción de la población migrante. 

Este acto del Congreso fue el heraldo del incremento de la población latina en Estados Unidos, que actualmente es la primera minoría del país, habiendo superado hace ya un par de años a la comunidad afroamericana. De la misma manera la consecuencia de esta inmigración masiva en los últimos 58 años, con la consecuente naturalización de millones, otros tantos nacidos aquí y un aumento en el interés y la participación en la cosa pública, llevó a la presencia de latinos en casi todos los niveles del gobierno estadounidense. 

Mientras que en 1910 el 15% de la población había nacido fuera de las fronteras del país, en 1970, cuando todavía no había influido totalmente la reforma de 1965, el porcentaje había bajado a 4.7%. Pero desde allí subió incesantemente, a 13% en 2003, según información del censo.

Actualmente, es del 14%. Uno de cada siete.  

Y en 2022 se registró un récord inédito de cantidad de inmigrantes en el país: 46 millones. 

A pesar de ello, no existen planes para una nueva reforma migratoria. No existe la voluntad política, sino una oposición férrea y hasta fanática por amplios sectores políticos, casi todos en el partido Republicano. 

Las leyes por año 

Entre la declaración de la independencia en 1776 y 1790 el país sostuvo una legislación casi inexistente respecto a la inmigración. El país básicamente vivía una época de inmigración libre y abierta. El cuestionamiento llegaría recién poco antes de ver finalizado el siglo XIX. 

1790

Una ley de 1790 fue la primera en especificar quién podía convertirse en ciudadano, limitando ese privilegio a los blancos libres de “buen carácter moral” que hubieran vivido en Estados Unidos durante al menos dos años. En 1870, el derecho de ciudadanía se amplió a los de origen africano.

A la Ley de Naturalización de 1790 le siguieron tres enmiendas, en 1795, 1798 y en 1802, cuya principal función fue manipular el requisito de residencia de cinco a 14 años y de nuevo a cinco. 

1870

En general, los estados tenían jurisdicción sobre la inmigración, en cooperación con el gobierno federal, un arreglo que duró hasta el final de la Guerra Civil en 1865. Poco después, la Suprema Corte decretó que la inmigración es responsabilidad federal. 

Como sabemos, hasta el día de hoy, estados cuyos gobiernos disienten fuertemente con la política federal tratan de asumir responsabilidad sobre la inmigración, especialmente con la situación en la frontera y el ingreso de indocumentados. 

1875

A partir de 1875 se prohibió la entrada de “delincuentes, personas con enfermedades contagiosas, polígamos, anarquistas, mendigos e importadores de prostitutas”. 

La ley también exigía que los mayores de 16 años demostraran capacidad de leer inglés, o bien, cualquier otro idioma conocido, una versión primitiva del inciso que obliga al patrocinador del inmigrante a cubrir los gastos que pueda causar. 

1882

La ley de 1882 prohibió abiertamente la inmigración china, una prohibición que duró hasta 1943, en plena guerra, cuando se abolió solo para contentar a un aliado en la guerra contra los japoneses. 

Tuvo que llegar la Segunda Guerra Mundial para que la búsqueda de aliados contra los japoneses llevara a Estados Unidos a abrir las puertas para los inmigrantes chinos.  

La Ley de Inmigración de 1882 impuso un impuesto por cabeza de cincuenta centavos a cada inmigrante. Además, excluyó la entrada de idiotas, lunáticos, convictos y personas que pudieran convertirse en una carga pública.  

1891 

En virtud de la Ley Migratoria de 1891, el gobierno federal asumió por primera vez el control directo del proceso migratorio, incluyendo la inspección de solicitudes, la decisión de admisión o rechazo y los trámites que culminan con la llegada de los inmigrantes al país. Se crea así la primera burocracia migratoria.

Este cúmulo de tareas y responsabilidades implicó la creación de una agencia federal, la oficina del superintendente de inmigración en la secretaría del Tesoro, al mando de unidades de inspectores federales que tomaron el nombre de Servicio de Inmigración.  

La agencia inició la construcción y apertura de la enorme estación de procesamiento de inmigrantes en la isla Ellis en Nueva York, al año siguiente. De los 180 empleados del servicio, 113 trabajaban en Ellis Island. 

1903

El Congreso transfiere el servicio de Inmigración del Departamento del Tesoro al Departamento de Comercio y Trabajo, con el objetivo de limitar la inmigración para supuestamente proteger a los trabajadores estadounidenses. Hasta 1909 en que la agencia obtuvo su propio presupuesto, sus gastos se cubrían con el arancel que se recaudaba de cada inmigrante.  

Se pone de manifiesto que la inmigración proviene menos de Europa occidental y más de Europa Oriental

1920 

La idea detrás de las leyes de la década de 1920 no fue que Estados Unidos debía adaptarse a la nueva realidad con inmigrantes considerados “salvajes” e “infrahumanos”, sino que fue un intento de volver la rueda de la historia atrás y retornar al país basado en la relación con Inglaterra y Alemania principalmente. 

1921 y 1924 

En sucesivas legislaciones, se establece el  concepto de cuotas por origen nacional o nacionalidad. “leyes para tratar de restaurar patrones de inmigración anteriores limitando la inmigración anual total e imponiendo cuotas numéricas basadas en la nacionalidad de los inmigrantes que favorecían a los países del norte y oeste de Europa”. Las cuotas se basaron en la población nacida en aquel determinado país que vivía en Estados Unidos en 1890, es decir, estaba destinada a preservar lo ya existente. 

Fue el resultado natural de las prohibiciones y restricciones federales que iniciaron en el siglo anterior. Las cuotas migratorias globales son irrisorias comparadas con los números actuales. Para 1921 el Congreso permitió la entrada de 350,000 inmigrantes. En 1924, menos de la mitad: 165,000.

Además, solamente incluían a los países de Europa. Asia estaba excluida, así como el resto del mundo, de 1875 en adelante. Esta exclusión duraría hasta 1940 y 1950. 

Los felices años 20 

Las grandes reformas de los años 20 establecieron por primera vez la preferencia por inmigrantes altamente calificados, así como de “sirvientes domésticos, trabajadores especializados como actores y esposas o hijos menores solteros de ciudadanos estadounidenses”. según el estudio del Pew Research Center.

1924 

La nueva ley migratoria crea la Patrulla Fronteriza y la junta de apelaciones para personas rechazadas. 

Entre 1924 y la Segunda Guerra Mundial, la cantidad de personas que migraron a Estados Unidos disminuyó notablemente. 

1942 – 1964 

Estados Unidos y México firman el acuerdo de creación del programa Bracero, que permitió a centenares de miles de mexicanos trabajadores del campo entrar legalmente al país y trabajar por unos meses en ciclos que podían repetirse. Se instauró para cubrir el déficit de trabajadores causados por la movilización de las tropas para luchar en la guerra. 

El programa sobrevivió la postguerra y continuó hasta 1964. 

 1952

La reforma migratoria de 1952, permitió establecer por primera vez un número limitado de visas para otros asiáticos, hasta entonces relegados. La raza fue eliminada formalmente como motivo de exclusión. Pero el sistema de cuotas de origen nacional continúa por insistencia del Congreso y contra la opinión de la Casa Blanca. 

El presidente Harry Truman se opuso a la ley y en principio, a las cuotas, pero el Congreso se unió para remontar su veto y aprobar la legislación. 

1953

El Congreso, en confrontación con Truman, aprueba el establecimiento de una comisión que garantice cuotas de ingreso separadas para los refugiados. 

1965

La reforma migratoria de 1965 reemplazó las cuotas nacionales con el nuevo sistema de reunificación familiar y calificación de inmigrantes por habilidades, en lugar de las cuotas nacionales, incluyendo por primera vez la limitación de inmigrantes del hemisferio occidental. 

Hasta 1965, el 70% de los permisos de inmigración estaban limitados a tres países: Irlanda, Alemania y el Reino Unido. Desde entonces, la mayoría de los inmigrantes provienen de América Latina y de Asia. 

Prohibió a los empleadores dar trabajo a indocumentados. Unas 2,7 millones de personas obtuvieron estatus legal bajo la legalización general de la ley o su programa especial para trabajadores agrícolas.

La ley de 1965 ya daba los primeros indicios de una nueva era en la que se estableció un límite para la inmigración procedente de México, lo cual, junto con la cancelación del plan Bracero un año antes, reflejaba una reacción al aumento en la inmigración ilegal que había explotado en aquellos años. 

Las visas a partir de 1965 fueron repartidas de la siguiente manera: 74% para familias, 10% para profesionales, científicos y artistas, otro 10% para trabajadores expertos en trabajos que escasean en el país, y 6% para refugiados 

1986

En 1986, bajo el apoyo e iniciativa de Ronald Reagan, el Congreso promulgó la Ley de Control y Reforma Migratoria que legalizó a millones de indocumentados, en su mayoría de origen mexicano. El presidente republicano pidió que se les dé el reconocimiento debido y se les facilite un camino hacia la legalidad a los millones de “inmigrantes ilegales” que vivían en el país

También llamada Ley Simpson-Mazzoli, por los senadores de ambos partidos que encabezaban sendas subcomités de asuntos migratorios. 

Por otra parte, la ley impuso sanciones a los empleadores que contrataran inmigrantes no autorizados.

La ley reemplazó finalmente el sistema de cuotas que favorecía la inmigración desde el Norte de Europa a un sistema basado en la reunificación de familias, en el que ciudadanos y residentes permanentes pueden patrocinar a nuevos inmigrantes provenientes ahora de casi todos los países del mundo. 

1990

El TPS: una ley de 1990 creó el Estatus de Protección Temporal (TPS) que ha protegido desde entonces a centenares de miles de inmigrantes, principalmente centroamericanos, de la deportación a países que enfrentan desastres naturales, conflictos armados u otras condiciones extraordinarias.

El TPS está destinada a nacionales de países en guerra, bajo desastres ambientales o bajo condiciones extraordinarias, pero también temporales. 

Encabeza la lista de los beneficiados con el TPS El Salvador, seguido por Haití, Honduras, Nepal, Nicaragua y Sudán. 

Después de 1986 no hay reforma

Desde la ley 1965 y los profundos cambios que introdujo en la sociedad estadounidense, las leyes migratorias posteriores, en 1996, 2002 y 2006 fueron parciales respuestas que respondían a cuestiones del momento, como el terrorismo y la inmigración no autorizada, por lo que enfatizaron el control militarizado de la frontera. 

2012 

DACA, los Dreamers: En 2012, el presidente Barack Obama promulgó una acción ejecutiva para permitir que los adultos jóvenes de entre 15 y 30 años, que habían sido traídos ilegalmente al país pudieran solicitar un permiso para permanecer en el país sin miedo a la detención y deportación, y trabajar legalmente.

2014 

DAPA, los padres: En 2014, Obama promulgó el plan DAPA, que ampliaba los beneficios dados  a los Dreamers por DACA a sus padres. Bajo una fuerte oposición republicana y veredictos negativos por tribunales, la ley se canceló. 

En los últimos años, las leyes migratorias y ante la falta de consenso político, la creciente aplicación de órdenes ejecutivas presidenciales se enfoca en el movimiento de personas provenientes de la frontera con México. 


Este artículo fue apoyado en su totalidad, o en parte, por fondos proporcionados por el Estado de California y administrados por la Biblioteca del Estado de California.

 

Gabriel Lerner

Fundador y co-editor de HispanicLA. Editor en jefe del diario La Opinión en Los Ángeles hasta enero de 2021 y su actual Editor Emérito. Nació en Buenos Aires, Argentina, vivió en Israel y reside en Los Ángeles, California. Es periodista, bloguero, poeta, novelista y cuentista. Fue director editorial de Huffington Post Voces entre 2011 y 2014 y editor de noticias, también para La Opinión. Anteriormente, corresponsal de radio. -- Founder and co-editor of HispanicLA. Editor-in-chief of the newspaper La Opinión in Los Angeles until January 2021 and Editor Emeritus since then. Born in Buenos Aires, Argentina, lived in Israel and resides in Los Angeles, California. Journalist, blogger, poet, novelist and short story writer. He was editorial director of Huffington Post Voces between 2011 and 2014 and news editor, also for La Opinión. Previously, he was a radio correspondent. More »

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