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Cuento
La pordiosera fresca
Andrea siente una pena muy grande por la mujer que pide limosna en la estación de 116th Street. Cada vez que se sube, la mujer, arroja un grito desgarrador que se escucha hasta el Japón y grita: I am hungry, Oh God! Ahí viene Ana y le da dos dólares.…
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Cuento
Ocho especies de un edificio cualquiera en Sunnyside, un cuento de Liza Rosas Bustos
Pedro Berstein, judío argentino, saluda a la tribu cuando le conviene. A veces cuando va a comer parrilladas y necesita un descuento es argentino, para ser mas específico gallego. A veces cuando quiere conseguir trabajo en alguna tienda del rubro fotográfico, es israelí
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Cuento
Tan bella que parece travesti
Cúlpese a tus genes, Ester Villegas, a las tetas exuberantes de tu madre, al alto de tu padre, a la piel canelade tu abuela y a las piernas de amazona de tu abuelo. Todos estos elementos, mezclados se confabularon el día de tu concepción.
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Cuento
Osman Morales, garifuna y presente
Jamás de los jamases pensó Osmán Morales, garifuna, que había tantos de su tribu en Nueva York. "Ni que fuéramos judíos", piensa mientras Aurelio Martinez canta gratis, en Lincoln Center una dos tres parandas de su niñez.
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Cuento
Los cenicientos, un cuento de Liza Rosas Bustos
Todas las noches, Pedro Zurita, vigilante peruano de Crate and Barrel invita a Ana Cienfuegos, hondureña, a tomarse un café en la mesa de caoba que han colocado en la vitrina de la calle 57 y Madison.
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Cuento
Los fieles esposos dominicanos
Los esposos dominicanos se enamoran en Puerto Plata. Esperaban la ración de agua balde en mano durante un corte de agua. Se miran a los ojos. Es flechazo. Menos mal. Sus esposas están esperando a los hombres, cocinando en la casa.
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Cuento
Nadie compadece a Wilfredo Rojas, un cuento de Liza Rosas Bustos
Y es así como el novio de Soledad, que es también su chulo entra en la caseta con un vaso de ácido que tú confundes con café Wilfredo Rojas ....y nadie te compadece, Wilfredo Rojas. Ni siquiera tu esposa, tus hijos, tu jefe
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Cuento
Sugar Daddy II, un cuento de Liza Rosas Bustos
Jane Wilson no sabe por cuál departamento decidirse. Escoge uno en West End, con una vista panorámica al Hudson. Anota la dirección y escribe el nombre del real estate o agente de bienes raíces. Seguro que su Sugar Daddy se comunica con el conserje.
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Cuento
Paper gangster, un cuento de Liza Rosas Bustos
Ahí va Julia Matilde Ramos Cosgrove, enamorada hasta las patas del fotógrafo de Jpeg, de su blog, de lo que postea a diario. Es alto, fornido, porta ojos verdes y una masculinidad por la que no pide perdón que se deduce de los mensajes que, oh especie, escribe a diario.
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Cuento
El secreto (1ª parte)
El tercer día sí que es una mejor prueba. Un homeless vecino con tirria le disputa el resto de hamburguesa que se acaba de conseguir en el tarro quinto de la Calle 35. Lo mira con odio acumulado de tres días.
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Cuento
Malapata Malata 2, un cuento de Liza Rosas Bustos
El sargento Serggio Malapata Malata, mitad italiano y mitad argentino, recibe órdenes en el cuartel de policía para que vaya a salvar a un suicida hispano que está por lanzarse desde el Puente Queensboro.
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Los Angeles y California
Malapatta Malata 1
El sargento Serggio Malapatta Malata, mitad italiano y mitad argentino, recibe órdenes en el cuartel de policía para que arreste a un hombre que acaba de robar a punta de pistola rifle, un Chase en 86th Street y Lexington, justo al lado de Barnes and Noble.
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Poesía
Urbe, un poema de Liza Rosas Bustos
Me toca destriparte / humedecida, corrupta / incompleta / abyecta / escupo hacia el cielo
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Cuento
La causa, un cuento de Liza Rosas Bustos
Cansado de los trancazos de su esposa, Mario se dedica enteramente a defender los derechos de los trabajadores y a reclamar las horas impagas a través del periódico comunista "RED" que aparece cada mes por una módica suma de 1 dólar
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Artes
10 maneras de sufrir sin querer en NYC
5. Un carroñero vagabundo que te mira con cara de odio cuando te pide limosna y no hay ni pa ti. 6. Una rata gorda arrastrándose por los rieles mientras almorzamos esperando el tren. 7. Equivocarse de tren cuando uno sale del trabajo a la 1:00 de la mañana.
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