El interminable conflicto turco-sirio, por David Hernández
Si Turquía entra en guerra con Siria, que es apoyada por Rusia, China e Irán, conllevaría una guerra regional de bloques que podría extenderse a todo el Medio Oriente
Con la caída la ciudad de Idlib en poder del ejército de Siria, se completaría el control del país por el régimen de Bashar-Al-Assad.
El último reducto
Este es el último reducto controlado por los grupos del Estado Islámico (EI). Se trata de una amalgama de grupos terroristas, de fuerzas pro-turcas y de terroristas saudíes. Está situado al noroeste de Siria junto a la frontera turca, y es parte del territorio del Kurdistán.
Para Turquía, la población kurda repartida en los territorios que abarcan Siria, Irán e Irak, representan un peligro desestabilizador de la unidad nacional. De los cerca de 40 millones de kurdos, entre 15-20 millones habitan en Turquía, 10-12 millones en Irán, 8-8,5 millones en Irak y 3-3,6 millones en Siria.
Su organización político militar, el Partido Comunista de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), es considerado organización terrorista en Turquía. Allí, los kurdos tienen prohibido hablar su idioma, usar sus vestimentas y proclamar su nacionalidad. Se les considera oficialmente como “turcos de las montañas”.
Peshmergas traicionados
En Siria, apoyados por Estados Unidos, uno de los más eficaces combatientes del Estado Islámico han sido los guerrilleros kurdos o “peshmergas” (los que se enfrentan a la muerte, en kurdo). Pertenecen a la Unión Patriótica del Kurdistán (PUK), y son aliados del PKK. Su principal misión es separarse de Turquía y proclamar su independencia. Estados Unidos les dio la espalda y ha volcado su apoyo a Turquía.
Ante la amenaza desestabilizadora del PKK y con la posibilidad de que la caída de Idlib fortalezca a los kurdos, Turquía invadió el noroeste de Siria a mediados de febrero. Utilizó 6,000 soldados y armamento pesado, incluyendo tanques. Cerca de un millón de habitantes de Idlib y regiones aledañas quedaron en el desamparo. Ya eran refugiados de otras zonas de guerra. Sufren no solo hambre sino la crudeza del invierno, nieve incluida, que alcanza hasta los 10 °C bajo cero.
Turquía ha dado un ultimátum hasta fines de febrero 2020 a Siria para que detenga la toma final de Idlib, caso contrario se trataría de un casus belli.
Vence el ultimátum
Turquía, que tiene el segundo ejército más grande de los veintinueve miembros de la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN), es aliada de EEUU. Si entra en guerra con Siria, que es apoyada por Rusia, China e Irán, conllevaría una guerra regional de bloques que podría extenderse a todo el Medio Oriente.
Ello abonaría la tendencia de las elites financieras de occidente, que apuestan por un enfrentamiento con los países emergentes (China, Rusia, Irán). No aceptan la hegemonía económica y militar de China y Rusia, respectivamente.
Turquía además coquetea con Rusia, a quien compró el sistema antimisiles S-400. Además, chantajea a Europa con abrir la puerta de entrada al Viejo Continente a los millones de refugiados de guerra que viven en Turquía. Para que no salgan de Turquía, recibe multimillonarias compensaciones económicas de la Unión Europea.
Y Rusia, que económicamente es un país de segunda categoría, con un Producto Interno Bruto (PIB) similar al de Italia, se convierte de nuevo, en esta crisis por la toma de Idlib, en el único árbitro autorizado para desenmarañar este nudo gordiano. En él, la clave de la crisis es la situación multinacional del Kurdistán.
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