La inmigración no es un lastre, sino una bendición para la economía
La alarma que la campaña republicana está sonando desde hace años es que hay una ola incontrolada de inmigrantes indocumentados. Se exageran y dramatizan los números de personas que cruzan la frontera, o tratan de cruzar ilegalmente, o se entregan a las autoridades para pedir asilo y refugio. El concepto hasta hace poco rechazado por los demócratas y el gobierno ahora se ha generalizado y el Senado recientemente aprobó una serie de medidas drásticas en tal sentido.
En esta avalancha de ataques se han olvidado que Estados Unidos ha sido un país de inmigrantes por muchas décadas y que la etiqueta de país contra inmigrantes que se adjudica ahora atenta contra la prosperidad y el futuro de nuestro país.
La semana pasada, la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un ente apartidario, publicó “El presupuesto y las perspectivas económicas: 2024 a 2034” en donde augura una mejora económica y la adjudica a la inmigración. En efecto, se basa en que la población migrante es más joven, con un alto porcentaje de personas en edad de trabajar, lo que compensará con creces el envejecimiento de la población nativa que se retira del ciclo laboral.
“El aumento de la inmigración”, establece el documento, “que comenzó en 2022 y continúa hasta 2026, amplía la fuerza laboral y aumenta la producción económica”.
El aumento en la disponibilidad de mano de obra, escribe el director del CBO, llevará a un crecimiento del Producto Interno Bruto en 7 billones (millones de millones) de dólares. Y solamente en calidad de recolección de impuestos federales, los ingresos del país subirán en 1 billón de dólares adicionales.
En contraposición, el cierre de fronteras por la pandemia en 2020 y 2021 y el atraso en el procesamiento de solicitudes marcó una carencia de mano de obra tan necesaria para la economía.
El mismo presidente del Banco de la Reserva Federal Jerome Powell reconoce que la recesión que se temía se evitó en parte porque los inmigrantes ayudaron así a resolver los problemas de la cadena de suministro.
Los números toman en cuenta tanto la inmigración autorizada como el flujo de quienes llegaron sin papeles y solicitan permiso para quedarse y trabajar.
Según un análisis publicado ayer en el Washington Post, los inmigrantes son fundamentales para prevenir la crisis, que significaría más cesantía.
No en vano la firma global de inversiones Goldman Sachs redujo las probabilidades de recesión este año al 15% mientras su analista principal reconoce que «claramente ha habido una contribución desproporcionada de los inmigrantes».
Todo esto sin tomar en cuenta lo que ya sabemos: más inmigrantes que nativos tienden a iniciar su propio negocio, y a enviar a sus hijos a universidades, proporcionando al país científicos, expertos, investigadores e innovadores.
El problema ha sido entonces más de coordinación que de esencia. Más de administración que de política. Las dos últimas administraciones han gestionado mal los flujos de inmigración, víctimas de preconceptos, conveniencia política y preferencia por soluciones rápidas.
No puede ser que tantos miles de solicitantes de asilo terminen como carne de cañón de nuestro debate político llevados en buses a Nueva York, Chicago o Los Ángeles. La prioridad es acelerar rápidamente su procesamiento para gestionarles permisos de trabajo o bien rechazar sus solicitudes.
Para eso debemos reconocer el papel crucial que cumplen en 2024 los inmigrantes en nuestra economía.