Cuento

Relatos de cuentos hispanos escritos por latinos y representados como pequeñas piezas narrativas. Vemos relatos de cuentos latinoamericanos como variedad de la literatura latina en los Estados Unidos.

Nada es lo que parece, un cuento de Liza Rosas Bustos

Nada es lo que parece, un cuento de Liza Rosas Bustos

El cartero norteamericano (los lunes), el corredor de bienes raíces sirio (los martes), el profesor de su hijo canadiense (los miércoles), su instructor de yoga hindú (los jueves) y la hermana gala de la profesora de francés de su hijo menor (los viernes).
Control y placer, un cuento de Liza Rosas Bustos

Control y placer, un cuento de Liza Rosas Bustos

Un brevísimo cuento de Liza Rosas Bustos, parte de su serie diaria La Vuelta a Manhattan en 365 días.
Estadista sentado en escalinatas, un cuento de Liza Rosas Bustos

Estadista sentado en escalinatas, un cuento de Liza Rosas Bustos

Tengo el orgullo de decirte que no me di por vencido. Mientras esperaba por ti, me decidí a seguirlos para tener algo nuevo que contarte. Supe entonces que aquella era una ciudad circular
Deudas de la Quinta Avenida

Deudas de la Quinta Avenida

La princesa Asisa Molahuddin, casada a los 16 con un Sheik de la dinastía suni visita a su hermano en Nueva York. La turista se baja de la limo en Lexington, cubierta la cabeza con un ajab que le deja sólo los ojos.
La banda mal alimentada en la esquina de Varick y Houston

La banda mal alimentada en la esquina de Varick y Houston

La banda es increíble. Son siete en total: cuatro bronces, una conga, un bajo y una guitarra más el vocalista conguero que parece guajiro recién transplantado
Los nenes triculturales

Los nenes triculturales

El día que Rahid Al Jazeemi supo que Consuelo no se iría así de fácil, cambió las chapas de la puerta de su departamento en Queens y la dejó afuera una noche, pero cambió de opinión rápidamente cuando ella le advirtió que la de los papeles era ella.
El secuestro del perro de Berstein

El secuestro del perro de Berstein

Berstein se coloca nerviosa. Flying Eagle le pega manotadas al lomo de Bruno que muestra los dientes en un gesto casi agresivo con una energía en contra que no alcanza a parar a su contrincante.
La pordiosera fresca

La pordiosera fresca

Andrea siente una pena muy grande por la mujer que pide limosna en la estación de 116th Street. Cada vez que se sube, la mujer, arroja un grito desgarrador que se escucha hasta el Japón y grita: I am hungry, Oh God! Ahí viene Ana y le da dos dólares.…
Ocho especies de un edificio cualquiera en Sunnyside, un cuento de Liza Rosas Bustos

Ocho especies de un edificio cualquiera en Sunnyside, un cuento de Liza Rosas Bustos

Pedro Berstein, judío argentino, saluda a la tribu cuando le conviene. A veces cuando va a comer parrilladas y necesita un descuento es argentino, para ser mas específico gallego. A veces cuando quiere conseguir trabajo en alguna tienda del rubro fotográfico, es israelí
Tan bella que parece travesti

Tan bella que parece travesti

Cúlpese a tus genes, Ester Villegas, a las tetas exuberantes de tu madre, al alto de tu padre, a la piel canelade tu abuela y a las piernas de amazona de tu abuelo. Todos estos elementos, mezclados se confabularon el día de tu concepción.
Osman Morales, garifuna y presente

Osman Morales, garifuna y presente

Jamás de los jamases pensó Osmán Morales, garifuna, que había tantos de su tribu en Nueva York. "Ni que fuéramos judíos", piensa mientras Aurelio Martinez canta gratis, en Lincoln Center una dos tres parandas de su niñez.
Los cenicientos, un cuento de Liza Rosas Bustos

Los cenicientos, un cuento de Liza Rosas Bustos

Todas las noches, Pedro Zurita, vigilante peruano de Crate and Barrel invita a Ana Cienfuegos, hondureña, a tomarse un café en la mesa de caoba que han colocado en la vitrina de la calle 57 y Madison.
Los fieles esposos dominicanos

Los fieles esposos dominicanos

Los esposos dominicanos se enamoran en Puerto Plata. Esperaban la ración de agua balde en mano durante un corte de agua. Se miran a los ojos. Es flechazo. Menos mal. Sus esposas están esperando a los hombres, cocinando en la casa.
Nadie compadece a Wilfredo Rojas, un cuento de Liza Rosas Bustos

Nadie compadece a Wilfredo Rojas, un cuento de Liza Rosas Bustos

Y es así como el novio de Soledad, que es también su chulo entra en la caseta con un vaso de ácido que tú confundes con café Wilfredo Rojas ....y nadie te compadece, Wilfredo Rojas. Ni siquiera tu esposa, tus hijos, tu jefe
Sugar Daddy II, un cuento de Liza Rosas Bustos

Sugar Daddy II, un cuento de Liza Rosas Bustos

Jane Wilson no sabe por cuál departamento decidirse. Escoge uno en West End, con una vista panorámica al Hudson. Anota la dirección y escribe el nombre del real estate o agente de bienes raíces. Seguro que su Sugar Daddy se comunica con el conserje.
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